“Fundamentalmente en esta causa, si es que se concreta y sigue adelante en este inicio, tenemos que trabajar por la unidad y por el amor, porque el Coronel Larrabure -y esto es de destacar- no se llenó nunca de odio, ni llamó al enfrentamiento, fue un hombre de paz, un hombre de perdón, fue un hombre de amor”, manifestó monseñor Olivera en declaraciones a AICA.
El obispo castrense explicó que en la fase preliminar se considera el pedido que, en este caso, precisó, provino de “un grupo de laicos, civiles y militares retirados que desde hace rato vienen conversando conmigo y manifiestan el pedido, la posibilidad, la alegría que les daría que se inicie la causa”.
“Después de escucharlos y atenderlos, se inicia una instancia preliminar”, señaló Mons. Olivera que consiste, precisó, en conformar una comisión investigadora.
“En el obispado castrense -explicó- recibimos muchísimos testimonios, conversamos con varias personas y le confiamos al vicario judicial de mi diócesis que vaya juntando toda esa documentación, junto también con una comisión histórica”.
De esta manera, una vez hechas las averiguaciones pertinentes y acabada la investigación y “habiendo hecho la consulta a algunos obispos de la región”, según las normas procesales, se hará el pedido formal a la Congregación para las Causas de los Santos, “y ellos serán los que digan si 'nada obsta' para que pueda iniciarse la causa”, explicó el prelado castrense.
Argentino del Valle Larrabure, nacido en Tucumán el 6 de junio de 1932, era ingeniero químico y mientras se desempeñaba como subdirector de una fábrica militar de armas y explosivos, fue secuestrado el 12 de agosto de 1974 durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón por la organización guerrillera Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y permaneció cautivo 372 días en una denominada “cárcel del pueblo”. El 19 de agosto de 1975, cuando tenía 43 años, fue asesinado y su cuerpo arrojado a una zanja.
Larrabure ascendió a Teniente Coronel estando en cautiverio –único caso hasta la fecha registrado en el país– y se le dio post mortem el grado de Coronel. Sus restos se encuentran en el Panteón de la Sociedad de Socorros Mutuos del cementerio porteño de la Chacarita.
Era el séptimo hijo del matrimonio de Cirilo Lararbure y Carmen Conde, se había casado el 8 de diciembre de 1955 con María Susana de San Martín y tuvo dos hijos: María Susana y Arturo Cirilo. En febrero de 1974, poco antes de su secuestro, había obtenido que la Justicia de Menores de Villa María le otorgara la guarda de un menor de nueve años, Jorge Alberto, que pasó a ser parte de su familia.
Durante el período en el que estuvo detenido, su familia recibió en su casa siete cartas de Larrabure, que a su vez ellos respondían por medio de solicitadas en distintos diarios, y que el militar leía cuando sus secuestradores así lo decidían. Enviaba mensajes de esperanza y de amor a su familia, e instaba al perdón y la fe, en papeles en cuyo margen izquierdo resaltaba el membrete de la organización guerrillera. En determinado momento, Larrabure comenzó a escribir su diario donde detalló su vida en cautiverio hasta el 3 de enero de 1975 en que se interrumpió.
A 47 años de su asesinato, la Justicia argentina niega que haya sido un crimen de lesa humanidad, como resolvió la Cámara Federal de Casación Penal, un dictamen que fue apelado ante la Corte Suprema.
“Yo como obispo valoro esta figura que pueda hacernos mucho bien y me parece que puede servir mucho para el encuentro de todos los argentinos”, manifestó monseñor Olivera, que es además delegado episcopal para las Causas de los Santos.
“Fundamentalmente en esta causa, si es que se concreta y sigue adelante en este inicio, tenemos que trabajar por la unidad y por el amor, porque el Coronel Larrabure -y esto es de destacar- no se llenó nunca de odio, ni llamó al enfrentamiento, fue un hombre de paz, un hombre de perdón, fue un hombre de amor, así se lo manifestó a los numerosos testimonios, en su propio diario que él tenía, a su familia, y esto es realmente conmovedor, me parece que puede servir mucho para el encuentro de todos los argentinos”, manifestó a AICA el obispo castrense.
Y agregó: “Nunca una manera de pensar puede dividirnos. Y en este tiempo nosotros somos testigos, a veces en el mundo político, en nuestras relaciones, que el insulto, las descalificaciones, no son el camino para consolidar la fraternidad. No son el camino para llegar a servir más y mejor a nuestro pueblo. El camino del respeto, el camino del amor, el camino del perdón, el camino del diálogo es el camino cristiano, es el camino evangélico y de esto no tenemos que cansarnos nunca de predicar”.
Volviendo sobre la figura del Coronel Larrabure, monseñor Olivera dijo que muchas veces le preguntan: “¿Fue mártir por la fe?” y a esto respondió que “creemos que justamente por plasmar la fe, por vivir la fe, encarnó el amor, encarnó la fortaleza para no generar, con tal vez su fragilidad, si se hubiera dado, dar a sus secuestradores lo que le exigían que era justamente los datos para la elaboración de armas o de pólvoras y de todo lo que es necesario para seguir matando. De ahí que consideramos que él fue un hombre que vivió muy en serio su vocación para preservar la paz y para vivir en el amor y en la fraternidad. Creo que es un buen modelo para todo tiempo y particularmente para la patria querida”.
Sobre esta etapa preliminar que se inició, el obispo explicó que “estamos recibiendo en el obispado, consultas, testimonios, o lo que quieran compartir en esta línea de fraternidad y encuentro, que pueda colaborar para la causa. Estamos abiertos para recibirla”, indicó.
Al mismo tiempo aclaró que ya hay una comisión propiamente a cargo de la etapa preliminar. “Nosotros simplemente hemos escuchado el pedido y tal como debemos hacer con nuestro Pueblo de Dios, en este camino sinodal de caminar juntos. Escucharnos y responder con humildad y descubrir si esto es lo que Dios nos pide y rezar para que todo sea para mayor Gloria de Dios y sea para mayor encuentro y fraternidad de todos”, concluyó.
Pasaje de una carta del Coronel Larrabure enviada a sus familiares desde el cautiverio fechada 22 de octubre de 1974:
“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
Ustedes han oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Jesús de Nazaret (Mateo 4, 38-48).
A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: Aun suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”.
El obispo castrense explicó que en la fase preliminar se considera el pedido que, en este caso, precisó, provino de “un grupo de laicos, civiles y militares retirados que desde hace rato vienen conversando conmigo y manifiestan el pedido, la posibilidad, la alegría que les daría que se inicie la causa”.
“Después de escucharlos y atenderlos, se inicia una instancia preliminar”, señaló Mons. Olivera que consiste, precisó, en conformar una comisión investigadora.
“En el obispado castrense -explicó- recibimos muchísimos testimonios, conversamos con varias personas y le confiamos al vicario judicial de mi diócesis que vaya juntando toda esa documentación, junto también con una comisión histórica”.
De esta manera, una vez hechas las averiguaciones pertinentes y acabada la investigación y “habiendo hecho la consulta a algunos obispos de la región”, según las normas procesales, se hará el pedido formal a la Congregación para las Causas de los Santos, “y ellos serán los que digan si 'nada obsta' para que pueda iniciarse la causa”, explicó el prelado castrense.
Un hombre de paz
Argentino del Valle Larrabure, nacido en Tucumán el 6 de junio de 1932, era ingeniero químico y mientras se desempeñaba como subdirector de una fábrica militar de armas y explosivos, fue secuestrado el 12 de agosto de 1974 durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón por la organización guerrillera Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y permaneció cautivo 372 días en una denominada “cárcel del pueblo”. El 19 de agosto de 1975, cuando tenía 43 años, fue asesinado y su cuerpo arrojado a una zanja.
Larrabure ascendió a Teniente Coronel estando en cautiverio –único caso hasta la fecha registrado en el país– y se le dio post mortem el grado de Coronel. Sus restos se encuentran en el Panteón de la Sociedad de Socorros Mutuos del cementerio porteño de la Chacarita.
Era el séptimo hijo del matrimonio de Cirilo Lararbure y Carmen Conde, se había casado el 8 de diciembre de 1955 con María Susana de San Martín y tuvo dos hijos: María Susana y Arturo Cirilo. En febrero de 1974, poco antes de su secuestro, había obtenido que la Justicia de Menores de Villa María le otorgara la guarda de un menor de nueve años, Jorge Alberto, que pasó a ser parte de su familia.
Durante el período en el que estuvo detenido, su familia recibió en su casa siete cartas de Larrabure, que a su vez ellos respondían por medio de solicitadas en distintos diarios, y que el militar leía cuando sus secuestradores así lo decidían. Enviaba mensajes de esperanza y de amor a su familia, e instaba al perdón y la fe, en papeles en cuyo margen izquierdo resaltaba el membrete de la organización guerrillera. En determinado momento, Larrabure comenzó a escribir su diario donde detalló su vida en cautiverio hasta el 3 de enero de 1975 en que se interrumpió.
A 47 años de su asesinato, la Justicia argentina niega que haya sido un crimen de lesa humanidad, como resolvió la Cámara Federal de Casación Penal, un dictamen que fue apelado ante la Corte Suprema.
“Yo como obispo valoro esta figura que pueda hacernos mucho bien y me parece que puede servir mucho para el encuentro de todos los argentinos”, manifestó monseñor Olivera, que es además delegado episcopal para las Causas de los Santos.
“Fundamentalmente en esta causa, si es que se concreta y sigue adelante en este inicio, tenemos que trabajar por la unidad y por el amor, porque el Coronel Larrabure -y esto es de destacar- no se llenó nunca de odio, ni llamó al enfrentamiento, fue un hombre de paz, un hombre de perdón, fue un hombre de amor, así se lo manifestó a los numerosos testimonios, en su propio diario que él tenía, a su familia, y esto es realmente conmovedor, me parece que puede servir mucho para el encuentro de todos los argentinos”, manifestó a AICA el obispo castrense.
Y agregó: “Nunca una manera de pensar puede dividirnos. Y en este tiempo nosotros somos testigos, a veces en el mundo político, en nuestras relaciones, que el insulto, las descalificaciones, no son el camino para consolidar la fraternidad. No son el camino para llegar a servir más y mejor a nuestro pueblo. El camino del respeto, el camino del amor, el camino del perdón, el camino del diálogo es el camino cristiano, es el camino evangélico y de esto no tenemos que cansarnos nunca de predicar”.
Volviendo sobre la figura del Coronel Larrabure, monseñor Olivera dijo que muchas veces le preguntan: “¿Fue mártir por la fe?” y a esto respondió que “creemos que justamente por plasmar la fe, por vivir la fe, encarnó el amor, encarnó la fortaleza para no generar, con tal vez su fragilidad, si se hubiera dado, dar a sus secuestradores lo que le exigían que era justamente los datos para la elaboración de armas o de pólvoras y de todo lo que es necesario para seguir matando. De ahí que consideramos que él fue un hombre que vivió muy en serio su vocación para preservar la paz y para vivir en el amor y en la fraternidad. Creo que es un buen modelo para todo tiempo y particularmente para la patria querida”.
Sobre esta etapa preliminar que se inició, el obispo explicó que “estamos recibiendo en el obispado, consultas, testimonios, o lo que quieran compartir en esta línea de fraternidad y encuentro, que pueda colaborar para la causa. Estamos abiertos para recibirla”, indicó.
Al mismo tiempo aclaró que ya hay una comisión propiamente a cargo de la etapa preliminar. “Nosotros simplemente hemos escuchado el pedido y tal como debemos hacer con nuestro Pueblo de Dios, en este camino sinodal de caminar juntos. Escucharnos y responder con humildad y descubrir si esto es lo que Dios nos pide y rezar para que todo sea para mayor Gloria de Dios y sea para mayor encuentro y fraternidad de todos”, concluyó.
Carta del Coronel Larrabure desde el cautiverio
Pasaje de una carta del Coronel Larrabure enviada a sus familiares desde el cautiverio fechada 22 de octubre de 1974:
“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
Ustedes han oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Jesús de Nazaret (Mateo 4, 38-48).
A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: Aun suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”.
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