miércoles, 18 de enero de 2023

TRES HABILIDADES ACADÉMICAS QUE LOS NIÑOS DEBEN TENER — Y LAS ESCUELAS IGNORAN

Entre las muchas causas del fracaso de la educación actual se encuentra el rechazo a enseñar habilidades fundamentales.

Por Edwin Benson


Los métodos modernos de enseñanza se centran especialmente en tres habilidades esenciales: memorización, organización y objetividad.

Por supuesto, estas destrezas se basan en el fundamento primordial de la moralidad, que ninguna escuela puede proporcionar por completo. Sin moralidad, la educación a menudo convierte "a un niño malo en un demonio sabio". Así, el niño bueno debe desarrollar las tres habilidades mecánicas para convertirse en un santo inteligente.


Memorización

No hay habilidad que cualquier niño necesite más que la capacidad de recordar cosas. Sin embargo, ninguna es más degradada y denostada por los "educadores" modernos. Antaño, la educación pretendía inculcar información básica que permaneciera en el cerebro del niño para siempre. La memorización de las tablas de multiplicar es un ejemplo de información necesaria antes de profundizar en las matemáticas. La gramática y la puntuación son esenciales para la comunicación escrita, y también lo es la caligrafía.

Recomiende la memorización a la mayoría de los educadores y se quedarán boquiabiertos. Todo el sistema les enseña a evitarla porque "no es creativa".

Sí, 'siete por ocho igual a cincuenta y seis' no es creativo. Sin embargo, los alumnos deben memorizar este dato antes de pasar a procesos matemáticos más complejos. La concordancia sujeto-verbo, la ortografía y la puntuación no son creativas, sino esenciales para construir una frase. A pesar de las excepciones e irregularidades de la lengua, los alumnos necesitan destrezas fonéticas para pronunciar palabras desconocidas.

Estas destrezas memorísticas se enseñan mejor en la escuela primaria. La mente del niño pequeño está mejor dispuesta para estas tareas no creativas a edades tempranas, cuando el cerebro aún no ha adquirido el pensamiento abstracto. Ayudarán a los niños a expresar su creatividad a medida que su cerebro madure.


Organización

Otra habilidad esencial para la mente en desarrollo es la organización, que es una habilidad más creativa que la memorización. Los alumnos deben organizar el material de acuerdo con el propósito y las formas establecidas. El manual del propietario de un automóvil no se organiza como una novela porque se aplican otras formas a las razones por las que la gente los lee.

Al mismo tiempo, la organización no es automática, sino adquirida. Muchas personas con conocimientos son incapaces de comunicar sus pensamientos. Me viene a la mente la paradoja de la imagen del "profesor despistado".

Por ejemplo, el "ensayo de cinco párrafos" fue una herramienta estándar para los profesores de composición inglesa durante décadas. Proporcionaba a los estudiantes un método muy eficaz para organizar sus pensamientos cuando escribían sus primeras redacciones. También es un proceso bastante doloroso hasta que se domina. Evitaba que la mente infantil vomitara pensamientos en orden aleatorio. Organizar esos pensamientos aleatorios es difícil.

Al igual que con la memorización, la mayoría de los educadores modernos evitan la redacción de cinco párrafos porque es una fórmula estricta más que un "proceso creativo". Temen que sus alumnos se "alejen" de la escritura porque "atrofia la individualidad" del niño. No podrían estar más equivocados. Sin una fórmula, escribir es una agonía continua. Esa misma fórmula, una vez dominada, hace que la escritura sea mucho más manejable.


Objetividad

La última habilidad es la objetividad, el acto de mirar la realidad tal y como se percibe sin distorsión por sentimientos personales, prejuicios o interpretaciones sesgadas. Esta habilidad se opone a la práctica más "woke" de la "defensa".

Los educadores rechazan la objetividad porque no la entienden. Creen erróneamente que la objetividad sustituye a su sistema de valores progresistas y amenaza el uso de la defensa. La objetividad también se opone a la subjetividad, por la que los individuos desarrollan sus propios valores, identidad y sentimientos por encima de todos los demás.

La verdadera objetividad consiste en comprender y explicar la postura de un oponente sin aceptarla necesariamente. Presupone una conciencia bien formada que guía al niño hacia la verdad. Sin un fuerte sentido de la moralidad, los niños suelen dejarse engañar por argumentos espurios, sobre todo si los promueve el sentimiento popular.


El fundamento y la restauración

¿Por qué las escuelas están tan ansiosas por abandonar estas prácticas esenciales y probadas en el tiempo?

En primer lugar, las escuelas modernas enseñan a los alumnos a construir opiniones, a menudo con poca información. Como el profesor puede manipular la información que los niños poseen, las opiniones resultantes son predecibles y siempre parecen inclinarse hacia la izquierda. Peor aún, los niños creen que estas opiniones son suyas, incrustando así ideologías izquierdistas en sus pensamientos y actitudes. Los pedagogos se refieren a este proceso como "pensamiento crítico", aunque puede tener otros nombres. Cuando se etiqueta así, la mayoría de los padres apoyan estas prácticas. Nadie les explica que el uso que la escuela hace de ese término está más relacionado con la Teoría Crítica, en la que el conocimiento se convierte en un vehículo de la lucha de clases marxista que en un proceso de pensamiento creativo, que amplía los horizontes de los alumnos.

En segundo lugar, la memorización, la organización y la objetividad no son "divertidas". Implican un esfuerzo y un trabajo reales, que pueden resultar tediosos. Los niños se resisten a ellas por las mismas razones que se resisten a lavar los platos, limpiar su habitación o hacer los deberes. Sin embargo, todas las personas deben realizar tareas que no son interesantes ni tienen una recompensa inmediata. Tales consideraciones no hacen que esas tareas sean innecesarias.

En tercer lugar, el sistema educativo se ha pasado los últimos cincuenta años reduciendo el papel del profesor como autoridad en el aula. Un profesor de éxito debe guiar a los alumnos con una autoridad que adopte dos formas complementarias. Los alumnos deben comprender que el profesor sabe más que ellos sobre el tema. El profesor debe saber animar a los alumnos a hacer cosas que no quieren hacer.

Sin embargo, cualquier jerarquía es anatema para los izquierdistas que dirigen las escuelas. Estas actitudes dañan gravemente la relación profesor-alumno, a menudo con el consentimiento y la aprobación de los profesores. El resultado es un aula caótica donde nadie aprende nada.

Restaurar el papel del profesor es crucial para mejorar las escuelas. Aprender a memorizar, organizar y ser objetivo es esencial para que los alumnos crezcan en conocimiento y sabiduría.


Tradition, Family and Property


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