martes, 17 de enero de 2023

EL EVANGELIO AYER SE HIZO CARNE EN BRAOJOS

Ganas me entraban de no acudir a misa ayer por la tarde, viendo el panorama y sabiendo, además, que mis Rafaelas braojeñas son todas de edad provecta. Pero bueno, nosotros somos recios y duros y servidor, cosa nada fácil de conseguir.

Por el padre Jorge González Guadalix


Me van a permitir que vuelva a hablar de mi parroquia de Braojos. Ya les conté cómo estaba la cosa el sábado. Imaginen ayer por la tarde cuando está entrando la borrasca. Desde la mañana fueron apareciendo nubes negras como un pecado mortal de los de antes, lluvía helada y mucho viento. Por cierto, no saben lo que es el viento en Braojos, una cosa muy seria. Que la calle de detrás de la iglesia se llame del viento no es una figura literaria. Me cuentan que no sería la primera vez que tejas del templo aparezcan en la plaza del pueblo.

Ganas me entraban de no acudir a misa ayer por la tarde, viendo el panorama y sabiendo, además, que mis Rafaelas braojeñas son todas de edad provecta. Pero bueno, nosotros somos recios y duros y servidor, además, más terco que Socio, cosa nada fácil de conseguir.

Cuatro y media de la tarde. Coche y a Braojos desde La Serna del Monte. Están cerca, pero cómo se nota la subidita de esos poco más de dos kilómetros. Entrar en el pueblo fue meterme en lluvia, mucho frío y nuestro famoso viento braojeño. El templo parroquial a unos confortables 7º.

No pasa nada. Ya saben que tenemos nuestra capillita de la Virgen del Buen Suceso, pequeña, recogida y con una ventanita que tiene la sana costumbre de dejar pasar el viento entre sus rendijas. Pero al menos hay una estufa eléctrica, que garantiza bienestar, quizá más psicológico que real, pero todo hace.

Mi costumbre es llegar al templo, preparar todo para la misa, tocar las campanas y rezar vísperas. Luego ya… ¿vendrá alguien? Nuestra costumbre es rezar el rosario a las 17:30 h., algún día con exposición, y luego la santa misa.

Diez minutos antes de la hora, enfundada en un chaquetón impermeable, ahí se me presentó, digamos, Rafaela.

- Pero mujer, qué valiente. Con la tarde que está.

- Pues no te creas, que llevo todo el día con un cólico y he devuelto varias veces.

- ¿Y estando así te has animado a venir con la que está cayendo?

- Sí. Es que he pensado que tal y como está el tiempo lo mismo te veías solo y me daba cosa. Así que aquí estoy.

Ya ven. Cuántas veces no habremos hablado de comunión eclesial, hacer parroquia, caridad fraterna, sacrificarse por los demás. Eso lo resumió ayer Rafaela con su gesto. Eso es evangelio. También nos han hablado en ocasiones de cuidarnos, de que si Dios no pide tanto, de que a ver si por ir a misa todos los días nos pensamos que somos mejores. Esto no es evangelio, es comodidad y no entender el don de la fe.

Uno nunca sabe si tanta misa, predicar, rezar, exponer el Santísimo dará algunos frutos tangibles, que espirituales ya sabemos que sí, y por eso hasta hay momentos de una cierta flojera. Hasta que te llega una Rafaela cualquiera en un día de perros, y con un cólico encima, se te presenta en la iglesia para rezar y para que el cura hoy, por si acaso, no se encuentre solo.

Esto es la Iglesia de Cristo. Esto es la comunión de los santos. Esto es el evangelio hecho vida en medio de los fríos de Braojos.

Y ahora, si quieren, hablamos de sínodo, de los alemanes. De encíclicas y exhortaciones. Creo que me comprenden.

Por cierto, al rosario y a misa luego acudieron otras dos…


De profesión, cura

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