martes, 2 de diciembre de 2025

LA RENUNCIA A LA FSSPX DEL PADRE GABRIEL GROSSO

Publicamos la carta de renuncia a la FSSPX del Padre Gabriel Grosso presentada el año 2012 tras la capitulación de la Fraternidad a la Roma modernista y apóstata.

Por Sean Johnson


Cuando Mons. Fellay firmó la infame Declaración Doctrinal del 15 de abril de 2012, que aceptaba la legitimidad de la nueva misa, los nuevos sacramentos y acordaba aceptar el Vaticano II “a la luz de la Tradición” (es decir, según la hermenéutica de la continuidad) fue una capitulación total y la FSSPX nunca volvió a ser la misma.

A partir de esa fecha, se desató una guerra civil dentro de la FSSPX, con renuncias solo superadas por expulsiones. Los blogs de la resistencia y los lugares de Misa (que ya existían desde hacía varios meses) comenzaron a multiplicarse, y las denuncias de ambos bandos se convirtieron en algo habitual desde el púlpito de las misas dominicales.

Lo que sigue es una de esas cartas de renuncia, escrita por el Padre Gabriel Grosso, que en ese momento estaba destinado en Argentina, y llegó justo una semana después de la Declaración Doctrinal del 15 de abril de 2012.

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Estimado Padre Bouchacourt:

Le escribo para comunicarle que llevo tiempo orando para saber qué me pide Dios Nuestro Señor. Le aseguro que he pasado momentos dolorosos por mi desacuerdo con las autoridades de la FSSPX. Pero como no soy miembro [con poder de decisión] y mi opinión no cuenta en estos asuntos, he decidido informarle de mi decisión de abandonar la FSSPX (1).

Le explico algunas de las razones de mi decisión, ya que merece conocerlas por la caridad y comprensión que me ha demostrado desde mi llegada a la FSSPX.

La pregunta radica en mi diferente interpretación de los hechos y su correlación con la escatología. No me refiero solo al Apocalipsis, pues el tema trasciende este texto, pues también se refiere a las palabras escatológicas de Nuestro Señor y a pasajes de los escritos de San Pedro, San Juan, San Pablo y el profeta Daniel.

Desde el seminario, he leído al padre Leonardo Castellani y creo en las profecías bíblicas, por lo que estas ideas sobre el tiempo en que vivimos no me resultan nuevas. Considero que, dada la situación actual, predicar a los fieles que debemos reconquistar [en la fusión con Roma] algo que se encamina hacia la muerte significa no comprender nuestra situación.

Creo —y por eso decidí actuar en consecuencia— que la lucha ha llegado al punto anunciado por el Ángel a la Iglesia de Sardes: “Velad y fortaleced lo que queda, lo que está a punto de morir. Porque no encuentro tus obras completas ante mi Dios” (Ap 3,2).

Por lo tanto, en mi opinión, acercarse a la Roma modernista es inútil, y peor aún, perjudicial, porque hasta ahora Roma ha demostrado que devorará a todos los grupos tradicionalistas y los reducirá a la síntesis que cree que es la Iglesia, es decir, el Vaticano II. Y, por supuesto, Benedicto XVI es el principal mentor de esa Iglesia.

Ahora parece que usted y el obispo Bernard Fellay tienen fe en él y creen que salvará a la Iglesia: “Podemos esperar que Dios recompense el innegable valor que Benedicto XVI ha demostrado al conceder los dos requisitos que la FSSPX solicitó, y que le dé la fuerza y ​​la luz necesarias para llevar a cabo tal restauración, que parece imposible desde el punto de vista humano” (su editorial en Iesus Christi, n. 121).

El contraste es sorprendente cuando se considera el Apocalipsis: “Y vi otra bestia que subía de la tierra; tenía dos cuernos como de cordero, y hablaba como un dragón”… “Y engaña a los moradores de la tierra”.

Por lo tanto, creo que el camino tomado por la FSSPX la está llevando a su ruina, y esto lo corroboran otros que ya la han denunciado (véase la renuncia del padre Juan Carlos Ceriani).

En el Libro de Daniel y el Apocalipsis, se nos advierte que nuestros enemigos tendrán permiso divino para “hacer guerra contra los santos y vencerlos” (Ap 13,7) y no quedará nada, al menos nada visiblemente organizado, que los enemigos no hayan infiltrado y destruido. Solo quedarán algunos fieles dispersos e irrelevantes. Sin embargo, esto no ocurrirá sin la infidelidad de los líderes del grupo, porque sabemos que Dios nunca abandona al hombre a menos que el hombre lo abandone primero. Tenemos el ejemplo del Vaticano actual, completamente dominado por sus enemigos porque sus miembros han abandonado a Nuestro Señor Jesucristo.

Estas consideraciones, y muchas otras, me han distanciado de la FSSPX, porque [según usted] predicar tales palabras a los fieles los atemorizaría. Creo, por el contrario, que es nuestro deber decirles a los fieles que huyan de Jerusalén (Roma) antes de su horrible destrucción, que es la postura que la FSSPX ha adoptado desde el año 2000, según me informaron. “Por lo tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel, el que lee y oye, y luego los que estén en Judea, huyan a los montes” (Mt 24:15-16).

Y no debemos acercarnos a la Roma anatematizada por Dios: “Pero si nosotros, o un ángel del cielo, os predicara un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal 1, 8-0).

Querido Padre, como no pretendo discutir la interpretación de textos, tras mucha oración y consulta con personas prudentes, he decidido despedirme sin causar escándalo ni decir nada a los fieles. Me iré a vivir con mis padres a San Francisco (provincia de Córdoba, Argentina), y allí, con la ayuda de Dios y de algunas personas que conozco que piensan como yo en estos asuntos, me propongo perseverar en el sacerdocio. Que Dios lo bendiga y muchas gracias por todo.

In Domino,

P. Gabriel Grosso

P. D.- Estaba pensando en lo que hablábamos ayer y creo que es mi deber ser fiel a lo que me pide Nuestro Señor Jesucristo.


Nota:

1) Para mayor claridad, existe cierta ambigüedad/duda sobre si el P. Grosso era miembro de la FSSPX o simplemente un sacerdote amigo que residía en la FSSPX y servía en sus capillas. Un sacerdote de la Resistencia que conozco, que se encontraba en Sudamérica en ese momento, afirma lo primero. Dada la incertidumbre, lo incluí de todos modos (y el P. Grosso también figura en mi lista de sacerdotes de la FSSPX que renunciaron o fueron expulsados).
 

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