jueves, 14 de noviembre de 2024

SICARIOS

Todos estos pseudo-pastores, reconvertidos en mercenarios, son más “sicarios” que los que se encargan del aborto. Jesucristo se limita a llamarlos “asesinos”, que tampoco difiere demasiado.

Por el padre José Luis Aberasturi


Hay más sicarios de los que parece. Y también bastantes más de los que se denuncian, pública y acertadamente.

¿Qué es más grave? ¿Matar los cuerpos o matar las almas?

Nuestro Señor Jesucristo, nos resuelve la cuestión de un plumazo; y nos da este criterio, convertido en auténtica y fiel comparativa:
No temáis a quien puede matar el cuerpo, y no puede ir más allá. Yo os diré a quién habéis de temer: temed a quien puede arrojar en cuerpo y alma al Infierno: a ése temed.
El criterio no puede ser más Católico, ni puede estar más claro. En mi modestísima opinión, lógico; sabiendo que hay opiniones para todos los gustos.

Sólo que unas coinciden con Cristo, y otras NO. Y no es pequeña diferencia. Vamos, que en términos católicos lo cambia todo.

Vayamos, pues, a lo que nos ocupa.

Qué es, por lo tanto, más grave? Jesucristo nos dice, taxativamente y sin lugar a discrepancias, que es mucho más grave matar el alma que el cuerpo. O sea que, por salvar el alma hemos de estar dispuestos a dar la vida: nada puede anteponerse al Amor que, de modo absoluto, debemos al Señor.

La prueba “viva y determinante” son los mártires: prefieren perder la vida corporal a perder la Vida Eterna. Más claro, agua.

Es decir: se acogen, pues lo hacen suyo, al criterio más eminentemente cristiano. El recogido y expuesto más arriba.

Hasta aquí nos tiene que llevar la Fe que decimos profesar: la que realmente salva; aunque nunca lleguemos a tener que asumir el martirio: nada puede anteponerse al Amor absoluto que debemos a Dios.

Por lo tanto, si es muchísimo más grave matar el alma -matar la conciencia, matar el corazón-, cómo es posible que, en la Iglesia -desde la Iglesia, a través de sus “pastores” (?) a todos los niveles- se haya llegado a corromper a la persona que, por mandato divino, había y hay que salvar?

Sólo ha podido ocurrir si los pastores (?) se han reconvertido en meros mercenarios, en salteadores “que sólo buscan robar y matar”.

Y lo han hecho.

La Descristianización de conciencias y de enteras sociedades, se ha recogido porque se ha sembrado: cada uno recoge lo que siembra.

Como se nos ha revelado: “El que siembra en el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida. El que siembra en la carne, de la carne recogerá la corrupción”. No tiene vuelta de hoja. Ni requiere de mayores explicaciones.

Así se explica todo lo que se ha montado en el seno de la Iglesia… contra la Iglesia. Y contra el Señor Jesús, el Buen Pastor que da su Vida por sus ovejas, en las almas de sus fieles.

Podría parecer, visto por separado y sin perspectiva, que “los cambios” que se implantaban erre que erre, a pesar de las voces que se levantaban en contra -había que “dialogar” con el mundo: sin ésto estábamos “perdidos” como Iglesia-, eran tan necesarios como urgentes: la “construcción” de la “nueva iglesia” NO podía esperar: sería traicionar “la voz del espíritu”… MUNDANO en verdad, y sólo mundano: ahí ya NO estaba el Señor: lo habían arrojado de su Templo, de su propia Casa.

Y se nos conminó a todos -clérigos y laicos-, ayer igual que hoy, a TRAGAR. Que así “hacíamos la iglesia”.

Nada más falso, por supuesto.

¿La prueba? Me voy a remitir a lo que está pasando hoy, en la voz y supongo que también “enseñanza”, que se pretende “genuinamente católica”, según la “nueva iglesita, molona y modernita".

“Comulgar en la boca es medieval”. “Hay que abogar por el diaconado femenino, por los curas casados, por el celibato opcional”, y demás mantras de la progresía eclesial. La Confirmación, “el Sacramento del adiós”. Y lo mismo y antes, el de la Primera Comunión. “La Iglesia debe cambiar la moral sexual”. “La diversidad de religiones es algo querido por Dios”.

Y así podríamos seguir hasta mañana.

Pero, lo más grave es que, cuanto mayor es el destrozo, menos voces autorizadas -al menos sobre el papel del Cargo y de la nómina- se levantan para defender la Fe y la Doctrina de la Iglesia. Es decir: para defender el Honor de Dios, y el derecho de las almas a ser defendidas por sus Pastores, y salvadas del pecado y de la Condenación Eterna, que es su precio.

Se recoge ésto, porque se ha buscado ésto precisamente: es lo que se ha sembrado. Y da la impresión de que la inmensa mayoría de pastores están tan a gusto con este sistema de siembra y recolección...

Se les podría decir: que es que ya nos estamos quedando sin curas!!!! Que es que las iglesias están vacías!!!! Que la gente se está haciendo un catolicismo tan “a la carta”, que ya NO es católico!!!!

Porque la Iglesia ya NO es reconocible así, con estas coordenadas: es que ya NO es LA Iglesia. “Una iglesia pagana”, titulaba un artículo, y con razón. Lo mismo que con una pena inmensa.

Por esto mismo, los católicos ya NO se reconocen en Ella; y, o la abandonan, o se inventan lo que les viene en gana, o se sueltan de sus pastores que las han dejado inermes a los pies de los caballos; y se emancipan con razón de éstos tejemanejes, y se van a los oasis, que aún existen. Lógico, con la lógica de la Fidelidad, que satisface mucho más que su contraria, la lógica de la perversidad.

Todos estos pseudo-pastores, reconvertidos en mercenarios, son más “sicarios” que los que se encargan del aborto.

Jesucristo no los llama “sicarios”; se limita a llamarlos “asesinos”, que tampoco difiere demasiado. Amén de pervertidores, sepulcros blanqueados, nubes sin agua, perros mudos, hipócritas, que habéis convertido mi casa en una cueva de ladrones… Y lindezas semejantes. Por cierto: no se olvida de recordar que estos tales “NO entrarán en el Reino de los Cielos”.

Y que cada palo aguante su vela.


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