miércoles, 17 de diciembre de 2025

MARTA ROBIN: UN PANORAMA DE LA POLÉMICA

Marta Robin desató una intensa controversia: una mística digna de canonización para algunos, una impostora o estafadora para otros, y una enferma mental para otros. 

Por La Nef


Este artículo pretende, de la manera más objetiva y honesta posible, revisar su biografía, los orígenes de la controversia y sus diversas idas y venidas: qué argumentos se presentan, qué respuestas se han dado a las cuestiones clave y qué conclusiones se pueden extraer, teniendo en cuenta que la prudencia y la caridad deben prevalecer en este debate.

Marta Robin nació el 13 de marzo de 1902 en la región de Drôme, en la aldea de Les Moïlles, localidad conocida como "La Plaine", perteneciente a Châteauneuf-de-Galaure, un pueblo de 1200 habitantes en aquel entonces. Sus padres, Joseph-Michel Robin y Amélie-Célestine Chosson, casados ​​en 1889, regentaban una granja de 13 hectáreas. Marta era la menor de cinco hijas y un hijo. Sus padres eran católicos, pero no practicaban su fe con regularidad. Marta recibió una educación cristiana mínima.

A los 16 años, Marta comenzó a experimentar problemas de salud que empeoraron progresivamente, intercalados con periodos de mejora. Estos episodios incluían dolores de cabeza, dolor ocular, vómitos, parálisis parcial y pérdida temporal de la visión. A finales de 1918, se la consideró moribunda y recibió la Santa Cena. En 1921, se produjo una mejora parcial. Sin embargo, a partir de entonces, solo pudo caminar con muletas, y en 1923, se sometió a tratamiento en Saint-Péray, en la región de Ardèche, que resultó ineficaz. En 1927, tras una grave hemorragia gastrointestinal, recibió de nuevo la extremaunción. Fue por esta época cuando Marta experimentó sus primeras apariciones: Teresa de Lisieux (1927), Cristo (1928) y la Virgen María (1929). En 1929, la parálisis de los cuatro miembros se hizo completa, sus piernas se doblaron bajo ella, sus talones quedaron sobre sus muslos superiores y Marta permaneció postrada en cama hasta su muerte.

A partir de 1928, su director espiritual fue el párroco, el padre Léon Faure, quien, tras un momento de escepticismo, la tomó en serio. Ese mismo año, tras una misión realizada en su parroquia por dos franciscanos, ingresó en la Tercera Orden Franciscana.

En 1930, ya no podía tragar alimentos sólidos y casi ningún líquido. Desde entonces, nadie vio a Marta consumir ningún alimento, salvo la Eucaristía, que recibía sin tragar. Ese año aparecieron los primeros estigmas de la Pasión, y desde el año siguiente hasta el final de su vida, Marta revivió la Pasión de Cristo todos los viernes. A partir de 1932, informó que ya no dormía.

A partir de entonces, Marta Robin recibió numerosas visitas en su habitación, ofreciéndoles consejos, especialmente sobre su vocación religiosa o decisiones de vida. Mantuvo también una extensa correspondencia, recurriendo a secretarias a quienes les dictaba sus cartas. Tras una correspondencia con Émilie Blanck (1875-1960), directora de la Obra de Propaganda del Sagrado Corazón en Lyon, Marta concibió el proyecto de fundar "Casas de Caridad", lugares donde hombres y mujeres laicos (consagrados en el celibato o casados) vivían y compartían sus recursos. Cada casa se organizaba en torno a un sacerdote que la dirigía.

En 1936, apareció una figura clave en la vida de Marta: el padre Georges Finet, sacerdote lionés que se convirtió en su director espiritual por petición expresa de ella y permaneció así hasta su muerte. 


En su libro, François de Muizon describe un retrato bastante contrastante, aunque algo sombrío, del padre Finet. Era increíblemente activo, y el desarrollo de las Foyer de Charité le debía mucho; pero, por naturaleza, era exaltado, veía lo sobrenatural y la obra del diablo en todas partes, tergiversaba las palabras de Marta para sus propios fines, sin su consentimiento, y no escuchaba ningún consejo. Al parecer, es a él a quien debemos varias de las predicciones de Marta que no se cumplieron, así como su reputación de "leer conciencias" (1).

En 1939, Marta perdió casi por completo la vista y se volvió hipersensible a la luz, lo que la obligó a vivir en una oscuridad casi total. A veces, su cuerpo sufría violentos espasmos, que Marta atribuía al diablo.

En 1940, falleció la madre de Marta, quien cuidaba de su hija y dormía en la misma habitación. El padre Finet alejó entonces a la familia de Marta y eligió a dos personas de su confianza para que la cuidaran.

En 1942, Marta se sometió a su único examen médico, a petición del obispo de Valence, Monseñor Pic, quien se interesaba por su caso. Este examen concluyó que Marta no fingía su enfermedad. Los médicos observaron la presencia de sangre en su rostro sin lesiones cutáneas, y su origen era inexplicable. Se programó un nuevo examen para investigar la causa de esta sangre, la pérdida de visión y la inedia (2) para finales de 1942, pero nunca se realizó debido a la invasión alemana de la zona no ocupada en noviembre de 1942.

En 1949, una propuesta para un examen por parte del Dr. Assailly quedó sin respuesta. Un examen médico final, programado para marzo de 1981, no se realizó debido al fallecimiento de Marta en el ínterin. En consecuencia, la inedia y los signos de estigmatización nunca se documentaron científicamente.

En 1936, se fundó el primer Foyer de Charité (Hogar de Caridad) en Châteauneuf-de-Galaure, por iniciativa de Marta y el Padre Finet. Desde entonces y hasta su muerte, la vida de Marta estuvo marcada por la fundación sucesiva de los Foyers, el creciente número de visitantes y sus Pasiones cada viernes. François de Muizon no oculta que el desarrollo de los Foyers no estuvo exento de problemas. La excesiva libertad concedida a sus responsables dio lugar a abusos de diversa índole. El vacío legal provocó una crisis de crecimiento entre 1977 y 1980, cuando algunos querían que los Foyers adoptaran el estatus de una Orden Religiosa Tradicional, un plan destinado a derrocar al padre Finet. Marta fue mantenida al margen de estas intrigas, que finalmente fracasaron. El padre Finet permaneció al frente de los Foyers hasta su muerte.

Georges Finet

Marta murió en 1981 en extrañas circunstancias. El padre Finet la encontró en el suelo, perpendicular a su cama, en pantuflas. La autopsia reveló que el rostro de Marta estaba cubierto de sangre fresca, pero esta sangre nunca fue analizada.

Proceso de beatificación y controversia

Dado que Marta Robin aparentemente falleció en olor de santidad, era lógico que se iniciara un proceso de canonización en 1986. El postulador fue el padre Jacques Ravanel, fundador y director del Foyer de Charité de la Flatière. En 1988, el obispo Marchand de Valence encargó al padre Conrad De Meester que estudiara todos los manuscritos que Marta dejó a su muerte. Estos incluían sus cartas, su diario y el relato de la Pasión de Cristo, escrito a partir de las visiones que tuvo durante las Pasiones del Viernes Santo.

Es a partir de este punto que surge la controversia. Inicialmente confinada al reducido círculo de los implicados en la investigación del proceso de canonización, se hace pública con la publicación de dos libros: en 2006, Vie de Marthe Robin (Vida de Marta Robin) (Ediciones Saint-Léger), del padre Bernard Peyrous, quien sustituyó al padre Ravanel como postulador de la causa en 1996; y, especialmente, en 2020, la obra póstuma del padre Conrad De MeesterLa Fraude mystique de Marthe Robin (El Fraude Místico de Marta Robin) (Cerf).

El padre Bernard Peyrous, influenciado por diversas evaluaciones médicas y psiquiátricas realizadas tras la muerte de Marta, así como por el informe del padre De Meester, al que intentó responder, argumentó en su obra que Marta Robin padecía una enfermedad grave, tanto física como mental, pero que su vida espiritual era sincera y auténtica. Explicó algunos fenómenos místicos como resultado de su enfermedad, mientras que otros carecían de fundamento. El padre Finet es en gran medida responsable de la transformación de Marta en una mística estigmatizada. Sin embargo, dado que la santidad de la vida cristiana no depende de la realidad o ausencia de fenómenos sobrenaturales, Marta vivió las virtudes cristianas a un nivel heroico. Para él, Marta es una santa, aunque no una auténtica mística.

Conrad De Meester

El padre Conrad De Meester fue mucho más severo en su juicio sobre Marta. Al estudiar sus escritos, observó numerosos “préstamos” de místicas reconocidas (santa Catalina Emmerich, Magdalena Semer, la beata Dina Bélanger, santa Verónica Giuliani, etc.), todos los cuales Marta presentó como reflejo de su propia experiencia espiritual. Algunos de estos préstamos provienen de obras publicadas en francés en las décadas de 1930 y 1935. Sin embargo, un análisis grafológico realizado en 1990 muestra que muchos de estos escritos eran de puño y letra de Marta, lo que contradecía su tetraplejia, diagnosticada ya en 1929. El análisis también muestra que Marta escribió los textos de La Pasión y su correspondencia utilizando no menos de cinco estilos de escritura diferentes. Según el padre De Meester, esto era para crear la impresión de tener varias secretarias diferentes. Para él, Marta era una impostora, y su muerte se explica así: al no estar paralizada en sus brazos, fue a la cocina por la noche a comer, y la noche de su muerte, sin fuerzas para volver a la cama, murió a sus pies. En su opinión, no era ni una mística ni una santa.

Antes y después de la publicación de sus obras, numerosos autores, algunos de los cuales la conocieron bien, defendieron no solo la santidad de su vida, sino también la autenticidad de las manifestaciones sobrenaturales que la rodeaban. François de Muizon es uno de ellos, y en su obra no rehúye ninguna dificultad y busca fielmente responderlas, a menudo de forma convincente. Critica al padre Peyrous por su sesgo hostil hacia lo sobrenatural para facilitar la tramitación del caso de canonización, que podría ralentizarse considerablemente examinando la veracidad y el origen, sobrenatural o no, de los fenómenos místicos que rodearon la vida de Marta. Señala que nadie vio a Marta comer ni moverse en cincuenta años (salvo dos testimonios ambiguos). Explica la muerte de Marta como un montaje orquestado por el padre Finet, quien deseaba hacer creer a la gente en la intervención demoníaca en su muerte (3). En contra de la tesis del padre De Meester, los defensores de Marta argumentan que, al vivir la misma realidad espiritual que los místicos que la inspiraron y poseer una memoria excelente, es natural que se expresara con las mismas expresiones que ellos sin intención de ofenderlos. Respecto a los escritos que Marta produjo después de 1929, citan otro análisis grafológico, el de Florence Witkowski, que concluye que los cuadernos que contienen la Pasión no fueron escritos por la propia Marta, sino por secretarios no identificados. En resumen, para ellos, Marta es a la vez santa y mística.

¿Cuál es la situación actual?

El proceso de canonización culminó con el reconocimiento de las virtudes heroicas de Marta en 2014 y todavía está oficialmente en curso con vistas a una posible beatificación.

Para concluir, creo que podemos hacer algunas observaciones adicionales.

Casi todos coinciden en el papel inoportuno, incluso perjudicial, del padre Finet en la vida y reputación de Marta. Varias declaraciones atribuidas a Marta deberían atribuirse únicamente al padre Finet.

Aquellos que sostienen la teoría que niega la realidad de los fenómenos místicos aún tienen dificultades para convencer a alguien de que Marta pudo haberse alimentado en secreto yendo a la cocina por las noches, arrastrándose por el suelo con los brazos, durante 50 años sin que nadie la atrapara jamás.

Por su parte, quienes sostienen una auténtica Marta santa y mística tienen dificultades para convencer de que Marta no escribió con su propia mano los cuadernos de la Pasión: tras el análisis de la señora Witkowski, se realizaron otros dos análisis grafológicos que confirmaron que los cuadernos fueron escritos por la propia Marta (4).

Joachim Bouflet, quien ha escrito extensamente sobre fenómenos místicos verdaderos y falsos, nos llama la atención sobre un caso que guarda muchas similitudes con el de Marta: el de Mollie Fancher (1848-1916), una devota cristiana bautista. Era ciega, apenas podía comer y estaba tetrapléjica, con las piernas dobladas, aunque el pulgar y el índice de su mano derecha conservaban cierta movilidad. Nunca dormía, y durante la noche, cuatro personalidades distintas se manifestaban en su interior, produciendo cuatro tipos de escritura distintos a los de su estado normal. En su caso, estos fenómenos fueron verificados por numerosos médicos (5).

En estas circunstancias, me parece importante recordar que la prudencia es una virtud cristiana y que, en una controversia en la que quedan muchos misterios y donde todos los participantes son a priori de buena fe, es la caridad la que debe presidir el debate en espera de una decisión de la Iglesia que aún no ha tenido lugar.

Bruno Massy de La Chesneraye

Notas:

(1) Tras su muerte, numerosos testimonios de mujeres que habían sido sometidas a tocamientos sexuales y gestos inapropiados por su parte empañaron su reputación.

(2) Inedia es la ausencia total de comida y bebida.

(3) Véanse las págs. 364-365 de su libro sobre el mecanismo psicológico que llevó al padre Finet a escenificar este suceso.

(4) Los detalles de estos cuatro informes periciales los proporciona Joachim Bouflet, Marthe Robin. Le verdict, págs. 213-214.

(5) Véase Joachim Bouflet, ibid., págs. 199-201.


Bibliografía seleccionada

+ Jean Guitton, Portrait de Marthe Robin, Grasset, 1985.

+ Bernard Peyrous, Vie de Marthe Robin, Éditions de l'Emmanuel/Éditions Foyer de Charité, 2006; Le vrai visage de Marthe Robin, CLD Éditions, 2021.

+ Jacques Ravanel, Le secret de Marthe Robin, Presses de la Renaissance, 2008.

+ Conrad De Meester, La Fraude mystique de Marthe Robin, Cerf, 2020.

+ Pierre Vignon, Marthe Robin en vérité, Artège, 2021.

+ Joachim Bouflet, Marthe Robin. Le verdict, Cerf, 2021.

+ François de Muizon, La vraie vie de Marthe Robin. Nouveaux témoignages et documents inédits du Vatican : 6 ans d’enquête sur la femme la plus mystérieuse et la plus controversée du XXe siècle, ediciones Saint-Léger, 2025, 320 páginas, 24 €.
 

 

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