miércoles, 6 de marzo de 2024

6 DE MARZO: SAN OLEGARIO, OBISPO DE BARCELONA


6 de Marzo: San Olegario, obispo de Barcelona

(✞ 1136)

Uno de los blasones con que se ennoblece Barcelona es el poder contar entre sus ilustres hijos al glorioso San Olegario, dignísimo prelado de la ciudad condal y arzobispo de Tarragona. 

Fue el padre de la Orden ecuestre y tenido como muy válido por el conde de Barcelona, don Ramón Berenguer, primero de este nombre. Su madre, llamada Guilla, era matrona nobilísima y santa, descendiente del antiguo linaje de los godos, la cual, criando con sus pechos al niño Olegario, le dio con la leche la educación de buenas y santas costumbres.

A la edad de diez años lo inscribieron en el gremio de los canónigos de la santa catedral de Barcelona, y ordenado como sacerdote en la edad competente, resultó un gran maestro, doctor y predicador famosísimo.

Pero él renunció a la prebenda y tomó el hábito de los canónigos regulares de San Agustín en el convento de San Adriano, de donde por huir de la dignidad de Prior, pasó a la abadía de San Rufo, que era un convento de la misma Orden en la Provenza.

No pudo al fin prevalecer su humildad, y tuvo que rendirse a la voluntad de Dios, que le había escogido para que fuese resplandeciente lumbrera de su Santa Iglesia.

Fue, pues, elegido Prior en la Provenza y llamado después por voz común a la Silla episcopal de Barcelona, y finalmente, fue escogido para la cátedra metropolitana de Tarragona, por riguroso mandamiento del Santo Pontífice. 

Asistió al Concilio Lateranense, convocado por Calixto II, el cual le hizo legado suyo a latere para el reino de España, y en el Concilio de Clermont, nuestro santo declaró excomulgado al antipapa Anacleto e hizo venir a concordia al conde don Berenguer con la señoría de Génova, contribuyó a la paz en Zaragoza entre don Alfonso, rey de Castilla y don Ramiro, rey de Aragón, reedificó iglesias, construyó monasterios, resolvió pleitos, hizo grandes limosnas, y sobre todas estas obras ilustres, fue siempre un espejo de toda virtud, un ángel de paz y un gran santo.

Estando cierto día en el fervor de la contemplación, completamente absorto y fuera de sus sentidos, pidió a Dios nuestro Señor le hiciera la gracia de revelarle el tiempo de su partida y última hora. 

Dios le concedió su petición y en un sínodo al que asistió nuestro santo, dijo a los sinodales que aquella sería la última vez que les predicaría, y así fue.

Recibió con mucha devoción los santos Sacramentos y diciendo en voz muy clara a Jesucristo y a su Madre Santísima: “En vuestras manos encomiendo mi espíritu”, entregó su bendita alma al Creador.

Falleció a los setenta y seis años de vida, y fue luego canonizado al uso antiguo de la Iglesia, que era la veneración de los fieles y el permiso de los Sumos Pontífices, y más tarde, por el papa Inocencio XI, acreditando el Señor la santidad de su siervo con grandes y numerosos prodigios.

Su santo cuerpo se conserva incorrupto en la capilla del Sacramento, de la catedral de Barcelona.



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