sábado, 30 de marzo de 2024

30 DE MARZO: SAN JUAN CLÍMACO, ABAD


30 de Marzo: San Juan Clímaco, Abad

(✞ 605)

El glorioso abad del Monte Sinaí San Clímaco fue, según lo que se cree, natural de Palestina, y siendo mozo de dieciséis años bien enseñado en las letras humanas, se ofreció a Cristo Nuestro Señor en agradable sacrificio, retirándose del mundo en un monasterio del Monte Sinaí, donde por espacio de diez años brilló a los ojos de los monjes como perfecto dechado de todas las virtudes.

Pasó después a la vida solitaria y escogió un lugar llamado Tola, que estaba al pie del monte y a dos leguas de la iglesia de la Santísima Virgen que el emperador Justiniano, había hecho edificar para los monjes que moraban en las rocas y asperezas del Sinaí.

En aquella ermita vivió Juan por espacio de cuarenta años, con tan grande santidad, que todos le llamaban el Ángel del desierto. El Señor lo levantaba al estado angelical por la oración continua; y no pocas veces le dieron elevado de la tierra y suspendido en el aire resplandeciendo en su rostro la gracia de Dios y las delicias celestiales que estaba gozando su alma.

Al fin el Señor lo sacó de su ermita para que fuese el abad y maestro de todos los monjes del Sinaí, y por el ruego y la súplica de ellos escribió el famoso libro llamado Escala Espiritual, en el cual se describen treinta escalones por donde pueden subir los hombres a la cumbre de la perfección.

Su lenguaje santo es por sentencias y admirables ejemplos.

Dice que en un monasterio de Egipto donde moraban trescientos treinta monjes y no había más un alma y un corazón; y que a pocos pasos de este monasterio había otro que se llamaba La Cárcel, donde voluntariamente se encerraban los que después de la profesión habían confesado alguna grave culpa, y hacían tan asombrosas penitencias, que no se pueden leer sin llenarse los ojos de lágrimas y temblar las carnes de horror.

Se encomendaba a las oraciones de este varón santísimo el venerable Pontífice San Gregorio Magno, y el abad Raytú, en una epístola que también le escribió le pone este título: “Al admirable varón, igual a los ángeles, Padre de Padres, y doctor excelente, salud en el Señor”. 

Habiendo pasado el santo sesenta y cuatro años en el desierto, a los ochenta años de edad, entregó su alma purísima y preciosísima al Señor.



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