jueves, 25 de agosto de 2022

HABÍA UNA VEZ UN FICUS

Esto ya es el colmo de los colmos. Un minuto de silencio por el ficus. Jamás en defensa de la vida del no nacido. Del ficus sí.

Por el padre Jorge González Guadalix


En la parroquia de san Jacinto de Sevilla. Alguien lo plantó y mira por donde a ese ficus le dio por crecer y crecer y empezar a dar problemas. Parece, eso cuenta la prensa, que en una ocasión el desprendimiento de una rama causó serias lesiones a una buena mujer. También se cuenta que las raices del arbolito originaban graves problemas en la propia edificación. No será ni la primera vez ni la última que estas cosas suceden.

Desde la parroquia, con un enorme consenso y muchísimos apoyos, se llevó el problema a las instancias municipales correspondientes y el ayuntamiento, después de valoraciones y estudios, se supone, dio permiso para talar el ficus. Ya está. Un árbol, un ficus, que tampoco es el del la ciencia del bien y del mal, que es un problema para personas y edificios, se tala y, como suele decirse, aquí paz y después gloria.

Hasta aquí nada que añadir ni que objetar. Pero ahora empieza lo bueno.

El siguiente acto fue protagonizado por movimientos ecologistas que se rasgaron las vestiduras, las conciencias y todo lo rasgable, en defensa del árbol. El caso es que no sabemos cómo se le pide a un árbol que haga el favor de controlar sus raíces, por ejemplo, para que no dañen la estructura del edificio.

Los ecologistas son un grupo curioso. Ya saben. Aborto libre y gratuito, pero ojo con tocar el ficus. El problema de esta gente es que son capaces de movilizar tanto gente como medios, se encadenan, se suben al árbol, montan el numerito y rápido consiguen su minuto de gloria. Conmigo, desde luego, han conseguido una cosa: y es que, en lo que de mí dependa, no se plantarán en terrenos de mis parroquias otra cosa que geranios y rosales y de los más corrientes. Nunca un árbol. También han conseguido, a base de declarar intocables los montes, que cada incendio forestal sea más terrible.

Si todo el problema hubiera sido que una parroquia quiere quitarse de en medio un ficus porque da problemas, y los ecologistas acompañados por la izquierda más radical se oponen, no traería el asunto a mi blog.

Pero las cosas se complicaron. La prensa de Sevilla y de media España ayer se hacía eco de una curiosa iniciativa lanzada desde la propia parroquia: “La parroquia de San Jacinto ha convocado para el próximo 1 de septiembre una concentración “cívica y pacífica” en Triana como respuesta a las manifestaciones de repulsa a la tala del ficus centenario. El encuentro tendrá lugar en la confluencia de las calles Pagés del Corro con San Jacinto, donde también se mantendrá un minuto de silencio a las 21:30 “como expresión de dolor por las personas dañadas y en agradecimiento al árbol que nos ha cobijado durante tantos años”.

Esto ya es el colmo de los colmos. Un minuto de silencio por el ficus. Jamás en defensa de la vida del no nacido. Del ficus sí.

Pero no crean, que hay minuto pero no hay minuto, porque según podemos leer en Aciprensa, “El párroco de la Iglesia de San Jacinto, en Sevilla (España), niega que se vaya a convocar “un minuto de silencio” por la reciente tala de un árbol", aunque a la vez afirma que “se convocará una rueda de prensa el próximo viernes, en la que el propio párroco dará cuenta del sentido y el contenido de la convocatoria que está previsto que tenga lugar a las 21:00 horas el próximo 1 de septiembre”.

Había una vez un ficus… ¿o era “había una vez un circo"? Por ahí va la cosa.



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