viernes, 27 de mayo de 2022

MONS. VIGANÒ: SOBRE LA TRANSFERENCIA DE LAS SOBERANÍAS A LA OMS PARA LA GESTIÓN DE EMERGENCIAS SANITARIAS

Publicamos las palabras de Monseñor Viganò sobre el intento de Dictadura Sanitaria Mundial que se pretende implementar a través de la OMS


En los próximos días, los estados adheridos a la Organización Mundial de la Salud votarán las resoluciones relativas a la gestión de pandemias por parte de la OMS, con las que se transfiere la soberanía de los ciudadanos relativa a la salud a un organismo supranacional, financiado en gran parte por la industria farmacéutica y la Fundación Bill y Melinda Gates. Si estas resoluciones se aprueban por mayoría, la OMS tendrá la autoridad para hacer cumplir exclusivamente todas las reglas en caso de una pandemia, incluidas las cuarentenas, los cierres, las სαcunas obligatorias y los pasaportes de სαcunación. También debe tenerse en cuenta que esta organización goza de total inmunidad y sus miembros no pueden ser juzgados ni condenados en caso de delitos. Los tecnócratas no elegidos tendrán, paradójicamente, más poder que el que los ciudadanos otorgan a sus representantes con un voto democrático.

Dado que la cesión de soberanía configura el delito de alta traición en todas las legislaciones nacionales, y que los parlamentos no pueden legislar contra los intereses de la Nación, y mucho menos atentar contra las libertades naturales y los derechos fundamentales de sus ciudadanos, creo que nadie puede sustraerse a este intento de la OMS de apropiarse de un poder que pertenece a los estados individuales y que les sirve para evitar cualquier forma de oposición a la Agenda 2030, que en el sector de la salud también apunta sustancialmente a la reducción drástica de los servicios médicos y hospitalarios, la privatización de los sistemas de salud y la prevención de enfermedades a través de სαcunas”.

La psicopandemia ha mostrado la esclavitud de gobernantes, políticos, medios de comunicación, magistrados, toda la clase médica y la propia Santa Sede a los dictados de un grupo de funcionarios de un organismo supranacional en claro conflicto de intereses. Los desastrosos efectos adversos del suero experimental recién ahora se están conociendo, mientras que muchos esperan con razón que los responsables de estas decisiones rindan cuentas ante un tribunal independiente.

Por lo tanto, suena absurdo, por decir lo menos, que queramos otorgar a la OMS poderes de decisión vinculantes en este momento, cuando en el manejo de la reciente emergencia pandémica y la campaña de სαcunación masiva se han producido los mayores efectos adversos en términos de daños permanentes a pacientes y muertes. Además de la impunidad de los delitos cometidos con el silencio de los principales medios de comunicación, existe total discrecionalidad sobre las próximas emergencias, en gran parte planificadas por el lobby farmacéutico. La marginación del personal de salud que apela al Juramento Hipocrático corre el riesgo de convertirse en la norma para eliminar todas las voces de disidencia.

En este sentido, es significativo que las naciones que se oponen al Nuevo Orden Mundial -como Rusia y Brasil- sean conscientes de las gravísimas consecuencias que acarrearía la eventual ratificación de las resoluciones, y que por ello se oponen a su aprobación. Incluso el presidente Trump, durante su mandato, quiso enviar una señal inequívoca recortando los fondos del erario estadounidense a los burócratas de la OMS: también por eso el estado profundo impidió su reelección en las últimas elecciones presidenciales, apoyando a una figura comprometida y corrupta, cuyo hijo Hunter está implicado en la financiación de laboratorios biológicos estadounidenses en Ucrania.

Expreso por lo tanto, todo mi apoyo a los ciudadanos, y en especial a los científicos, médicos y juristas que denuncian esta amenaza a la soberanía nacional de los países adherentes, y que piden que se esclarezcan los hechos pasados ​​y las consecuencias que las decisiones de la OMS han provocado la salud de la población mundial. Insto a los jefes de Estado y de Gobierno, que serán llamados a expresarse sobre la ratificación de estas resoluciones, a rechazarlas y hacerlas fracasar, por ser contrarias al bien común y encaminadas a llevar a cabo ese golpe de Estado global que la ONU y el WEF (Foro Económico Mundial) han planificado durante años bajo el nombre de Agenda 2030 o Great Reset. La gobernanza de la salud global, como lo destacan expertos de gran autoridad que no están comprometidos con el sistema, representa uno de los pilares fundamentales del Nuevo Orden Mundial y, como tal, debe ser rechazado y combatido. La lógica del control, el lucro y la patologización masiva debe ser sustituida por la salud pública que tiene como fin primordial la salud de los ciudadanos y la protección de sus derechos inalienables.

La Santa Sede -que desde hace un año es Observadora Permanente ante las Naciones Unidas y ante la OMS- tiene el deber de reafirmar el derecho de las personas a la libertad de aceptar o rechazar tratamientos médicos, especialmente ante el peligro concreto de efectos adversos, en una parte aún desconocida de esta terapia génica experimental. Y si hasta ahora Bergoglio y su camarilla se han dejado engañar por los delirios de Gates, Schwab y Soros, ha llegado el momento de que la Iglesia Católica tome la defensa de los más débiles, los indefensos por nacer, los niños y los ancianos, así como los que han sido chantajeados por el cinismo de los empresarios y conspiradores, para obligarlos a inocular un suero experimental. La complicidad silenciosa del Vaticano, tras precipitados pronunciamientos al inicio de la pandemia y vergonzosos avales a la BigPharma, será acusado y condenado por el sanedrín romano, como cómplice de un crimen contra Dios y contra el hombre. Jamás en el curso de la historia la Jerarquía se prostituyó al poder temporal de manera tan servil y abyecta. Oremos para que algunos obispos encuentren el coraje de distanciarse de la línea colaboracionista de Bergoglio y sepan encontrar las palabras para abrir los ojos a los buenos, hasta ahora engañados por la propaganda globalista.

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

21 de mayo de 2022


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