Última parte del análisis del Decreto Unitatis Redintegratio del concilio ecuménico Vaticano II y su comparación con la verdadera enseñanza de la Iglesia Católica.
Por el Ing. Mateo Roberto Gorostiaga
II. LAS IGLESIAS Y COMUNIDADES ECLESIALES SEPARADAS EN OCCIDENTE
CONDICIÓN PROPIA DE ESTAS COMUNIDADES
U.R. 19 a) Las Iglesias y comunidades eclesiales que se disgregaron de la Sede Apostólica Romana, bien en aquella gravísima perturbación que comenzó en el Occidente ya a finales de la Edad Media, bien en tiempos sucesivos, están unidas con la Iglesia católica por una afinidad de lazos y obligación particulares por haber desarrollado en los tiempos pasados una vida cristiana multisecular en comunión eclesiástica.
PÍO IX CONDENA EN EL SYLLABUS (PROPOSICIÓN 18):
18. El protestantismo no es más que una forma distinta de la verdadera religión cristiana; y dentro de aquélla se puede agradar a Dios lo mismo que en la Iglesia católica (D.1718).
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
(Punto en que muchos yerran) 12. Además, aquellos que hacen profesión de cristianismo reconocen de ordinario que la fe debe ser una. El punto más importante y absolutamente indispensable, aquel en que yerran muchos, consiste en discernir de qué naturaleza es, de qué especie es esta unidad. Pues aquí, como Nos lo hemos dicho más arriba, en semejante asunto no hay que juzgar por opinión o conjetura, sino según la ciencia de los hechos hay que buscar y comprobar cuál es la unidad de la fe que Jesucristo ha impuesto a su Iglesia.
14. Al punto de volverse al cielo [Jesús] envía a sus apóstoles revistiéndolos del mismo poder con el que el Padre le enviara, les ordenó que esparcieran y sembraran por todo el mundo su doctrina. “Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra. Id y enseñad a todas las naciones... enseñadles a observar todo lo que os he mandado”. Todos los que obedezcan a los apóstoles serán salvos, y los que no obedezcan perecerán.
“Quien crea y se bautice será salvo; quien no crea será condenado” ( Mc. 16, 16).
PÍO IX.- CONCILIO VATICANO:
[Canon] Si alguno, pues, dijere que no es de institución de Cristo mismo, es decir, de derecho divino, que el bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en el primado sobre la Iglesia universal; o que el Romano Pontífice no es sucesor del bienaventurado Pedro en el mismo primado, sea anatema (D.1S25).
U.R. 19 b) Puesto que estas ideas y comunidades eclesiales, por la diversidad de su origen, de su doctrina y de su vida espiritual, discrepan bastante no solamente de nosotros, sino también entre sí, es tarea muy difícil describirlas cumplidamente, cosa que no pretendemos hacer aquí.
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
20. [...] Si hay, pues, un punto que haya sido revelado evidentemente por Dios y nos negamos a creerlo, no creemos en nada de la fe divina. Pues el juicio que emite Santiago respecto de las faltas en el orden moral hay que aplicarlo a los errores de entendimiento en el orden de la fe. “Quien se hace culpado en un solo punto, se hace transgresor de todos”. Esto es aún más verdadero en los errores del entendimiento. No es, en efecto, en el sentido más propio como pueda llamarse transgresor de toda la ley a quien haya cometido una sola falta moral, pues si puede aparecer despreciando a la majestad de Dios, autor de toda la ley, ese desprecio no aparece sino por una suerte de interpretación de la voluntad del pecador. Al contrario, quien en un solo punto rehúsa su asentimiento a las verdades divinamente reveladas, realmente abdica de toda la fe, pues rehúsa someterse a Dios en cuanto a que es la soberana verdad y el motivo propio de la fe. “En muchos puntos están conmigo, en otros solamente no están conmigo; pero a causa de esos puntos en los que no están conmigo, de nada les sirve estar conmigo en todo lo demás” (San Agustín Salmo 54. n.19. P.L. 36, 641.)
34. [...] Por esto San Jerónimo escribe lo que sigue a Dámaso: “Hablo al sucesor del Pescador y al discípulo de la Cruz... Estoy ligado por la comunión a Vuestra Beatitud, es decir, a la Cátedra de Pedro. Sé que sobre esa piedra se ha edificado la Iglesia” (San Jerónimo Ep. 15 ad Dam. n. 2. P.L. 22, 355).
El método habitual de San Jerónimo para reconocer si un hombre es católico es saber si está unido a la Cátedra romana de Pedro. “Si alguno está unido a la Cátedra romana de Pedro, ése es mi hombre” (San Jerónimo Ep. 16 ad Dam. n. 2. P.L. 22. 359). Por un método análogo San Agustín, que declara abiertamente que en la iglesia romana estaba siempre en vigencia el Primado de la Cátedra apostólica, afirma que quien se separa de la fe romana no es católico. “No puede creerse que guardáis la fe católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe romana” (San Agustín Ep. 43. 7; Serm. 120. 13. P.L. 33. 163).
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
42. [...] Por esto, el decreto del concilio Vaticano I que definió la naturaleza y el alcance de la primacía del Pontífice romano no introdujo ninguna opinión nueva, pues sólo afirmó la antigua y constante fe de todos los siglos.
U.R. 19 c) Aunque todavía no es universal el movimiento ecuménico y el deseo de armonía con la Iglesia católica, abrigamos, no obstante, la esperanza de que este sentimiento ecuménico y el mutuo aprecio irán imponiéndose poco a poco en todos.
PÍO XI (MORTALIUM ANIMOS):
2. [...] estas personas organizan con frecuencia convenciones y reuniones en las que hay un gran número de oyentes presentes y en las que todos, sin distinción, están invitados a participar en la discusión, tanto infieles de todo tipo, como cristianos, incluso aquellos que desgraciadamente se han alejado de Cristo o que con obstinación y pertinencia niegan su naturaleza y misión divinas
7. [“La división” de la Iglesia”] [...] Añaden que la Iglesia en sí misma, o en su naturaleza, está dividida en secciones; es decir, que está formada por varias iglesias o comunidades distintas, que aún permanecen separadas, y aunque tienen ciertos artículos de doctrina en común, discrepan, sin embargo, con respecto al resto; que todos estos gocen de los mismos derechos; y que la Iglesia era una y única desde, como máximo, la era apostólica hasta los primeros concilios ecuménicos. Las controversias, por lo tanto, dicen, y las diferencias de opinión de larga data que se mantienen hasta el día de hoy, entre los miembros de la familia cristiana, deben dejarse de lado por completo, y de las doctrinas restantes una forma común de fe elaborada y propuesta para la creencia en general. La profesión de la cual todos no solo deben saber, sino sentir que son hermanos. Las múltiples iglesias o comunidades, si se unen en algún tipo de federación universal, estarían en posición de oponerse fuertemente y con éxito al progreso de la irreligión.
Y LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
[17…] “Pero -dijo Cristo Nuestro Señor- si yo hago esas obras y no queréis creer en mí, creed en mis obras” (Juan 10:38). Todo lo que ordena, lo ordena con la misma autoridad; en el asentimiento de espíritu que exige, no exceptúa nada, nada distingue. Aquellos, pues, que escuchaban a Jesús, si querían salvarse, tenían el deber no sólo de aceptar en general toda su doctrina, sino de asentir plenamente a cada una de las cosas que enseñaba. Negarse a creer, aunque sólo fuera en un punto, a Dios cuando habla es contrario a la razón.
20. Nada es más justo; porque aquellos que no toman de la doctrina cristiana sino lo que quieren, se apoyan en su propio juicio y no en la fe, y al rehusar “reducir a servidumbre toda inteligencia bajo la obediencia de Cristo (2 Cor 10:5) obedecen en realidad a sí mismos antes que a Dios”. “Vosotros, que en el Evangelio creéis lo que os agrada y os negáis a creer lo que os desagrada, creéis en vosotros mismos mucho más que en el Evangelio” (San Agustin cont. Faust. 1. 17, 3. P.L. 42, 342).
21. Los Padres del concilio Vaticano I nada dictaron de nuevo, pues sólo se conformaron con la institución divina y con la antigua y constante doctrina de la Iglesia y con la naturaleza misma de la fe cuando formularon este decreto: “Se deben creer como de fe divina y católica todas las verdades que están contenidas en la palabra de Dios escrita o transmitida por la tradición, y que la Iglesia, bien por un juicio solemne o por su magisterio ordinario y universal, propone como divinamente revelada” (Conc. Vat. Ses. 3. c.3. D.1792). (S.C.).
PÍO IX, 1846-1878 – CONCILIO VATICANO, 1869-1870:
[Afirmación del primado] Por lo tanto, apoyados en los claros testimonios de las Sagradas Letras y siguiendo los decretos elocuentes y evidentes, ora de nuestros predecesores los Romanos Pontífices, ora de los Concilios universales, renovamos la definición del Concilio Ecuménico de Florencia, por la que todos los fieles de Cristo deben creer que “la Santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice poseen el primado sobre todo el orbe, y que el mismo Romano Pontífice es sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, y verdadero vicario de Jesucristo y cabeza de toda la Iglesia, y padre y maestro de todos los cristianos; y que a él le fue entregada por nuestro Señor Jesucristo, en la persona del bienaventurado Pedro, plena potestad de apacentar, regir y gobernara la Iglesia universal, tal como aúnen las actas de los Concilios Ecuménicos y en los sagrados Cánones se contiene” [v. D.694] (D.1826).
(45. Pedro jefe de la sociedad cristiana) Es, [Cristo], el Rey de la Iglesia, que posee la llave de David; cierra, y nadie puede abrir: abre, y nadie puede cerrar (Apoc. 3, 7.), y por eso, al dar las llaves a Pedro le declara jefe de la sociedad cristiana. Es también el Pastor supremo, que a sí mismo se llama el Buen Pastor (Juan 10: 11.) y por eso también ha nombrado a Pedro pastor de sus corderos y ovejas.
Por esto dice San Crisóstomo: Era el principal entre los Apóstoles; era como la boca de los otros discípulos y la cabeza del cuerpo apostólico… Jesús, al decirle que debe tener en adelante confianza, porque la mancha de su negación está ya borrada, le confía el gobierno de sus hermanos. Si tú me amas, sé jefe de tus hermanos (Crisóst. Hom. 88 in Joan. 1. P.G. 59, 178-79). Finalmente, Aquél que confirma en toda buena obra y en toda buena palabra (II Tes. 2, 16) es quien manda a Pedro que confirme a sus hermanos.
San León Magno dice con razón: Del seno del mundo entero, Pedro solo ha sido elegido para ser puesto a la cabeza de todas las naciones llamadas, de todos los Apóstoles, de todos los Padres de la Iglesia; de tal suerte que, aunque haya en el pueblo de Dios muchos pastores, Pedro, sin embargo, rige propiamente a todos los que son principalmente regidos por Cristo (San León Magno Sermon IV. c. 11. P.I.. 54, 149-50). Sobre el mismo asunto escribe San Gregorio Magno al emperador Mauricio Augusto: Para todos los que conocen el Evangelio, es evidente que por la palabra del Señor, el cuidado de toda la Iglesia ha sido confiado al Santo Apóstol Pedro, jefe de todos los Apóstoles… Ha recibido las llaves del reino de los cielos, el poder de atar y desatar le ha sido concedido, y el cuidado y el gobierno de toda la Iglesia le ha sido confiado (San Gregorio Epist. 1, V. ep. 20. P.L. 77. 745-46).
U.R. 19 d) Hay que reconocer, ciertamente que entre estas Iglesias y comunidades y la Iglesia católica hay discrepancias esenciales no sólo de índole histórica, sociológica, psicológica y cultural, sino, ante todo, de interpretación de la verdad revelada. Mas para que, a pesar de estas dificultades, pueda entablarse más fácilmente el diálogo ecuménico, en los siguientes párrafos trataremos de ofrecer algunos puntos que pueden y deben ser fundamento y estímulo para este diálogo.
LEÓN X (1513-1521) EN LA BULA EXSURGE DOMINE, DE 15-VI-1510, CONDENA ESTOS ERRORES DE LUTERO:
1. Es sentencia herética, pero muy al uso, que los sacramentos de la Nueva Ley, dan la gracia santificante a los que no ponen óbice (D. 741).
2. Decir que en el niño después del bautismo no permanece el pecado, es conculcar juntamente a Pablo y a Cristo (D.742) […]
7. Muy veraz y superior a la doctrina es el proverbio hasta ahora enseñado por todos sobre las contriciones: “La suma penitencia es no hacerlo en adelante; la mejor penitencia, la vida nueva” (D.747).
LEÓN X (1513-1521) EN LA BULA EXSURGE DOMINE, DE 15-VI-1510, CONDENA ESTOS ERRORES DE LUTERO:
1. Es sentencia herética, pero muy al uso, que los sacramentos de la Nueva Ley, dan la gracia santificante a los que no ponen óbice (D. 741).
2. Decir que en el niño después del bautismo no permanece el pecado, es conculcar juntamente a Pablo y a Cristo (D.742) […]
7. Muy veraz y superior a la doctrina es el proverbio hasta ahora enseñado por todos sobre las contriciones: “La suma penitencia es no hacerlo en adelante; la mejor penitencia, la vida nueva” (D.747).
8. En modo alguno presumas confesar los pecados veniales; pero ni siquiera todos los mortales, porque es imposible que los conozcas todos. De ahí que en la primitiva Iglesia sólo se confesaban los pecados mortales manifiestos (o públicos) (D.74S).
9. Al querer confesarlo absolutamente todo, no hacemos otra cosa que no querer dejar nada a la misericordia de Dios para que nos lo perdone (D.749) […]
24. Hay que enseñar a los cristianos más a amar la excomunión que a temerla (D.764)[…[
31. El justo peca en toda obra buena (D.771).
32. Una obra buena, hecha de la mejor manera, es pecado venial… (D.772).
Sobre la Bula Exsurge Domino dice el “Dictionnaire de Theologie Catholique” de Vacant, Mangenot y Amman, articulo sobre Lutero:
Cuarenta y una proposiciones de Lutero fueron allí condenadas; más de la mitad trataban la teoría de la justificación por la fe sin las obras, las otras de la autoridad de la Iglesia.LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
A comienzo de noviembre (1520) en un nuevo panfleto: Contra la execrable bula del Anticristo, Lutero se vuelve más agresivo. Al fin se decide a cortar los puentes. El 10 de diciembre, ante la puerta del Elster, quema la bula en público. Mientras ella ardía, dijo solemnemente: “Puesto que has turbado la verdad de Dios, que el Señor te turbe en este fuego”.
Más adelante él escribía en 1531: “Yo no puedo rezar sin maldecir. Cuando digo: 'Santificado sea tu nombre', no puedo evitar de agregar: 'maldito, condenado, infame sea el nombre de los papistas y de cuantos injurian tu nombre'. Cuando digo 'Vénganos el tu reino', yo agrego: 'maldito, condenado, abajo sea el papismo, con todos los reinos que sobre la tierra se elevan contra el tuyo'. Cuando digo: 'Hágase tu voluntad', agrego: 'Malditos, condenados, infames, abajo sean todos los pensamientos y proyectos de los papistas y de todos los que trabajan contra tu voluntad y tus designios'. Es así que rezo todos los días, del Fondo del corazón como de los labios, sin cansarme”.
(A los hijos fieles) 44. […] Todos los que por un insigne beneficio de Dios tienen la dicha de haber nacido en el seno de la Iglesia católica y de vivir en ella, escucharán nuestra voz apostólica, Nos no tenemos ninguna razón para dudar de ello. “Mis ovejas oyen mi voz”. Todos ellos habrán hallado en esta carta medios para instruirse más plenamente y para adherirse con un amor más ardiente cada uno a sus propios Pastores, y por éstos al Pastor supremo, a fin de poder continuar con más seguridad en el aprisco único y recoger una mayor abundancia de frutos saludables.
[A los que están fuera de la Iglesia] Pero “fijando nuestras miradas en el autor y consumador de la fe, Jesús”, cuyo lugar ocupamos y por quien Nos ejercemos el poder, aunque sean débiles nuestras fuerzas para el peso de esta dignidad y de este cargo, Nos sentimos que su caridad inflama nuestra alma y emplearemos, no sin razón, estas palabras que Jesucristo decía de sí mismo: “Tengo otras ovejas que no están en este aprisco; es preciso también que yo las conduzca, y escucharán mi voz”. No rehúsen, pues, escucharnos y mostrarse dóciles a nuestro amor paternal todos aquellos que detestan la impiedad, hoy tan extendida, que reconocen a Jesucristo, que le confiesan Hijo de Dios y Salvador del género humano, pero que, sin embargo, viven errantes y apartados de su Esposa. Los que toman el nombre de Cristo es necesario que lo tomen todo entero.
LA CONFESIÓN DE CRISTO
U.R. 20. Nuestra atención se dirige, ante todo, a los cristianos que reconocen públicamente a Jesucristo como Dios y Señor y Mediador único entre Dios y los hombres, para gloria del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sabemos que existen graves divergencias entre la doctrina de estos cristianos y la doctrina de la Iglesia católica aun respecto a Cristo, Verbo de Dios encarnado, de la obra de la redención y, por consiguiente, del misterio y ministerio de la Iglesia y de la función de María en la obra de la salvación. Nos gozamos, sin embargo, viendo a los hermanos separados tender hacia Cristo, como fuente y centro de la comunión eclesiástica. Movidos por el deseo de la unión con Cristo, se sienten impulsados a buscar más y más la unidad y también a dar testimonio de su fe delante de todo el mundo.
PÍO XI, (MORTALIUM ANIMOS):
9. […] ¿quién puede concebir una Federación Cristiana, cuyos miembros conserven cada uno sus propias opiniones y juicios privados, incluso en asuntos que conciernen al objeto de la fe, aunque sean repugnantes a las opiniones del resto? ¿Y de qué manera -preguntamos- pueden los hombres que siguen opiniones contrarias, pertenecer a la misma Federación de fieles? Por ejemplo, aquellos que afirman y quienes niegan que la Tradición sagrada es una verdadera fuente de la Revelación divina; aquellos que sostienen que se ha constituido divinamente una jerarquía eclesiástica, formada por obispos, sacerdotes y ministros, y quienes afirman que se ha incorporado poco a poco de acuerdo con las condiciones de la época; aquellos que adoran a Cristo realmente presente en la Santísima Eucaristía a través de esa maravillosa conversión del pan y el vino, que se llama transubstanciación, y aquellos que afirman que Cristo está presente solo por fe o por la significación y virtud del Sacramento; aquellos que en la Eucaristía reconocen la naturaleza tanto de un sacramento como de un sacrificio, y aquellos que dicen que no es más que el memorial o conmemoración de la Cena del Señor; aquellos que creen que es bueno y útil invocar por oración a los santos que reinan con Cristo, especialmente a María, la Madre de Dios, y venerar sus imágenes, y aquellos que instan a que no se haga uso de esa veneración, porque es contrario al honor que se le debe a Jesucristo, “el único mediador de Dios y los hombres” (Ver Tim. 2, 5).
León XIII, 1878-1903 (Testem Benevolentiae)
Muchos piensan que estas concesiones deben ser hechas no sólo en asuntos de disciplina, sino también en las Doctrinas que conforman el “Depósito de la Fe”. Ellos sostienen que sería oportuno, para ganar las voluntades de aquellos que disienten de nosotros, omitir ciertos puntos de la Doctrina como si fueran de menor importancia, o moderarlos de tal manera que no conservarían el mismo sentido que la Iglesia constantemente les ha dado.
No se necesitan muchas palabras, querido hijo Nuestro, para entender con cuán reprobable designio ha sido pensado esto, si tan sólo se recuerda la naturaleza y el origen de la Doctrina que la Iglesia transmite. El Concilio Vaticano dice al respecto:
De ahí que también hay que mantener perpetuamente el sentido de los Sagrados Dogmas que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonarlo bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo”
[v. D.1800](D.1967)
U.R.: 20. […] [Los hermanos separados] … movidos por el deseo de la unión con Cristo, se sienten impulsados a buscar más y más la unidad y también a dar testimonio de su fe delante de todo el mundo.
U.R.: 20. […] [Los hermanos separados] … movidos por el deseo de la unión con Cristo, se sienten impulsados a buscar más y más la unidad y también a dar testimonio de su fe delante de todo el mundo.
LEÓN XIII (TESTEM BENEVOLENTIAE):
Todo Magisterio externo es rechazado por éstos, que quieren alcanzar la perfección cristiana, por considerarlo superfluo e incluso menos útil; dicen que el Espíritu Santo infunde ahora en las almas de los fieles unos carismas mayores y más abundantes que en los tiempos pasados, guiándolos e instruyéndolos, sin mediación alguna, por un cierto impulso misterioso (D.1970).
PÍO IX, 1846-1878.- CONCILIO VATICANO, 1869-1870:
Así, pues, “toda aserción contraria a la verdad de la fe iluminada, definimos que es absolutamente falsa” [V Concilio de Letrán; v. 738] (D.1797).
Y la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada… (D.1800).
Y ASÍ TERMINA EL SÍMBOLO QUIMCUMQUE O ATANASIANO:
Esta es la fe católica: Uno no puede ser salvo sin creer en esto con firmeza y fidelidad (D. 40).
EL ESTUDIO DE LA SAGRADA ESCRITURA
U.R. 21 a) El amor y la veneración y casi culto a las Sagradas Escrituras conducen a nuestros hermanos separados el estudio constante y solícito de la Biblia, pues el Evangelio “es poder de Dios para la salud de todo el que cree, del judío primero, pero también del griego” (Rom., 1,16).
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
12. […] La doctrina celestial de Jesucristo, aunque en gran parte esté consignada en libros inspirados por Dios, si hubiese sido entregada a los pensamientos de los hombres no podría por sí misma unir los espíritus. Con la mayor facilidad llegaría a ser objeto de interpretaciones diversas, y esto no sólo a causa de la profundidad y de los misterios de esta doctrina, sino por la diversidad de los entendimientos de los hombres y de la turbación que nacería del choque y de la lucha de contrarias pasiones. De las diferencias de interpretación nacería necesariamente la diversidad de los sentimientos, y de ahí las controversias, disensiones y querellas, como las que estallaron en la Iglesia en la época más próxima a su origen: He aquí por qué escribía San Ireneo, hablando de los herejes: “Confiesan las Escrituras, pero pervierten su interpretación”. Y San Agustín: “El origen de las herejías y de los dogmas perversos, que tienden lazos a las almas y las precipitan en el abismo, está únicamente en que las Escrituras, que son buenas, se entienden de una manera que no es buena” (San Aug. Evang. Joa. trac-18, c. 5, n° 1).
PAULO III, 1534-1549. CONCILIO DE TRENTO 1545-1563 (SESIÓN VI, 13-1-1543) CONTRA LA VANA CONFIANZA DE LOS HEREJES:
Pero aún cuando sea necesario creer que los pecados no se remiten ni fueron jamás remitidos sino gratuitamente por la misericordia divina a causa de Cristo; no debe, sin embargo, decirse que se remiten o han sido remitidos los pecados a nadie que se jacte de la confianza y certeza de la remisión de sus pecados y que en ella sola descanse, como quiera que esa confianza vana y alejada de toda piedad, puede darse entre los herejes y cismáticos, es más, en nuestro tiempo se da y se predica en contra de la Iglesia Católica (Can. 12)… (D.802).
Si alguno dijere que los sacramentos de la Nueva Ley no son necesarios para la salvación, sino superfluos, y que sin ellos o el deseo de ellos, los hombres alcanzan de Dios, por la sola fe, la gracia de la justificación -aun cuando no todos los sacramentos sean necesarios a cada uno-, sea anatema (D.847).
PÍO XII EN HUMANI GENERIS DE 12-VIII-1950:
21. Algunos no se consideran obligados por la doctrina —que, fundada en las fuentes de la revelación, expusimos Nos hace pocos años en una Encíclica—, según la cual el Cuerpo místico de Cristo y la Iglesia católica romana son una sola y misma cosa. Otros reducen a una pura fórmula la necesidad de pertenecer a la verdadera Iglesia para conseguir la salud eterna. Otros, finalmente, no admiten el carácter racional de los signos de la credibilidad de la fe cristiana (D.2319).
SAN LEÓN IX, DE LA CARTA CONGRATULAMUR VEHEMENTER, DE 13-1V-1053:
Además anatematizo toda herejía que se levanta contra la Santa Iglesia Católica, y juntamente, a quien haya venerado otras Escrituras fuera de las que recibe la Santa Iglesia Católica. Recibo los cuatro Concilios y los venero como a los cuatro Evangelios, pues la Santa Iglesia universal por las cuatro partes del mundo está apoyada en ellos como en una piedra... De igual modo recibo y venero los otros tres Concilios... Cuanto los antedichos siete Concilios santos y universales sintieron y alabaron, yo también los siento y alabo, y a cuantos anatematizaron, yo los anatematizo.
U.R. 21 b) Invocando al Espíritu Santo, buscan en las Escrituras a Dios, que, en cierto modo, les habla en Cristo, preanunciado por los profetas, Verbo de Dios encarnado por nosotros. En ellas contemplan la vida de Cristo y cuanto el divino Maestro enseñó y realizó para la salvación de los hombres, sobre todo los misterios de su muerte y de su resurrección.
León XIII (SATIS COGNITUM):
44. […] Los que toman el nombre de Cristo es necesario que lo tomen todo entero. “Cristo todo entero es una cabeza y un cuerpo, la cabeza es el Hijo único de Dios; el cuerpo es su Iglesia: es el esposo y la esposa, dos en una sola carne. Todos los que tienen respecto de la cabeza un sentimiento diferente del de las Escrituras, en vano se encuentran en todos los lugares donde se halla establecida la Iglesia, porque no están en la Iglesia. E, igualmente, todos los que piensan como la Sagrada Escritura respecto de la cabeza, pero que no viven en comunión con la autoridad de la Iglesia, no están en la Iglesia”.
[…]
E, igualmente, todos los que piensan como la Sagrada Escritura respecto de la cabeza, pero que no viven en comunión con la autoridad de la Iglesia, no están en la Iglesia (S. Agust. contra Donat. ep. sive de Unitate Eccl. c. IV.. n. 7. P.L. 43. 395).
SESIÓN IV (8 DE ABRIL DE 1546) PAULO III, 1534-1549.- CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563:
El sacrosanto, ecuménico y universal Concilio de Trento… (para) que, quitados los errores, se conserve en la Iglesia la pureza misma del Evangelio que, prometido antes por obra de los profetas en las Escrituras Santas, promulgó primero por su propia boca Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios y mandó luego que fuera predicado por ministerio de sus Apóstoles a todo criatura [Mt. 28, 19 y s; Mc. 16,15] como fuente de toda saludable verdad y de toda disciplina de costumbres; y viendo perfectamente que esta verdad y disciplina se contiene en los libros escritos y las tradiciones no escritas que, transmitidas como de mano en mano, han llegado hasta nosotros desde los apóstoles, quienes las recibieron o bien de labios del mismo Cristo, o bien por inspiración del Espíritu Santo; siguiendo los ejemplos de los Padres ortodoxos, con igual afecto de piedad e igual reverencia recibe y venera todos los libros, así del Antiguo como del Nuevo Testamento, como quiera que un solo Dios es autor de ambos, y también las tradiciones mismas que pertenecen ora a la fe, ora a las costumbres, como oralmente por Cristo o por el Espíritu Santo dictadas y por continua sucesión conservadas en la Iglesia Católica.
Ahora bien, creyó deber suyo escribir adjunto a este decreto un índice [o canon] de los libros sagrados, para que a nadie pueda ocurrir duda sobre cuáles son los que por el mismo Concilio son recibidos (D.783).
Son los que a continuación se escriben [sigue la lista de los libros canónicos de ambos Testamentos]… Y si alguno no recibiere como sagrados y canónicos los libros mismos íntegros con todas sus partes, tal como se han acostumbrado leer en la Iglesia Católica y se contienen en la antigua edición vulgata latina, y despreciare a ciencia y conciencia las tradiciones predichas, sea anatema. Entiendan, pues, todos, porqué orden y camino, después de echado el fundamento de la confesión de la fe, ha de avanzar el Concilio mismo y de qué testimonios y auxilios se ha de valer principalmente para confirmar los dogmas y restaurar en la Iglesia las costumbres (D.784).
Además para reprimir los ingenios petulantes, decreta que nadie, apoyado en su prudencia, sea osado a interpretar la Escritura Sagrada, en materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, retorciendo la misma Sagrada Escritura conforme al propio sentir, contra aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadera sentido e interpretación de las Escrituras Santas, o también contra el unánime sentir de los Padres, aun cuando tales interpretaciones no hubieren de salir a luz en tiempo alguno. Los que contravinieren, sean declarados por medio de los ordinarios y castigados con las penas establecidas por el derecho…
U.R. 21 c) Pero cuando los hermanos separados reconocen la autoridad divina de los sagrados libros sienten -cada uno a su manera- diversamente de nosotros en cuanto a la relación entre las Escrituras y la Iglesia, en la cual, según la fe católica, el magisterio auténtico tiene un lugar especial en orden a la exposición y predicación de la palabra de Dios escrita.
LEÓN XIII (TESTEM BENEVOLENTIAE):
Pero, querido hijo Nuestro, en el asunto del que estamos hablando, es más peligroso y más pernicioso para la Doctrina y la Disciplina Católicas aquel proyecto por el que los seguidores de la novedad sostienen que se debe introducir una suerte tal de libertad en la Iglesia que, disminuyendo de alguna manera su supervisión y cuidado, se permita a cada uno de los fieles ser más indulgente con sus propias ideas y con su propia actividad. (D.1969).
SAN PÍO X, JURAMENTO ANTIMODERNISTA:
Repruebo igualmente el método de juzgar e interpretar la Sagrada Escritura que, sin tener en cuenta la tradición de la Iglesia, la analogía de la fe y las normas de la Sede Apostólica, sigue los delirios de los racionalistas y abraza no menos libre que temerariamente la crítica del texto como regla única y suprema. (D.2146).
LEÓN XIII (PROVIDENTISSIMUS DEUS, DE 18-M-1893):
45. [...] En efecto, los libros que la Iglesia ha recibido como sagrados y canónicos, todos e íntegramente, en todas sus partes, han sido escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo; y está tan lejos de la divina inspiración el admitir error, que ella por sí misma no solamente lo excluye en absoluto, sino que lo excluye y rechaza con la misma necesidad con que es necesario que Dios, Verdad suma, no sea autor de ningún error (D. 1951).
46. Tal es la antigua y constante creencia de la Iglesia definida solemnemente por los concilios de Florencia y de Trento, confirmada por fin y más expresamente declarada en el concilio Vaticano, que dio este decreto absoluto: “Los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, íntegros ... tienen a Dios por autor”. [ v. D. 1787]… (D. 1052).
48. Valga por todos lo que el mismo Agustín escribe a Jerónimo: “Yo confieso a vuestra caridad que he aprendido a dispensar a solos los libros de la Escritura que se llaman canónicos la reverencia y el honor de creer muy firmemente que ninguno de sus autores ha podido cometer un error al escribirlos. Y si yo encontrase en estas letras algo que me pareciese contrario a la verdad, no vacilaría en afirmar o que el manuscrito es defectuoso, o que el traductor no entendió exactamente el texto, o que no lo he entendido yo” (S. August. Ep. 82, 1, 3 (P.L. 33 (Aug. II). 277) y con frecuencia en otras partes) (D.1952).
52. Muchas acusaciones de todo género se han venido lanzando contra la Escritura durante largo tiempo y con tesón, que hoy están completamente desautorizadas como vanas, y no pocas interpretaciones se han dado en otro tiempo acerca de algunos lugares de la Escritura —que no pertenecían ciertamente a la fe ni a las costumbres— en los que después una más diligente investigación ha aconsejado rectificar. El tiempo borra las opiniones humanas, mas “la verdad se robustece y permanece para siempre” (Esdras IV, 38).(D.1953).
ASÍ CLEMENTE VI SUPER QUIBUSDAM (29 DE SEPTIEMBRE DE 1351) A CONSOLADOR CATOLICÓN DE LOS ARMENIOS:
1065 D.570r. Decimocuarto, si has creído y crees que el Nuevo y Antiguo Testamento, en todos los libros que nos ha transmitido la autoridad de la Iglesia Romana, contienen en todo la verdad indubitable...
PÍO IV, 1559-1565.- CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563:
Admito y abrazo firmísimamente las tradiciones de los Apóstoles y de la Iglesia y las restantes observancias y constituciones de la misma Iglesia. Admito igualmente la Sagrada Escritura conforme al sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien compete juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Sagradas Escrituras, ni jamás la tomaré e interpretaré sino conforme al sentir unánime de los Padres (D.995).
… Abrazo y recibo todas y cada una de las cosas que han sido definidas y declaradas en el sacrosanto Concilio de Trento acerca del pecado original y de la justificación (D.996).
U.R. 21 d) Sin embargo, las Sagradas Escrituras son, en el diálogo mismo, instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios para lograr aquella unidad que el Salvador presenta a todos los hombres.
PÍO IX, 1846-1878.- CONCILIO VATICANO, 1869-1870:
(De las fuentes de la revelación) Ahora bien, esta revelación sobrenatural, según la fe de la Iglesia universal declarada por el santo Concilio de Trento, “se contiene en los libros escritos y en las tradiciones no escritas, que recibidas por los Apóstoles de boca de Cristo mismo, o sea por los mismos Apóstoles bajo la inspiración del Espíritu Santo transmitidas como de mano en mano, han llegado hasta nosotros” (Con. Trid., v. D.783). Estos libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, íntegros con todas sus partes, tal como se enumeran en el decreto del mismo Concilio, y se contienen en la antigua edición Vulgata latina, han de ser recibidos como sagrados y canónicos, no porque compuestos por sola industria humana, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque contengan la revelación sin error; sino porque escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido entregados a la misma Iglesia (Can. 4).(D. 1787).
[De la interpretación de la Sagrada Escritura]. Mas como quiera que hay algunos que exponen depravadamente lo que el santo Concilio de Trento, para reprimir a los ingenios petulantes, saludablemente decretó sobre la interpretación de la Escritura divina, Nos, renovando el mismo decreto, declaramos que su mente es que en materias de fe y costumbres que atañen a la edificación de la doctrina cristiana, ha de tenerse por verdadero sentido de la Sagrada Escritura aquél que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien toca juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras santas; y, por lo tanto, a nadie es lícito interpretar la misma Escritura Sagrada contra este sentido ni tampoco contra el sentir unánime de los Padres (D.1788).
SAN PÍO X, DEL MOTU PROPRIO SACRORUM ANTISTITUM DE 1° DE SEPTIEMBRE DE 1910:
Yo…, abrazo y acepto firmemente todas y cada una de las cosas que han sido definidas, afirmadas y declaradas por el Magisterio inerrante de la Iglesia, principalmente aquellos puntos de doctrina que directamente se oponen a los errores de la época presente y...
En tercer lugar: creo igualmente con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, fue próxima y directamente instituida por el mismo verdadero e histórico Cristo, mientras vivía entre nosotros, y que fue edificada sobre Pedro, príncipe de la jerarquía apostólica, y sus sucesores para siempre.
Cuarto: acepto sinceramente la doctrina de la fe transmitida hasta nosotros desde los Apóstoles por medio de los Padres ortodoxos, siempre en el mismo sentido y en la misma sentencia [...] (D.2145).
EUGENIO IV, 1431-1447.- CONCILIO DE FLORENCIA, 1438-1445:
Asimismo definimos que la santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice tienen el primado sobre todo el orbe y que el mismo Romano Pontífice es el sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, verdadero vicario de Cristo y cabeza de toda la Iglesia y padre y maestro de todos los cristianos, y que al mismo, en la persona del bienaventurado Pedro, le fue entregada por nuestro Señor Jesucristo plena potestad de apacentar, regir y gobernara la Iglesia universal, como se contiene hasta en las actas de los Concilios ecuménicos y en los sagrados cánones (D.694).
PÍO IX, CONCILIO VATICANO:
A esta potestad están obligados por el deber de subordinación jerárquica y de verdadera obediencia los pastores y fieles de cualquier rito y dignidad… no sólo en las materias que atañen a la le y las costumbres, sino también en lo que pertenece a la disciplina y régimen de la Iglesia difundida por todo el orbe; de suerte que, guardada con el Romano Pontífice esta unidad tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un solo rebaño bajo un solo pastor supremo. Tal es la doctrina de la verdad católica, de la que nadie puede desviarse sin menoscabo de su fe y salvación (D.1827).
(Canon) Así, pues, si alguno dijere que el Romano Pontífice tiene sólo deber de inspección y dirección, pero no plena y suprema potestad de jurisdicción sobre la Iglesia universal, no sólo en las materias que pertenecen a la ley a las costumbres, sino también en las de régimen y disciplina de la Iglesia difundida por todo el orbe, o que tiene la parte principal, pero no toda la plenitud de esta suprema potestad; o que esta potestad suya no es ordinaria e inmediata, tanto sobre todas y cada una de las Iglesias, como todos y cada uno de los pastores y de los fieles, sea anatema (D.1831).
LA VIDA SACRAMENTAL
U.R. 22 a) Por el sacramento del bautismo, debidamente administrado según la institución del Señor, y recibido con la requerida disposición del alma, el hombre se incorpora realmente a Cristo crucificado y glorioso y se regenera para el consorcio de la vida divina, según las palabras del Apóstol: “Con El fuisteis sepultados en el bautismo, y en El, asimismo, fuisteis resucitados por la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos” (Col., 2,12; Rom., 6,4).
GREGORIO XVI, ENCÍCLICA MIRARI VOS:
Como el apóstol afirma (Efes. 4: 5) que existe “un Dios, una fe, un bautismo”, temen aquellos que sueñan que navegando bajo la bandera de cualquier religión podría igualmente aterrizar en el puerto de la felicidad eterna, y considerar que por el testimonio del Salvador mismo (Lc 11:23) “están en contra de Cristo, porque no están con Cristo”, y que desafortunadamente se dispersan solo porque no recolectan con él; por lo tanto “Todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe Católica; el que no la guarde íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre” (Credo de San Atanasio)
Entonces, alguien equivocadamente, entre aquellos que no están cerca de la Iglesia, se atrevería a buscar razones para alentar a regenerarse también en el agua de salud; a lo que San Agustín respondería oportunamente: “Incluso la ramita cortada de la vid tiene la misma forma, pero ¿qué forma se beneficia si no vive de la raíz?” (San Agustín, Sermón 162 A).
LEÓN XIII (SATIS SOGNITUM):
(A los que vacilan) 45. Nuestro corazón se dirige también con sin igual ardor tras aquellos a quienes el soplo contagioso de la impiedad no ha envenenado del todo, y que, a lo menos, experimentan el deseo de tener por padre al Dios verdadero, creador de la tierra y del cielo. Que reflexionen y comprendan bien que no pueden en manera alguna contarse en el número de los hijos de Dios si no vienen a reconocer por hermano a Jesucristo y por madre a la Iglesia.
Antes había dicho (N°7): “Pues ningún otro nombre ha sido dado a los hombres por el que podamos ser salvados” (Hechos IV, 2). La misión, pues, de la Iglesia es repartir entre los hombres y extender a todas las edades la salvación operada por Jesucristo y todos los beneficios que de ella se siguen. Por esto, según la voluntad de su Fundador, es necesario que sea única en toda la extensión del mundo y en toda la duración de los tiempos. Para que pudiera existir una unidad más grande sería preciso salir de los límites de la tierra e imaginar un género humano nuevo y desconocido.
[…]
9. Así, pues, si algunos miembros están separados y alejados de los otros miembros, no podrán pertenecer a la misma cabeza como el resto del cuerpo. “Hay —dice San Cipriano— un solo Dios, un solo Cristo, una sola Iglesia de Cristo, una sola fe, un solo pueblo que, por el vínculo de la concordia, está fundado en la unidad sólida de un mismo cuerpo. La unidad no puede ser amputada; un cuerpo, para permanecer único, no puede dividirse por el fraccionamiento de su organismo”. Para mejor declarar la unidad de su Iglesia, Dios nos la presenta bajo la imagen de un cuerpo animado, cuyos miembros no pueden vivir sino a condición de estar unidos con la cabeza y de tomar sin cesar de ésta su fuerza vital; separados, han de morir necesariamente. “No puede (la Iglesia) ser dividida en pedazos por el desgarramiento de sus miembros y de sus entrañas. Todo lo que se separe del centro de la vida no podrá vivir por sí solo ni respirar”.
POR ESO INOCENCIO III EN SU CARTA EIUS EXEMPLO DE 18-XII-1208:
De corazón creemos y con la boca confesamos una sola Iglesia no de herejes, sino la Santa, Romana, Católica y Apostólica, fuera de la cual creemos que nadie se salva. (D.423).
SAN PÍO X, 1903-1914 [DEL MOTU PROPRIO SACRORUM ANTISTITUM DE L-IX-1910]:
Por lo tanto, mantengo firmísimamente la fe de los Padres y la mantendré hasta el postrer aliento de mi vida sobre el carisma cierto de la verdad, que está, estuvo y estará siempre en la sucesión del episcopado desde los Apóstoles; no para que se mantenga lo que mejor y más apto pueda parecer conforme a la cultura de cada época, sino para que nunca se crea de otro modo, nunca de otro modo se entienda la verdad absoluta e inmutable predicada desde el principio por los Apóstoles.
Todo esto prometo que lo he de guardar íntegra y sinceramente y custodiar inviolablemente sin apartarme nunca de ello, ni enseñando ni de otro modo cualquiera de palabra o por escrito. Así lo prometo, así lo juro, así me ayude Dios (D.2147).
U.R. 22 b): El bautismo, por tanto, constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad entre todos los que con él se han regenerado. Sin embargo, el bautismo por sí mismo es tan sólo un principio y un comienzo, porque todo él se dirige a la consecución de la PLENITUD de la vida en Cristo. Así, pues, el bautismo se ordena a la profesión íntegra de la fe, a la PLENA incorporación, a los medios de salvación, determinados por Cristo y, finalmente, a la ÍNTEGRA incorporación en la comunión eucarística.
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
(Unidad absoluta en la fe) 11. [...] Por esto, según su plan divino, Jesús quiso que la unidad de la fe existiese en su Iglesia; pues la fe es el primero de todos los vínculos que unen al hombre con Dios, y a ella es a la que debemos el nombre de fieles.
“Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efesios IV, 5), es decir, del mismo modo que no tienen más que un solo Señor y un solo bautismo, así todos los cristianos del mundo no deben tener sino una sola fe. Por esto el apóstol San Pablo no pide solamente a los cristianos que tengan los mismos sentimientos y huyan de las diferencias de opinión, sino que les conjura a ello por los motivos más sagrados: “Os conjuro, hermanos míos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que no tengáis más que un mismo lenguaje ni sufráis cisma entre vosotros, sino que estéis todos perfectamente unidos en el mismo espíritu y en los mismos sentimientos” (I, Cor. I, 10) Estas palabras no necesitan explicación, son por sí mismas bastante elocuentes.
PÍO IX, 1846-1878 -CONCILIO VATICANO- 1869-1870:
(Del objeto de la fe) Ahora bien, deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional, y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal magisterio (D.1792).
(De la necesidad de abrazar y conservar la fe) Mas porque sin la fe… es imposible agradar a Dios [Hebr. 11, 6] y llegar al consorcio de los hijos de Dios; de ahí que nadie obtuvo jamás la justificación sin ella, y nadie alcanzará la salvación eterna, si no perseverare en ella hasta el fin (Mt. 10, 22; 24, 13]… (D.1793).
GREGORIO XVI, ENCÍCLICA SUMMO JUGITER:
No ignoráis, Venerables Hermanos, con qué celo tan intenso y constante han inculcado Nuestros Predecesores aquel mismo artículo de la fe que ellos se atreven a negar, referente a la necesidad de la fe y de la unidad católicas para conseguir la salvación. A esto se refieren las palabras del celebérrimo discípulo de los Apóstoles, San Ignacio mártir, en su carta a los filadelfos: No erréis hermanos míos; si alguno sigue al que hace cisma, no obtendrá la herencia del reino de Dios. San Agustín, por su parte, y otros Obispos africanos… explicaban esto mismo más explícitamente: Quienquiera que sea separado de esta Iglesia Católica, por más que crea vivir laudablemente, con todo, por el sólo delito de estar separado de la unidad de Cristo, no tendrá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él. Y, pasando por alto otros muchos, casi innumerables pasajes, de los antiguos Padres, mencionaremos con honor a aquel glorioso predecesor Nuestro, San Gregorio Magno, que expresamente afirma ser ésa la doctrina de la Iglesia Católica. Dice así: “La santa Iglesia Universal predica que a Dios no se le puede honrar con verdad sino dentro de ella, afirmando que cuantos están fuera de ella de ninguna manera se salvarán”.
Tenemos, además, los actos solemnes de la misma Iglesia con los que se anuncia el mismo dogma. Así, en el decreto de fe que publicó Nuestro predecesor Inocencio III, en el IV Concilio Ecuménico de Letrán, se dice: “Una es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual nadie puede salvarse” (Ver Denzinger-Umberg, Enchiridion Symb. 430; S. Cipriano Ep. 73 a Iubaiano, n. 21 Migne P.L. 3, col, 1123 B). Finalmente, el mismo dogma se encuentra expresamente indicado en las profesiones de fe propuestas por la Sede Apostólica, tanto en la común a todas las Iglesias latinas, como en las otras dos, en uso, una entre los griegos y otra entre los demás católicos orientales. No hemos enumerado estos testimonios, entresacados de entre otros muchos, Venerables Hermanos, con ánimo de enseñaros un artículo de fe que vosotros ignoráis. Lejos de Nos el haceros objeto de una sospecha tan absurda e injusta. Pero es tal la preocupación que Nos apremia por este importantísimo y conocidísimo dogma, impugnado por algunos con audacia desmedida… (Ene. Pontificias. Ed. Guadalupe, pp. 31-32).
U.R. 22 c) Las comunidades eclesiales separadas, aunque les falle esa unidad PLENA con nosotros que dimana del bautismo, y aunque creamos que, sobre todo por la carencia del sacramento del orden, no han conservado la genuina e INTEGRA sustancia del misterio eucarístico, sin embargo, mientras conmemoran en la santa cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan que en la comunión de Cristo se representa la vida, y esperan su glorioso advenimiento. Por consiguiente, la doctrina sobre la cena del Señor, sobre los demás sacramentos, sobre el culto y los misterios de la Iglesia deben ser objeto de diálogo.
EL PADRE HARTMANN GRISAR S.J. EN “MARTIN LUTERO, SU VIDA Y SU OBRA” DICE:
En 1523 hizo su aparición el folleto “De la misa clandestina y de la consagración de los clérigos”.
En este escrito rechaza Lutero no sólo el Sacrificio de la Misa, sino la presencia de Cristo en el altar sin comunión: “Dígnese Dios otorgar a todos los fieles cristianos un corazón tal que al oír hablar de la misa se santigüen, como en presencia de una abominación diabólica”.
ASAMBLEA DE ESMALCALDA (1537):
Habíanse preparado en Wittenberg… las conclusiones conocidas con el nombre de Artículos de Esmalcalda, ante todo la justificación luterana y la sola fides. “En este punto -escribía Lutero- no podemos ceder, sino mantenerlo, a pesar del cielo y de la tierra, porque en él descansa cuanto explicamos y enseñamos contra el Papa, el diablo y el mundo” (p. 325).
Venía luego la condenación del Sacrificio de la Misa: “que es la cola del dragón de que penden los sacramentos del diablo”, el purgatorio, las peregrinaciones, las reliquias, las indulgencias, la invocación de los santos… Todo ello en mescolanza, sin orden ni método, y rebozado en un mar de injurias. En tercer lugar, la cuestión de los conventos y de las fundaciones que es preciso suprimir, el pretendido derecho del Papado, que hay que rechazar. […]
GRAVE ENFERMEDAD DE LUTERO EN ESMALCALDA:
Su oración… era así: “Bien sabes, oh Dios mío, que he predicado tu palabra con celo y fidelidad… Muero odiando al Papa” (p.326).
Luego el P. Grisar narra: el epitafio por él -Lutero- prevenido para su propia tumba; y que decía que su muerte sería la muerte del Papa: Pestis eram vivus, moriens ero mors tua, papa.
LUCIO III, 1181-1185, CONCILIO DE VERONA, 1184 (DEL DECRETO AD ABOLENDUM CONTRA LOS HEREJES):
A todos los que no temen sentir o enseñar de otro modo que como predica y observa la sacrosanta Iglesia Romana, acerca del sacramento del cuerpo y de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, del bautismo, de la confesión de los pecados, del matrimonio o de los demás sacramentos de la Iglesia; y en general, a cuantos la misma Iglesia Romana o los obispos en particular por sus diócesis con el consejo de sus clérigos, o los clérigos mismos, de estar vacante la sede, con el consejo -si fuere menester-, de los obispos vecinos, hubieren juzgado por herejes, nosotros ligamos con igual vínculo de perpetuo anatema (D.402).
PÍO IV, 1559-1565.- CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563 SESIÓN XXII (17 DE SEPTIEMBRE DE 1562) DOCTRINA ACERCA DEL SANTÍSIMO SACRIFICIO DE LA MISA:
El sagrado y santo Concilio ecuménico y general de Trento, legítimamente reunido en el Espíritu Santo, presidido por los mismos Legados de la Sede Apostólica, a fin de que la antigua, completa y en todas partes perfecta fe y doctrina tocante al gran misterio de la Eucaristía sea retenido en la Santa Iglesia Católica; y que, siendo repelidos todos los errores y herejías, sea preservado en su propia pureza; (el Sínodo) instruido por la iluminación del Espíritu Santo, enseña, declara; y decreta lo que sigue, para ser predicado a los fieles, sobre el tema de la Eucaristía, considerada como verdadero y singular sacrificio. (D.937a)
Cap. 1 Sobre la institución del santísimo Sacrificio de la Misa
… Él, pues, Nuestro Dios y Señor … en la última cena, la noche en que fue entregado, para dejar a su amada Esposa, la Iglesia, un sacrificio visible … por medio del cual pudiera representarse aquel sacrificio sangriento, que una vez había de cumplirse en la cruz, declarándose sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec, ofreció a Dios Padre su propio cuerpo y sangre bajo las especies de pan y vino; y, bajo los símbolos de esas mismas cosas, entregó (Su propio cuerpo y sangre) para ser recibidos por Sus apóstoles, a quienes entonces constituyó sacerdotes del Nuevo Testamento; y con esas palabras: “Haced esto en conmemoración mía”, les ordenó a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, que los ofrecieran; tal como la Iglesia Católica siempre ha entendido y enseñado (D.938).
9. Así, pues, si algunos miembros están separados y alejados de los otros miembros, no podrán pertenecer a la misma cabeza como el resto del cuerpo. “Hay —dice San Cipriano— un solo Dios, un solo Cristo, una sola Iglesia de Cristo, una sola fe, un solo pueblo que, por el vínculo de la concordia, está fundado en la unidad sólida de un mismo cuerpo. La unidad no puede ser amputada; un cuerpo, para permanecer único, no puede dividirse por el fraccionamiento de su organismo”. Para mejor declarar la unidad de su Iglesia, Dios nos la presenta bajo la imagen de un cuerpo animado, cuyos miembros no pueden vivir sino a condición de estar unidos con la cabeza y de tomar sin cesar de ésta su fuerza vital; separados, han de morir necesariamente. “No puede (la Iglesia) ser dividida en pedazos por el desgarramiento de sus miembros y de sus entrañas. Todo lo que se separe del centro de la vida no podrá vivir por sí solo ni respirar”.
POR ESO INOCENCIO III EN SU CARTA EIUS EXEMPLO DE 18-XII-1208:
De corazón creemos y con la boca confesamos una sola Iglesia no de herejes, sino la Santa, Romana, Católica y Apostólica, fuera de la cual creemos que nadie se salva. (D.423).
SAN PÍO X, 1903-1914 [DEL MOTU PROPRIO SACRORUM ANTISTITUM DE L-IX-1910]:
Por lo tanto, mantengo firmísimamente la fe de los Padres y la mantendré hasta el postrer aliento de mi vida sobre el carisma cierto de la verdad, que está, estuvo y estará siempre en la sucesión del episcopado desde los Apóstoles; no para que se mantenga lo que mejor y más apto pueda parecer conforme a la cultura de cada época, sino para que nunca se crea de otro modo, nunca de otro modo se entienda la verdad absoluta e inmutable predicada desde el principio por los Apóstoles.
Todo esto prometo que lo he de guardar íntegra y sinceramente y custodiar inviolablemente sin apartarme nunca de ello, ni enseñando ni de otro modo cualquiera de palabra o por escrito. Así lo prometo, así lo juro, así me ayude Dios (D.2147).
U.R. 22 b): El bautismo, por tanto, constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad entre todos los que con él se han regenerado. Sin embargo, el bautismo por sí mismo es tan sólo un principio y un comienzo, porque todo él se dirige a la consecución de la PLENITUD de la vida en Cristo. Así, pues, el bautismo se ordena a la profesión íntegra de la fe, a la PLENA incorporación, a los medios de salvación, determinados por Cristo y, finalmente, a la ÍNTEGRA incorporación en la comunión eucarística.
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM):
(Unidad absoluta en la fe) 11. [...] Por esto, según su plan divino, Jesús quiso que la unidad de la fe existiese en su Iglesia; pues la fe es el primero de todos los vínculos que unen al hombre con Dios, y a ella es a la que debemos el nombre de fieles.
“Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efesios IV, 5), es decir, del mismo modo que no tienen más que un solo Señor y un solo bautismo, así todos los cristianos del mundo no deben tener sino una sola fe. Por esto el apóstol San Pablo no pide solamente a los cristianos que tengan los mismos sentimientos y huyan de las diferencias de opinión, sino que les conjura a ello por los motivos más sagrados: “Os conjuro, hermanos míos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que no tengáis más que un mismo lenguaje ni sufráis cisma entre vosotros, sino que estéis todos perfectamente unidos en el mismo espíritu y en los mismos sentimientos” (I, Cor. I, 10) Estas palabras no necesitan explicación, son por sí mismas bastante elocuentes.
PÍO IX, 1846-1878 -CONCILIO VATICANO- 1869-1870:
(Del objeto de la fe) Ahora bien, deben creerse con fe divina y católica todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o tradicional, y son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal magisterio (D.1792).
(De la necesidad de abrazar y conservar la fe) Mas porque sin la fe… es imposible agradar a Dios [Hebr. 11, 6] y llegar al consorcio de los hijos de Dios; de ahí que nadie obtuvo jamás la justificación sin ella, y nadie alcanzará la salvación eterna, si no perseverare en ella hasta el fin (Mt. 10, 22; 24, 13]… (D.1793).
GREGORIO XVI, ENCÍCLICA SUMMO JUGITER:
No ignoráis, Venerables Hermanos, con qué celo tan intenso y constante han inculcado Nuestros Predecesores aquel mismo artículo de la fe que ellos se atreven a negar, referente a la necesidad de la fe y de la unidad católicas para conseguir la salvación. A esto se refieren las palabras del celebérrimo discípulo de los Apóstoles, San Ignacio mártir, en su carta a los filadelfos: No erréis hermanos míos; si alguno sigue al que hace cisma, no obtendrá la herencia del reino de Dios. San Agustín, por su parte, y otros Obispos africanos… explicaban esto mismo más explícitamente: Quienquiera que sea separado de esta Iglesia Católica, por más que crea vivir laudablemente, con todo, por el sólo delito de estar separado de la unidad de Cristo, no tendrá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él. Y, pasando por alto otros muchos, casi innumerables pasajes, de los antiguos Padres, mencionaremos con honor a aquel glorioso predecesor Nuestro, San Gregorio Magno, que expresamente afirma ser ésa la doctrina de la Iglesia Católica. Dice así: “La santa Iglesia Universal predica que a Dios no se le puede honrar con verdad sino dentro de ella, afirmando que cuantos están fuera de ella de ninguna manera se salvarán”.
Tenemos, además, los actos solemnes de la misma Iglesia con los que se anuncia el mismo dogma. Así, en el decreto de fe que publicó Nuestro predecesor Inocencio III, en el IV Concilio Ecuménico de Letrán, se dice: “Una es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual nadie puede salvarse” (Ver Denzinger-Umberg, Enchiridion Symb. 430; S. Cipriano Ep. 73 a Iubaiano, n. 21 Migne P.L. 3, col, 1123 B). Finalmente, el mismo dogma se encuentra expresamente indicado en las profesiones de fe propuestas por la Sede Apostólica, tanto en la común a todas las Iglesias latinas, como en las otras dos, en uso, una entre los griegos y otra entre los demás católicos orientales. No hemos enumerado estos testimonios, entresacados de entre otros muchos, Venerables Hermanos, con ánimo de enseñaros un artículo de fe que vosotros ignoráis. Lejos de Nos el haceros objeto de una sospecha tan absurda e injusta. Pero es tal la preocupación que Nos apremia por este importantísimo y conocidísimo dogma, impugnado por algunos con audacia desmedida… (Ene. Pontificias. Ed. Guadalupe, pp. 31-32).
U.R. 22 c) Las comunidades eclesiales separadas, aunque les falle esa unidad PLENA con nosotros que dimana del bautismo, y aunque creamos que, sobre todo por la carencia del sacramento del orden, no han conservado la genuina e INTEGRA sustancia del misterio eucarístico, sin embargo, mientras conmemoran en la santa cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan que en la comunión de Cristo se representa la vida, y esperan su glorioso advenimiento. Por consiguiente, la doctrina sobre la cena del Señor, sobre los demás sacramentos, sobre el culto y los misterios de la Iglesia deben ser objeto de diálogo.
EL PADRE HARTMANN GRISAR S.J. EN “MARTIN LUTERO, SU VIDA Y SU OBRA” DICE:
En 1523 hizo su aparición el folleto “De la misa clandestina y de la consagración de los clérigos”.
En este escrito rechaza Lutero no sólo el Sacrificio de la Misa, sino la presencia de Cristo en el altar sin comunión: “Dígnese Dios otorgar a todos los fieles cristianos un corazón tal que al oír hablar de la misa se santigüen, como en presencia de una abominación diabólica”.
ASAMBLEA DE ESMALCALDA (1537):
Habíanse preparado en Wittenberg… las conclusiones conocidas con el nombre de Artículos de Esmalcalda, ante todo la justificación luterana y la sola fides. “En este punto -escribía Lutero- no podemos ceder, sino mantenerlo, a pesar del cielo y de la tierra, porque en él descansa cuanto explicamos y enseñamos contra el Papa, el diablo y el mundo” (p. 325).
Venía luego la condenación del Sacrificio de la Misa: “que es la cola del dragón de que penden los sacramentos del diablo”, el purgatorio, las peregrinaciones, las reliquias, las indulgencias, la invocación de los santos… Todo ello en mescolanza, sin orden ni método, y rebozado en un mar de injurias. En tercer lugar, la cuestión de los conventos y de las fundaciones que es preciso suprimir, el pretendido derecho del Papado, que hay que rechazar. […]
GRAVE ENFERMEDAD DE LUTERO EN ESMALCALDA:
Su oración… era así: “Bien sabes, oh Dios mío, que he predicado tu palabra con celo y fidelidad… Muero odiando al Papa” (p.326).
Luego el P. Grisar narra: el epitafio por él -Lutero- prevenido para su propia tumba; y que decía que su muerte sería la muerte del Papa: Pestis eram vivus, moriens ero mors tua, papa.
LUCIO III, 1181-1185, CONCILIO DE VERONA, 1184 (DEL DECRETO AD ABOLENDUM CONTRA LOS HEREJES):
A todos los que no temen sentir o enseñar de otro modo que como predica y observa la sacrosanta Iglesia Romana, acerca del sacramento del cuerpo y de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, del bautismo, de la confesión de los pecados, del matrimonio o de los demás sacramentos de la Iglesia; y en general, a cuantos la misma Iglesia Romana o los obispos en particular por sus diócesis con el consejo de sus clérigos, o los clérigos mismos, de estar vacante la sede, con el consejo -si fuere menester-, de los obispos vecinos, hubieren juzgado por herejes, nosotros ligamos con igual vínculo de perpetuo anatema (D.402).
PÍO IV, 1559-1565.- CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563 SESIÓN XXII (17 DE SEPTIEMBRE DE 1562) DOCTRINA ACERCA DEL SANTÍSIMO SACRIFICIO DE LA MISA:
El sagrado y santo Concilio ecuménico y general de Trento, legítimamente reunido en el Espíritu Santo, presidido por los mismos Legados de la Sede Apostólica, a fin de que la antigua, completa y en todas partes perfecta fe y doctrina tocante al gran misterio de la Eucaristía sea retenido en la Santa Iglesia Católica; y que, siendo repelidos todos los errores y herejías, sea preservado en su propia pureza; (el Sínodo) instruido por la iluminación del Espíritu Santo, enseña, declara; y decreta lo que sigue, para ser predicado a los fieles, sobre el tema de la Eucaristía, considerada como verdadero y singular sacrificio. (D.937a)
Cap. 1 Sobre la institución del santísimo Sacrificio de la Misa
… Él, pues, Nuestro Dios y Señor … en la última cena, la noche en que fue entregado, para dejar a su amada Esposa, la Iglesia, un sacrificio visible … por medio del cual pudiera representarse aquel sacrificio sangriento, que una vez había de cumplirse en la cruz, declarándose sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec, ofreció a Dios Padre su propio cuerpo y sangre bajo las especies de pan y vino; y, bajo los símbolos de esas mismas cosas, entregó (Su propio cuerpo y sangre) para ser recibidos por Sus apóstoles, a quienes entonces constituyó sacerdotes del Nuevo Testamento; y con esas palabras: “Haced esto en conmemoración mía”, les ordenó a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio, que los ofrecieran; tal como la Iglesia Católica siempre ha entendido y enseñado (D.938).
Y ésta es en verdad esa oblación limpia, que no puede ser contaminada por ninguna indignidad o malicia de los que la ofrecen; que el Señor predijo por Malaquías que sería ofrecida en todo lugar, limpia a su nombre, que iba a ser grande entre los gentiles; y que el apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios, no ha indicado oscuramente, cuando dice que los que están contaminados por la participación de la mesa de los demonios, no pueden ser partícipes de la mesa del Señor; por la mesa, significando en ambos lugares el altar. (D.939).
Cap. 9 Observación preliminar sobre los siguientes cánones
El sacrosanto y santo Concilio, después de muchas y graves deliberaciones maduras sobre estas materias, ha resuelto, con el consentimiento unánime de todos los Padres, condenar y eliminar de la Santa Iglesia, mediante los cánones adjuntos, todo lo que se oponga a esta purísima fe y Sagrada Doctrina. (D.947).
Cánones del sacrificio de la Misa
Can. 1. Si alguno dijere, que no se ofrece a Dios en la Misa verdadero y propio sacrificio; o que el ofrecerse este no es otra cosa que darnos a Cristo para que le comamos, sea anatema (cf. 938) (D.948).
Can. 2. Si alguno dijere que con las palabras: Haced esto en memoria mía (Lc. 22, 19; 1 Cor. 11, 24), no instituyó Cristo sacerdotes a los Apóstoles, o que no los ordenó para que ellos, y los demás sacerdotes ofreciesen su cuerpo y su sangre, sea anatema [cf. 938] (D.949).
Can. 3. Si alguno dijere, que el sacrificio de la Misa es solo sacrificio de alabanza, y de acción de gracias, o mero recuerdo del sacrificio consumado en la cruz; mas que no es propiciatorio; o que sólo aprovecha al que le recibe; y que no se debe ofrecer por los vivos, ni por los difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones, ni otras necesidades, sea anatema [cf. 940] (D.950).
Can. 9. Si alguno dijere, que se debe condenar el rito de la Iglesia Romana, según el que se profieren en voz baja una parte del Canon, y las palabras de la consagración; o que la Misa debe celebrarse sólo en lengua vulgar, o que no se debe mezclar el agua con el vino en el cáliz que se ha de ofrecer, porque esto es contra la institución de Cristo, sea anatema [cf. 943 y 945 s] (D.956).
PROFESIÓN DE FE TRIDENTINA [DE LA BULA DE PÍO IV INIUCTUM NOBIS, DE 13-XI-I564]:
Profeso, asimismo, que en la Misa se ofrece a Dios un sacrificio verdadero, propio y propiciatorio por los vivos y los muertos; y que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se encuentran verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, junto con el Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo; y que se produce un cambio de toda la esencia del pan en el Cuerpo, y de toda la esencia del vino en la Sangre; cambio que la Iglesia Católica llama transubstanciación.
También confieso que bajo cualquiera de los dos tipos [ya sea el pan o la copa] se recibe a Cristo entero y completo, y es un verdadero Sacramento.
U.R. 23 a) La vida cristiana de estos hermanos se nutre de la fe en cristo y se robustece con la gracia del bautismo y con la palabra de Dios oída. Se manifiesta en la oración privada, en la meditación bíblica, en la vida de la familia cristiana, en el culto de la comunidad congregada para alabar a Dios. Por lo demás, su culto muchas veces presenta elementos claros de la antigua Liturgia común.
PÍO IX, EN SINGULARI QUADAM DE 9-XII-1854:
Hemos aprendido con pena que otro error, no menos triste, se introduce en ciertas partes del mundo católico y se ha apoderado de las almas de muchos católicos. Llevado con la esperanza de la salvación eterna de aquellos que están fuera de la verdadera Iglesia de Cristo, no dejan de preguntar con solicitud cuál será el destino y la condición después de la muerte de los hombres que no son sumisos a la fe católica. Seducidos por el vano razonamiento que hacen a estas preguntas, responde a esa doctrina perversa. ¡Lejos de nosotros, Venerables Hermanos, reclamar poner límites a la Divina Misericordia, que es infinita! ¡Lejos de nosotros para escudriñar los consejos y los misteriosos juicios de Dios, una profundidad insondable donde el pensamiento humano no puede penetrar! Pero pertenece al deber de nuestro oficio apostólico excitar su solicitud y vigilancia episcopal para hacer todos los esfuerzos posibles para eliminar de las mentes de los hombres la opinión, tan impía como fatal, según la cual las personas pueden encontrar el camino de la salvación eterna en cualquier religión. Emplee todos los recursos de sus mentes y de su aprendizaje para demostrar a las personas comprometidas a su cuidado que los dogmas de la fe católica no son contrarios a la misericordia y justicia divinas. (D. 1646).
Cap. 9 Observación preliminar sobre los siguientes cánones
El sacrosanto y santo Concilio, después de muchas y graves deliberaciones maduras sobre estas materias, ha resuelto, con el consentimiento unánime de todos los Padres, condenar y eliminar de la Santa Iglesia, mediante los cánones adjuntos, todo lo que se oponga a esta purísima fe y Sagrada Doctrina. (D.947).
Cánones del sacrificio de la Misa
Can. 1. Si alguno dijere, que no se ofrece a Dios en la Misa verdadero y propio sacrificio; o que el ofrecerse este no es otra cosa que darnos a Cristo para que le comamos, sea anatema (cf. 938) (D.948).
Can. 2. Si alguno dijere que con las palabras: Haced esto en memoria mía (Lc. 22, 19; 1 Cor. 11, 24), no instituyó Cristo sacerdotes a los Apóstoles, o que no los ordenó para que ellos, y los demás sacerdotes ofreciesen su cuerpo y su sangre, sea anatema [cf. 938] (D.949).
Can. 3. Si alguno dijere, que el sacrificio de la Misa es solo sacrificio de alabanza, y de acción de gracias, o mero recuerdo del sacrificio consumado en la cruz; mas que no es propiciatorio; o que sólo aprovecha al que le recibe; y que no se debe ofrecer por los vivos, ni por los difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones, ni otras necesidades, sea anatema [cf. 940] (D.950).
Can. 9. Si alguno dijere, que se debe condenar el rito de la Iglesia Romana, según el que se profieren en voz baja una parte del Canon, y las palabras de la consagración; o que la Misa debe celebrarse sólo en lengua vulgar, o que no se debe mezclar el agua con el vino en el cáliz que se ha de ofrecer, porque esto es contra la institución de Cristo, sea anatema [cf. 943 y 945 s] (D.956).
PROFESIÓN DE FE TRIDENTINA [DE LA BULA DE PÍO IV INIUCTUM NOBIS, DE 13-XI-I564]:
Profeso, asimismo, que en la Misa se ofrece a Dios un sacrificio verdadero, propio y propiciatorio por los vivos y los muertos; y que en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se encuentran verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, junto con el Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo; y que se produce un cambio de toda la esencia del pan en el Cuerpo, y de toda la esencia del vino en la Sangre; cambio que la Iglesia Católica llama transubstanciación.
También confieso que bajo cualquiera de los dos tipos [ya sea el pan o la copa] se recibe a Cristo entero y completo, y es un verdadero Sacramento.
LA VIDA CON CRISTO
U.R. 23 a) La vida cristiana de estos hermanos se nutre de la fe en cristo y se robustece con la gracia del bautismo y con la palabra de Dios oída. Se manifiesta en la oración privada, en la meditación bíblica, en la vida de la familia cristiana, en el culto de la comunidad congregada para alabar a Dios. Por lo demás, su culto muchas veces presenta elementos claros de la antigua Liturgia común.
PÍO IX, EN SINGULARI QUADAM DE 9-XII-1854:
Hemos aprendido con pena que otro error, no menos triste, se introduce en ciertas partes del mundo católico y se ha apoderado de las almas de muchos católicos. Llevado con la esperanza de la salvación eterna de aquellos que están fuera de la verdadera Iglesia de Cristo, no dejan de preguntar con solicitud cuál será el destino y la condición después de la muerte de los hombres que no son sumisos a la fe católica. Seducidos por el vano razonamiento que hacen a estas preguntas, responde a esa doctrina perversa. ¡Lejos de nosotros, Venerables Hermanos, reclamar poner límites a la Divina Misericordia, que es infinita! ¡Lejos de nosotros para escudriñar los consejos y los misteriosos juicios de Dios, una profundidad insondable donde el pensamiento humano no puede penetrar! Pero pertenece al deber de nuestro oficio apostólico excitar su solicitud y vigilancia episcopal para hacer todos los esfuerzos posibles para eliminar de las mentes de los hombres la opinión, tan impía como fatal, según la cual las personas pueden encontrar el camino de la salvación eterna en cualquier religión. Emplee todos los recursos de sus mentes y de su aprendizaje para demostrar a las personas comprometidas a su cuidado que los dogmas de la fe católica no son contrarios a la misericordia y justicia divinas. (D. 1646).
Y EL MISMO PAPA 9 AÑOS DESPUÉS, [DE LA ENCÍCLICA QUANTO CONFICIAMUR MOERORE, A LOS OBISPOS DE ITALIA, DE 10 DE AGOSTO DE 1863]:
Y aquí, queridos Hijos nuestros y Venerables Hermanos, es menester recordar y reprender nuevamente el gravísimo error en que míseramente se hallan algunos católicos, al opinar que hombres que viven en el error y ajenos a la verdadera fe y a la unidad católica pueden llegar a la eterna salvación. Lo que ciertamente se opone en sumo grado a la doctrina católica. Notoria cosa es a Nos y a vosotros que aquellos que sufren ignorancia invencible acerca de nuestra santísima Religión, que cuidadosamente guardan la ley natural y sus preceptos, esculpidos por Dios en los corazones de todos y están dispuestos a obedecer a Dios y llevan vida honesta y recta, pueden conseguir la vida eterna, por la operación de la virtud de la luz divina y de la gracia; pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea castigado con eternos suplicios, si no es reo de culpa voluntaria.
Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los contumaces contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, “a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña”, no pueden alcanzar la eterna salvación. (D.1677).
U.R. 23 b): La fe por la cual se cree en Cristo produce frutos de alabanza y de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios; únesele también un vivo sentimiento de justicia y una sincera caridad para con el prójimo. Esta fe laboriosa ha producido no pocas instituciones para socorrer la miseria espiritual y corporal, para perfeccionar la educación de la juventud, para hacer más llevaderas las condiciones sociales de la vida, para establecer la paz en el mundo.
Sigue Pío IX en Singulari Quadam:
La fe nos ordena que mantengamos que fuera de la Iglesia Apostólica Romana, ninguna persona puede ser salvada, porque nuestra Iglesia es el único arca de salvación, y quien no entre en ella, perecerá en las aguas del diluvio.
Por otro lado, es necesario mantener con certeza que la ignorancia de la verdadera religión, si esa ignorancia es invencible, no es una falla a los ojos de Dios. Pero, ¿quién presumirá arrogarse el derecho de marcar los límites de tal ignorancia, teniendo en cuenta las diversas condiciones de los pueblos, los países, las mentes y la infinita multiplicidad de cosas humanas? Cuando nos liberemos de los lazos del cuerpo, veremos a Dios tal como es, comprenderemos perfectamente por qué vínculo admirable e indisoluble se unen la misericordia divina y la justicia divina; pero mientras estemos sobre la tierra, inclinados bajo el peso de esta masa mortal que sobrecarga el alma, sostengamos firmemente lo que la doctrina católica nos enseña, que solo hay un Dios, una Fe, un Bautismo; y que buscar penetrar más no está permitido. (D.1647).
PIO IX EN QUANTO CONFICIAMUR MOERORE:
Lejos, sin embargo, de los hijos de la Iglesia Católica ser jamás en modo alguno enemigos de los que no nos están unidos por los vínculos de la misma fe y caridad; al contrario, si aquellos son pobres o están enfermos o afligidos por cualesquiera otras miserias, esfuércense más bien en cumplir con ellos todos los deberes de la caridad cristiana y en ayudarlos siempre y, ante todo, pongan empeño por sacarlos de las tinieblas del error en que míseramente yacen y reducirlos a la verdad católica y a la madre amantísima, la Iglesia, que no cesa nunca de tenderles sus manos maternas y llamarlos nuevamente a su seno, a fin de que, fundados y firmes en la fe, esperanza y caridad y fructificando en toda obra buena (Col. 1, 10), consigan la eterna salvación. (D.1678).
U.R. 23 c) Pero si muchos cristianos no entienden siempre el Evangelio en su aspecto moral, en la misma manera que los católicos, ni admiten las mismas soluciones a los problemas más complicados de la sociedad moderna, no obstante quieren seguir, lo mismo que nosotros, la palabra de Cristo, como fuente de virtud cristiana, y obedecer al precepto del Apóstol: “Todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por El” (Col., 3,17). De aquí puede surgir el diálogo ecuménico sobre la aplicación moral del Evangelio.
SAN GELASIO I, 492-496. [DE LA CARTA LICET INTER VARIAS, A HONORIO, OBISPO DE DALMACIA, DE 28 DE JUNIO DE 493 (?)]:
[Pero,] por la gracia del Señor, ahí está la pura verdad de la fe católica, formada de las sentencias concordes de todos los Padres… ¿Acaso nos es a nosotros lícito desatar lo que fue condenado por los venerables Padres y volver a tratar los criminales dogmas por ellos arrancados? ¿Qué sentido tiene, pues, que tomemos toda precaución porque ninguna perniciosa herejía, una vez que fue rechazada, pretenda venir nuevamente a examen, si lo que de antiguo fue por nuestros mayores conocido, discutido, refutado, nosotros nos empeñamos en restablecerlo? ¿No es así como nosotros mismos -lo que Dios no quiera y lo que jamás sufrirá la Iglesia- proponemos a todos los enemigos de la verdad el ejemplo para que se levanten contra nosotros? ¿Dónde está lo que está escrito: No traspases los términos de tus padres [Prov. 22, 28] y: pregunta a tus padres y te lo anunciarán, a tus ancianos y te lo contarán (Deut. 32, 7)? ¿Por qué, pues, vamos más allá de lo definido por los mayores o porqué no nos bastan? Si, por ignorarlo, deseamos saber sobre algún punto, cómo fue mandada cada cosa por los padres ortodoxos y por los antiguos, ora para evitarla, ora para adaptarla a la verdad católica; ¿porqué no se aprueba haberse decretado para esos fines? ¿Acaso somos más sabios que ellos o podremos mantenernos en sólida estabilidad, si echamos por tierra lo que por ellos fue constituido?… (D.161).
PÍO IX [SINGULARI QUADAM]:
Sin embargo, como demanda la caridad, derramemos ante Dios oraciones incesantes, para que, de todas partes, todas las naciones puedan convertirse a Cristo; trabajemos, tanto como nos sea posible, para la salvación común de los hombres. Los brazos del Señor no se acortan, y los dones de la gracia celestial nunca faltan a aquellos que sinceramente los desean, y que piden la ayuda de esa luz. Estas verdades deben estar profundamente grabadas en las mentes de los Fieles, para que no se corrompan por falsas doctrinas, cuyo objetivo es propagar la indiferencia en materia de religión, una indiferencia que vemos crecer y difundirse por todos lados y a la pérdida de almas. (D.1648).
PÍO IX [DE LA CARTA GRAVISSIMAS INTER AL ARZOBISPO DE MUNICH-FRISINGA, DE 11-XII -1862, CONITRA JACOBO FROSCHAMMER]:
Porque la Iglesia, por su divina institución, debe custodiar diligentísimamente íntegro e inviolado el depósito de la fe y vigilar continuamente con todo empeño por la salvación de las almas, y con sumo cuidado ha de apartar y eliminar todo aquello que pueda oponerse a la fe o de cualquier modo pueda poner en peligro la salud de las almas (D.1675).
Por lo tanto, la Iglesia, por la potestad que le fue por su Fundador divino encomendada, tiene no sólo el derecho, sino principalmente el deber de no tolerar, sino proscribir y condenar todos los errores, si así lo reclamaren la integridad de la fe y la salud de las almas; y a todo filósofo que quiera ser hijo de la Iglesia, y también a la filosofía, le incumbe el deber de no decir jamás nada contra lo que la Iglesia enseña y retractarse de aquello de que la Iglesia le avisare.
Y así sostenemos y declaramos que la sentencia que afirme lo contrario, es totalmente errónea, y en sumo grado injuriosa a la fe misma, a la Iglesia y a la autoridad de ésta. (D. 1676).
U.R. 24 a) Expuestas brevemente las condiciones en que se desarrolla la acción ecuménica y los principios por los que se debe regir, dirigimos confiadamente nuestra mirada al futuro. Este Sagrado Concilio exhorta a los fieles a que se abstengan de toda ligereza o imprudente celo, que podrían perjudicar al progreso de la unidad. Su acción ecuménica ha de ser plena y sinceramente católica, es decir, fiel a la verdad recibida de los Apóstoles y de los Padres y conforme a la fe, que siempre ha profesado la Iglesia católica, tendiendo constantemente hacia la PLENITUD con que el Señor desea que se perfeccione su Cuerpo en el decurso de los tiempos.
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM).
9. [...] Ahora bien: ¿en qué se parece un cadáver a un ser vivo? “Nadie jamás ha odiado a su carne, sino que la alimenta y la cuida como Cristo a la Iglesia, porque somos los miembros de su cuerpo formados de su carne y de sus huesos” [ (Efes. V, 29-30).
Que se busque, pues, otra cabeza parecida a Cristo, que se busque otro Cristo si se quiere imaginar otra Iglesia fuera de la que es su cuerpo. “Mirad de lo que debéis guardaros, ved por lo que debéis velar, ved lo que debéis temer. A veces se corta un miembro en el cuerpo humano, o más bien se le separa del cuerpo una mano, un dedo, un pie. ¿Sigue el alma al miembro cortado? Cuando el miembro está en el cuerpo, vive; cuando se le corta, pierde la vida. Así el hombre, en tanto que vive en el cuerpo de la Iglesia, es cristiano católico; separado se hará herético. El alma no sigue al miembro amputado” (S. Aug. sermo 267. n° 4. P.L. 38. 1231).
10. Pero aquel que ha instituido la Iglesia única, la ha instituido una; es decir, de tal naturaleza, que todos los que debían ser sus miembros habían de estar unidos por los vínculos de una sociedad estrechísima, hasta el punto de formar un solo pueblo, un solo reino, un solo cuerpo. “Sed un solo cuerpo y un solo espíritu, como habéis sido llamados a una sola esperanza en vuestra vocación” (Efes. IV, 4).
(Y Cristo N.S.) a su Padre: “os pido… que sean todos una misma cosa, como vos, mi Padre, estáis en mí y yo en vos” (Juan XVII, 21).
PÍO IX, 1846-1878 [CARTA DEL STO. OFICIO A LOS OBISPOS DE INGLATERRA, 16-IX-1864]:
La Iglesia Católica, por lo tanto, es Una, en la manifiesta y perfecta unidad de todas las naciones del mundo; es decir, la unidad de la cual la autoridad suprema y el principado más eminente del beato Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y sus sucesores en la Sede Romana es el principio, la raíz y el origen indefectible. Ella no es otra que esa Iglesia que, construida sólo sobre Pedro, crece en un solo cuerpo unido y compactado en la unidad de fe y caridad. (D. 1686).
Y así sostenemos y declaramos que la sentencia que afirme lo contrario, es totalmente errónea, y en sumo grado injuriosa a la fe misma, a la Iglesia y a la autoridad de ésta. (D. 1676).
CONCLUSIÓN
U.R. 24 a) Expuestas brevemente las condiciones en que se desarrolla la acción ecuménica y los principios por los que se debe regir, dirigimos confiadamente nuestra mirada al futuro. Este Sagrado Concilio exhorta a los fieles a que se abstengan de toda ligereza o imprudente celo, que podrían perjudicar al progreso de la unidad. Su acción ecuménica ha de ser plena y sinceramente católica, es decir, fiel a la verdad recibida de los Apóstoles y de los Padres y conforme a la fe, que siempre ha profesado la Iglesia católica, tendiendo constantemente hacia la PLENITUD con que el Señor desea que se perfeccione su Cuerpo en el decurso de los tiempos.
LEÓN XIII (SATIS COGNITUM).
9. [...] Ahora bien: ¿en qué se parece un cadáver a un ser vivo? “Nadie jamás ha odiado a su carne, sino que la alimenta y la cuida como Cristo a la Iglesia, porque somos los miembros de su cuerpo formados de su carne y de sus huesos” [ (Efes. V, 29-30).
Que se busque, pues, otra cabeza parecida a Cristo, que se busque otro Cristo si se quiere imaginar otra Iglesia fuera de la que es su cuerpo. “Mirad de lo que debéis guardaros, ved por lo que debéis velar, ved lo que debéis temer. A veces se corta un miembro en el cuerpo humano, o más bien se le separa del cuerpo una mano, un dedo, un pie. ¿Sigue el alma al miembro cortado? Cuando el miembro está en el cuerpo, vive; cuando se le corta, pierde la vida. Así el hombre, en tanto que vive en el cuerpo de la Iglesia, es cristiano católico; separado se hará herético. El alma no sigue al miembro amputado” (S. Aug. sermo 267. n° 4. P.L. 38. 1231).
10. Pero aquel que ha instituido la Iglesia única, la ha instituido una; es decir, de tal naturaleza, que todos los que debían ser sus miembros habían de estar unidos por los vínculos de una sociedad estrechísima, hasta el punto de formar un solo pueblo, un solo reino, un solo cuerpo. “Sed un solo cuerpo y un solo espíritu, como habéis sido llamados a una sola esperanza en vuestra vocación” (Efes. IV, 4).
(Y Cristo N.S.) a su Padre: “os pido… que sean todos una misma cosa, como vos, mi Padre, estáis en mí y yo en vos” (Juan XVII, 21).
PÍO IX, 1846-1878 [CARTA DEL STO. OFICIO A LOS OBISPOS DE INGLATERRA, 16-IX-1864]:
La Iglesia Católica, por lo tanto, es Una, en la manifiesta y perfecta unidad de todas las naciones del mundo; es decir, la unidad de la cual la autoridad suprema y el principado más eminente del beato Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y sus sucesores en la Sede Romana es el principio, la raíz y el origen indefectible. Ella no es otra que esa Iglesia que, construida sólo sobre Pedro, crece en un solo cuerpo unido y compactado en la unidad de fe y caridad. (D. 1686).
ASÍ, CLEMENTE VI A CONSOLADOR (CARTA CIT.):
… si habéis creído y creéis tú y los armenios a ti sujetos que los Romanos Pontífices que han sido y Nos que somos Pontífice Romano y los que en adelante lo serán por sucesión, hemos recibido, como vicarios de Cristo legítimos, de plenísima potestad, inmediatamente del mismo Cristo sobre el todo y universal cuerpo de la Iglesia militante, toda la potestativa jurisdicción que Cristo, como cabeza conforme, tuvo en su vida humana (D.570 c).
SAN CELESTINO I, 422-432.- CONCILIO DE EFESO, 431:
Determinó el santo Concilio que a nadie sea lícito presentar otra fórmula de fe o escribirla o componerla, fuera de la definida por los Santos Padres reunidos con el Espíritu Santo en Nicea…
… Si fueren sorprendidos algunos, obispos, clérigos o laicos profesando o enseñando lo que se contiene en la exposición presentada por el presbítero Carisio acerca de la encarnación del unigénito Hijo de Dios, o los dogmas abominables y perversos de Nestorio… queden sometidos a la sentencia de este santo y ecuménico Concilio… (D.125).
PÍO II, 1458-1464, DE LA APELACIÓN AL CONCILIO UNIVERSAL [DE LA BULA EXSECRABILIS, DE 18 DE ENERO DE 1459 (FECHA ROMANA ANTIGUA) Ó 1460 (ACTUAL):
Un abuso execrable y que fué inaudito para los tiempos antiguos, ha surgido en nuestra época y es que hay quienes, imbuidos de espíritu de rebeldía, no por deseo de más sano juicio, sino para eludir el pecado cometido, osan apelar a un futuro Concilio universal, del Romano Pontífice, vicario de Jesucristo, a quien se le dijo en la persona del bienaventurado Pedro: Apacienta a mis ovejas (loh. XXI, 17) y: cuanto atares sobre la tierra, será atado también en el cielo (Mt. XVI, 19). Queriendo, pues, arrojar lejos de la Iglesia de Cristo este pestífero veneno y atender a la salud de las ovejas que nos han sido encomendadas y apartar del redil de nuestro Salvador toda materia de escándalo…, condenamos tales apelaciones, y como erróneas y detestables las reprochamos (D.717).
U.R. 24 b) Este Sagrado Concilio desea ardientemente que los proyectos de los fieles católicos progresen en unión con los proyectos de los hermanos separados, sin que se pongan obstáculos a los caminos de la Providencia y sin prejuicios contra los impulsos que puedan venir del Espíritu Santo. Además, se declara conocedor de que este santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la única Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humana. Por eso pone toda su esperanza en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, en la virtud del Espíritu Santo. “Y la esperanza no quedará fallida, pues el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por la virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado” (Cf.Rom., 5,5).
LEÓN XIII, TESTEM BENEVOLENTIAE:
Pero quien considere cuidadosamente este asunto, eliminada ya toda guía externa, difícilmente encontrará a qué pueda referirse en la opinión de los innovadores esta más abundante efusión del Espíritu Santo, que tanto ensalzan. (D. 1971).
PÍO IX, 1846-1878.- CONCILIO VATICANO, 1869-1870:
Y nuevamente está escrito: Tenemos palabra profética más firme, a la que hacéis bien en atender como a una antorcha que brilla en un lugar tenebroso [2 Petr. 1, 19].
[La fe es en sí misma un don de Dios]. Mas aun cuando el asentimiento de la fe no sea en modo alguno un movimiento ciego del alma; nadie, sin embargo, “puede consentir a la predicación evangélica”, como es menester para conseguir la salvación, “sin la iluminación e inspiración del Espíritu Santo, que da a todos suavidad en consentir y creerá la verdad” (Conc. de Orange, v. D.178 ss). Por eso, la fe, aún cuando no obre por la caridad [el. Gal. 5, 6], es en sí misma un don de Dios, y su acto es obra que pertenece a la salvación; obra por la que el hombre presta a Dios mismo libre obediencia, consintiendo y cooperando a su gracia, a la que podría resistir (cf. D.797 s; Can. 5) (D. 1790-1791).
(De la parle que toca a la razón en el cultivo de la verdad sobrenatural) Y ciertamente, la razón ilustrada por la fe, cuando busca cuidadosa, pía y sobriamente, alcanza por don de Dios alguna inteligencia, y muy fructuosa, de los misterios, ora por analogía de lo que naturalmente conoce, ora por la conexión de los misterios mismos entre sí y con el fin último del hombre; nunca, sin embargo, se vuelve idónea para entenderlos totalmente, a la manera de las verdades que constituyen su propio objeto. Porque los misterios divinos, por su propia naturaleza, de tal manera sobrepasan el entendimiento creado que, aun enseñados por la revelación y aceptados por la fe; siguen, no obstante, encubiertos por el velo de la misma fe y envueltos de cierta oscuridad, mientras en esta vida mortal peregrinamos lejos del Señor; pues por fe caminamos y no por visión [2 Cor. 5, 6 s].(D.1796).
TERMINA LEÓN XIII SE ENCÍCLICA (SATIS COGNITUM):
(Dios por Padre y la Iglesia por Madre) 45. [...] A todos, pues, Nos dirigimos con grande amor estas palabras que tomamos a San Agustín: “Amemos al Señor nuestro Dios, amemos a su Iglesia: a El como a un padre, a ella como una madre. Que nadie diga: Sí, voy aún a los ídolos, consulto a los poseídos y a los hechiceros, pero, no obstante, no dejo a la Iglesia de Dios, soy católico. Permanecéis adherido a la madre, pero ofendéis al padre. Otro dice poco más o menos: Dios no lo permita; no consulto a los hechiceros, no interrogo a los poseídos, no practico adivinaciones sacrílegas, no voy a adorar a los demonios, no sirvo a los dioses de piedra, pero soy del partido de Donato: ¿De qué os sirve no ofender al padre, que vengará a la madre a quien ofendéis? ¿De qué os sirve confesar al Señor, honrar a Dios, alabarle, reconocer a su Hijo, proclamar que está sentado a la diestra del Padre, si blasfemáis de su Iglesia? Si tuvieseis un protector, a quien tributaseis todos los días el debido obsequio, y ultrajaseis a su esposa con una acusación grave, ¿os atreveríais ni aun a entrar en la casa de ese hombre? Tened, pues, mis muy amados, unánimemente a Dios por vuestro padre, y por vuestra madre a la Iglesia”
(S. Agust. Enarr. in Psal. 88 serm. II. n. 14. P.L. 33. 1140).
Confiando grandemente en la misericordia de Dios, que pueda tocar con suma eficacia los corazones de los hombres y formar las voluntades más rebeldes a venir a El, Nos recomendamos…
Y PÍO XI (MORTALIUM ANIMOS):
[Conclusión y Bendición Apostólica]. Ustedes, venerados hermanos, comprendan lo mucho que esta pregunta está en nuestra mente, y deseamos que nuestros hijos también sepan, no solo a los que pertenecen a la comunidad católica, sino también a los que están separados de nosotros: si estos últimos lo hacen humildemente, pedir la luz del cielo, no hay duda de que reconocerán a la única Iglesia verdadera de Jesucristo y, por fin, entrarán en ella, uniéndose a nosotros en perfecta caridad. Mientras aguardamos este evento, y como promesa de nuestra buena voluntad paterna, les impartimos con mucho cariño a ustedes, venerados hermanos, y a su clero y su pueblo, la bendición apostólica.
Confiando grandemente en la misericordia de Dios, que pueda tocar con suma eficacia los corazones de los hombres y formar las voluntades más rebeldes a venir a El, Nos recomendamos…
Y PÍO XI (MORTALIUM ANIMOS):
[Conclusión y Bendición Apostólica]. Ustedes, venerados hermanos, comprendan lo mucho que esta pregunta está en nuestra mente, y deseamos que nuestros hijos también sepan, no solo a los que pertenecen a la comunidad católica, sino también a los que están separados de nosotros: si estos últimos lo hacen humildemente, pedir la luz del cielo, no hay duda de que reconocerán a la única Iglesia verdadera de Jesucristo y, por fin, entrarán en ella, uniéndose a nosotros en perfecta caridad. Mientras aguardamos este evento, y como promesa de nuestra buena voluntad paterna, les impartimos con mucho cariño a ustedes, venerados hermanos, y a su clero y su pueblo, la bendición apostólica.
U.R. 24 c) Todas y cada una de las cosas contenidas en este Decreto han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para gloria de Dios.
Roma, en San Pedro, 21 de noviembre de 1964.
Yo, Pablo, obispo de la Iglesia católica.
PÍO IX – CONCILIO VATICANO:
[Definición de la infalibilidad] Mas como quiera que en esta misma edad en que más que nunca se requiere la eficacia saludable del cargo apostólico, se hallan no pocos que se oponen a su autoridad, creemos ser absolutamente necesario afirmar solemnemente la prerrogativa que el Unigénito Hijo de Dios se dignó juntar con el supremo deber pastoral (D.1838).
Así, pues, Nos, siguiendo la tradición recogida fielmente desde el principio de la fe cristiana, para gloria de Dios Salvador nuestro, para exaltación de la fe católica y salvación de los pueblos cristianos, con aprobación del sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra -esto es, cuando cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe y costumbres debe ser sostenida por la Iglesia Universal-, por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por lo tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia (D.1839).
[Canon. ] Y si alguno tuviere la osadía, lo que Dios no permita, de contradecir a esta nuestra definición, sea anatema (D. 1840).
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