lunes, 4 de noviembre de 2024

PURGATORIO, ESCAPULARIO Y “TEOLOGÍA DEL VESTIDO”

Cada uno se fabrica su propio purgatorio al acumular faltas, pecados e imperfecciones. Si ya los quita acá, no le hará falta lugar de lavadura. Al morir ya no podemos hacer el bien.

Por Germán Mazuelo-Leytón


El 16 de julio de 1251, la Madre de Dios le manifestó a San Simón Stock el Escapulario del Carmen con esta promesa: Quienquiera que muera revestido con este santo Escapulario no sufrirá el fuego eterno.

¿El Escapulario tiene alguna importancia en el día de hoy?
Pertenece a los “pia populi christiani exercitia”, a los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, tal como dice el Concilio, a las prescripciones y reglas de la Iglesia. Y es que el Escapulario es un sacramental, y el llevarlo significa hacerse acreedor de grandes indulgencias (Dr. Rudolf Graber, Obispo de Ratisbona).
Cuatro razones existen por las que este sacramental es tan poderoso:
1. La Santísima Virgen prometió que quien portara este escapulario se salvaría del fuego eterno y Ella cumple sus promesas.

2. La segunda razón es por las oraciones de la Iglesia. Cuando es bendecido por el sacerdote, la Iglesia pide al Señor que conceda al devoto portador del Escapulario dos gracias enormes: la protección contra el Maligno y la perseverancia en la gracia de Dios hasta la muerte. Lo que la Iglesia pide en la tierra, Dios lo da en el Cielo.

3. La tercera razón es porque cuando nos lo imponen, quedamos incorporados a la Orden Carmelitana. Compartimos las buenas obras, trabajos y oraciones de los demás sacerdotes, religiosos y religiosas carmelitas, incluyendo a Sor Lucía de Fátima.

4. Y por último, es poderoso por la fe de quien lo porta, ya que cuando nos comprometemos a portar el Escapulario nos comprometemos asimismo a vivir el espíritu carmelitano de pobreza, castidad y obediencia, cada cual en su propio estado de vida.
Por dos veces San Pablo habla de que nos revistamos de Cristo (cf. Rom 13, 14 y Gál 3, 27),

Veamos a lo que nos lleva en último análisis ese trocito de tela tan pequeño e inaparente: “Qué responsabilidad habremos de tener frente al mundo, en cuanto revestidos de Cristo, aparecer como “cristianos”, incluso desde una perspectiva puramente externa, con el vestido de Cristo, presentarse con la vestidura y, por decirlo así, con la figura del Señor: ¿acaso no sería licito e incluso no sería lo indicado construir un día una “teología del vestido”, es más, una “teología de la moda”? (Rudolf Graber).

Setenta años después de manifestarle el Escapulario a San Simón Stock, nuestra Señora se le apareció al papa Juan XXII, haciéndole una nueva promesa, complementaria de la primera:
Yo, como tierna Madre de los carmelitas, bajaré al Purgatorio el primer sábado después de su muerte y los libraré y conduciré al Monte Santo de la vida eterna.
La fiesta de nuestra Señora del Carmen lleva también la actualidad de la existencia y de la calidad del Purgatorio. ¿Existe? ¿Por qué motivos? Cuatro principalmente:

1. Lo exige la santidad de Dios, la compenetración entre Dios y el alma que exige una pureza exquisita, y una limpieza total, porque Dios aborrece espontáneamente toda suciedad.

Es difícil que persona alguna pase por este mundo sin imperfecciones ni pecados livianos, que requieren una purificación antes de ingresar en el reino de la santidad.

Podrían existir santos que hayan sufrido cruces muy superiores a sus faltas, por lo que el dolor les purificaría ya en esta vida, pero no será lo corriente, por lo que se impondrá la necesidad de la depuración.

2. Lo exige la Divina Providencia. A Dios corresponde ofrecer a los bienaventurados una oportunidad ideal para su expurgación, para que puedan limpiar sus almas de toda impureza en la Sangre del Cordero, las túnicas manchadas han de depositar sus purulencias lentamente según la calidad de la penitencia que realizan.

El Purgatorio es como una piscina de aguas limpísimas que se ofrece al alma pecadora para que se lave en ella hasta alcanzar un total grado de pulcritud.

3. Lo exige también la fuerza de la Ley. Dios señala las leyes, promulga sus amenazas, sus castigos, a fin de que el hombre adquiera el verdadero sentido del pecado.

Sin la amenaza del Purgatorio, en el que han de sancionarse los pecados veniales, los hombres descuidarían por completo el cumplimiento de los preceptos leves, no harán caso de los pecados veniales, y omitirían la debida satisfacción por los pecados ya perdonados.

4. Y finalmente lo exige también la simple razón natural. La filosofía pagana anterior a la doctrina de Jesús, considera necesario una purificación antes de la gloria. Así lo dice Virgilio en su Eneida: hay que purificarse antes de entrar en los Campos Elíseos. Platón describe lugares ultraterrenos en los que han de morar las personas antes de su ingreso en el reposo eterno. También Séneca.

Cada uno se fabrica su propio purgatorio al acumular faltas, pecados e imperfecciones. Si ya los quita acá, no le hará falta lugar de lavadura. Al morir ya no podemos hacer el bien.


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