Por Thomas Perrot
Estamos hablando del gran Papa Pío V, nacido Antonio Ghislieri, y cabeza de la Iglesia Católica y gobernante de los Estados Pontificios desde el 8 de enero de 1566 hasta su muerte en 1572.
Ahora te contaremos uno de sus milagros menos conocidos.
Un día el Pontífice, acompañado por el Embajador de Polonia, cruzaba la Plaza del Vaticano, que se encuentra en el sitio del antiguo Circo de Nerón. Fue en este mismo Circo donde comenzó la persecución de los cristianos en el año 65.
Al contemplar esta historia el Papa Pío V, le movió un sentimiento de entusiasmo por la gloria y el coraje de los Mártires que habían sufrido en ese lugar las primeras persecuciones. Inclinándose, tomó un puñado de polvo de esa tierra sagrada, que tantas generaciones de católicos habían pisado desde la Paz de Constantino.
El Papa colocó el polvo en un paño y se lo entregó con reverencia al Embajador de Polonia, como si le presentara un gran regalo. Cuando el Embajador abrió la tela después de regresar a su casa, encontró la tela toda saturada de sangre, tan fresca como si se hubiera derramado en ese momento. El polvo había desaparecido.
La fe del Pontífice había obrado un milagro: los pedazos de tierra sobre los que los mártires habían derramado su sangre siglos antes se habían convertido en su sangre. Así, Nuestro Señor dio testimonio, contra los herejes protestantes, de que la Iglesia Romana era la misma Iglesia verdadera por la que aquellos heroicos mártires dieron su vida en los días de Nerón.
La sangre de los Mártires del primer siglo en el paño pequeño gritó esa verdad a los protestantes del siglo XVI.
Tradition in Action
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