En la fotografía vemos a dos “sacerdotes católicos” sentados en el suelo, rodeados de monjes sintoístas y budistas. ¿Dónde se lleva a cabo esta reunión? En el “Centro Shinmeizan de Espiritualidad y Diálogo Interreligioso”, que se encuentra en medio de los bosques de las colinas meridionales de la ciudad de Nagomi, en la isla de Kyushu (Japón).
Este “centro interreligioso de espiritualidad” fue fundado en 1987 por el “padre” javierano Franco Sottocornola y el monje budista “venerable” Tairyu Furukawa (1910 - 2000) con la intención de crear una “rama cristiana” de un templo budista en la zona.
Según VaticanNews, este es:
un lugar de oración, pero sobre todo un espacio de convivencia entre confesiones, donde la vida cristiana se entrelaza con la espiritualidad japonesa, en un diálogo cotidiano donde el Evangelio se convierte en una presencia discreta, capaz de dialogar en profundidad con el sintoísmo y el budismo. Y esto sucede gracias al compromiso de una pequeña comunidad compuesta por el padre Claudio Codenotti, javeriano y actual director, el padre Pietro Sonoda Yoshiaki, franciscano conventual japonés, el padre Franco y Maria De Giorgi, misionera javeriana. Todos ellos viven y trabajan en Shinmeizan, donde se reúnen con monjes, sacerdotes, peregrinos y lugareños.
Los “objetivos” según el sitio web de este fruto podrido del Vaticano II son:
El “padre” Franco ha declarado a los medios de comunicación:
“el sintoísmo es el alma del pueblo japonés. Y es un alma totalmente espiritual. No tiene libro sagrado, ni leyes, ni autoridad central. No se entra en el sintoísmo a través de rituales o inscripciones: es más un sentimiento, una pertenencia cultural, una forma de vivir en armonía con la naturaleza y los espíritus que la habitan”.
El “padre” Franco señaló que existen muchas similitudes entre el sintoísmo y el cristianismo:
“El primer libro escrito en japonés, que data del año 720, presenta el principio del mundo en términos similares al Génesis, relatando la creación del cielo y de la tierra. Según este punto de vista, todo procede de las deidades: la naturaleza, las ocho islas de Japón, el propio pueblo japonés. Por eso los templos sintoístas están siempre rodeados de vegetación. También nosotros, en Shinmeizan, hemos optado por sumergirnos en el bosque. Siempre que es posible, rezamos al aire libre mirando al este por la mañana y al oeste por la tarde, siguiendo el ritmo del sol. Esta experiencia también conmueve a los japoneses, creando un puente entre su espiritualidad ancestral y la visión cristiana de la naturaleza como don y mensaje de Dios. Muchos japoneses cristianos, durante las oraciones al aire libre, se han emocionado al exclamar: 'Por fin me siento cristiano y japonés juntos'”.
Maria De Giorgi relata cómo “el diálogo principal en Shinmeizan tiene lugar sobre todo con el mundo budista”:
“Aunque llegó en el siglo VI a través de China y Corea, no fue hasta los siglos XIII y XII, en el periodo Kamakura, cuando el budismo se hizo verdaderamente 'japonés', con el nacimiento de escuelas como Terra Pura, Zen, Nichiren... En nuestro 'centro' nos encontramos con monjes y monjas de estas tradiciones. El diálogo se ha desarrollado a través de las relaciones personales, siguiendo la intuición de 'monseñor' Pietro Rossano: 'No hay diálogo entre religiones, sino entre personas que practican religiones diferentes'.La clave es siempre el diálogo de la vida, es decir, auténticas relaciones personales sobre las que construir puentes. No es sincretismo. El “diálogo es escucha”, es deseo sincero de comprender y dejarse interpelar por el otro. Y, en la medida en que se escucha, se crea el espacio para hablar y dar testimonio de la propia fe”.
Aunque De Giorgi diga que “no es sincretismo”, ¿de qué otra forma llamarlo sino sincretismo? Consultando el Diccionario de la Real Academia Española sobre la definición exacta:
1. Combinación de distintas teorías, actitudes u opiniones.2. Sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes.
Entonces, ¿porqué miente De Giorgi? ¿Por qué este grupo de apóstatas se autoproclaman “católicos” cuando no lo son?
En estos engendros transformó la iglesia conciliar lo que antes eran las heroicas misiones del pasado, en las cuales los enviados por la Iglesia Católica para evangelizar, no dudaban en sacrificar su vida y derramar su sangre para defender la fe.
Está demás decir que esta aberración está plenamente aprobada por el Vaticano y su órgano, L'Osservatore Romano, de donde tomamos esta foto e información.
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