4 de Abril: San Isidoro, Arzobispo de Sevilla y Doctor
(✞ 636)
El esclarecido doctor de la Iglesia de Cristo San Isidoro, fue de muy ilustre linaje, hizo de Severiano, capitán de la milicia de Cartagena, y hermano menor de San Leandro, de San Fulgencio y de Santa Florentina.
Se dice de él que cuando estaba decidiendo dejar los estudios, desconfiado de su aprovechamiento, se llegó hasta un pozo y vio que en el brocal había surco que con el uso habían hecho las sogas, y dijo para sí:
- Puede la soga cavar la piedra; y ¿No podrá el continuo estudio imprimir en mí la ciencia?
Y con esto se entregó muy de veras al estudio, y fue en las ciencias y las lenguas tan consumado, que no hubo en su tiempo quien le igualase.
Estando sus santos hermanos desterrados por Leovigildo, se opuso a los herejes arrianos con tanto fervor y elocuencia que no pudiendo resistirle, trataron de matarle.
A la muerte de San Leandro, le nombraron por aclamación universal, sucesor de su hermano en la iglesia de Sevilla, y arrebatándole el pueblo, con grandes aplausos le sentaron por la fuerza en la Silla Episcopal, donde luego comenzó a resplandecer como sol y alumbrar al mundo.
Lo llamó el Pontífice San Gregorio Magno, otro Salomón y le envió el palio con la jurisdicción vicaria de la Santa Sede en toda la Iglesia de España.
Escribió Regla para los monjes, ablandando el rigor de la antigua, hizo Misal y Breviario que por su nombre se llamó Gótico Isidoriano, y por haberlo usado los cristianos que vivían entre los moros se llamó Mozárabe.
Presidió el cuarto Concilio Toledano y en el segundo Hispalense, y fue muy venerado de los reyes y prelados, y considerado universalmente como oráculo de la cristiandad.
Él solo nos conservó en sus libros numerosísimos, muchos tesoros de la antigua sabiduría, y edificó en Sevilla algunos colegios, donde se criase en virtud y letras la juventud más escogida de toda España; y de su escuela salieron varones muy insignes, y entre ellos San Ildefonso y San Braulio.
Finalmente, después de haber gobernado santísimamente su Iglesia Por espacio de cuarenta años, tomó seis meses para entregarse completamente a la oración y prepararse para la muerte; y al cabo se hizo llevar a la Iglesia de San Vicente, y cubiertas sus carnes con cilicios y ceniza, entregó su alma purísima a Dios, que para tanto bien le había criado.
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