Por Riccardo Cascioli
Desde el punto de vista canónico y eclesiástico, no se puede hablar de una verdadera rehabilitación, pero desde el punto de vista de la opinión pública y de la percepción general, la rehabilitación es tan completa como desconcertante. Estamos hablando del obispo “homosexual” eslovaco Robert Bezák, depuesto en 2012 por el Papa Benedicto XVI y ahora puesto de nuevo en la silla de facto por el papa Francisco, durante su visita pastoral a Eslovaquia.
Sin duda, la foto del encuentro que tuvo lugar en la nunciatura el pasado lunes, entre el papa, Bezák y sus familiares, está destinada a tener un impacto mucho mayor que todos los encuentros oficiales de estos días en Eslovaquia; que entre otras cosas contó con una presencia de fieles bien por debajo de las expectativas.
La historia de Monseñor Bezák es de hecho controvertida y la iniciativa del papa reabre una herida que se estaba sanando con fatiga, después de haber dividido profundamente a la Iglesia eslovaca hace diez años.
Bezák fue nombrado obispo de Trnava en 2009, a la edad de 49 años, el obispo más joven de su país, presentándose como un pastor ‘abierto, atento a las cuestiones sociales, decidido a gobernar con transparencia’. Fue la antítesis de su antecesor, Jan Sokol, quien se retiró por límites de edad, pero con la sombra de fuertes acusaciones por supuestas relaciones ambiguas con los servicios secretos del pasado régimen comunista y por una oscura gestión de las finanzas de la diócesis. Esta última acusación amplificada por las denuncias a la Santa Sede del propio monseñor Bezák. Pero pronto las sombras también se espesaron sobre la cabeza del joven obispo de Trnava que, en junio de 2012, fue ‘invitado a renunciar’ y, cuando se negó, fue rápidamente relevado de su cargo pastoral.
¿Qué había sucedido? Bezák siempre ha sostenido que nunca recibió una motivación oficial para la disposición, aunque se hubieran hecho explícitamente algunas objeciones a sus posiciones doctrinales en materia de moral sexual. Y por esta razón una parte de la Iglesia eslovaca reaccionó enérgicamente a la disposición de la Santa Sede. También se le señaló por una gestión cuestionable de los bienes económicos de la diócesis, pero en realidad el motivo principal de la decisión vaticana se encontraba en la homosexualidad practicada por Bezák, también documentada en el libro del sacerdote polaco Dariusz Oko, dedicado a la homoherejía y a la actividad del lobby gay en la Iglesia.
Existía la creencia generalizada de que Bezák frecuentaba gimnasios y saunas con una clara tendencia; pero no solo eso, como obispo también se le responsabilizó de haber contribuido a la formación de una red de sacerdotes homosexuales. A lo largo de los años este aspecto se ha vuelto cada vez más claro, tanto es así que en Eslovaquia se han movilizado círculos liberales ajenos a la Iglesia.
Mientras tanto Bezák -que en los últimos años ha enseñado religión en un instituto protestante de Bratislava- pudo en 2014 entregar una carta al papa, que de hecho lo recibió en el Vaticano en abril de 2015, y desde allí continuó “una relación familiar” que condujo a los sucesos de estos días. Precisamente en anticipación a su visita a Eslovaquia, Bergoglio invitó a monseñor Bezák al Vaticano el 24 de junio, en donde el ex obispo de Trnava concelebró y cenó con el papa.
Aunque hoy la Conferencia Episcopal Eslovaca está unida en el juicio negativo sobre Monseñor Bezák, Bergoglio ha impuesto su rehabilitación pública, los obispos solo han sido notificados de su presencia entre los concelebrantes en la misa de clausura de la visita pastoral. En los últimos días también se había aireado la hipótesis de la reasignación de una diócesis, pero fue el propio Bezák quien lo desmintió en una entrevista televisada el martes 14 de septiembre en la principal televisora eslovaca, aunque dijo estar dispuesto a recibir algún nombramiento en el futuro.
La situación que ha surgido ahora para la Iglesia eslovaca es decididamente vergonzosa, tanto que se habla de documentos y testigos que confirmarían que Monseñor Bezák ha seguido comportándose de manera inapropiada en los últimos años, por usar un eufemismo. Y es cierto que en ciertos círculos se aprovecharán de esto para avanzar en la agenda del lobby gay en la Iglesia, aunque podemos imaginar que no fuese ésta la verdadera intención del papa.
La Brujula Cotidiana
Bezák fue nombrado obispo de Trnava en 2009, a la edad de 49 años, el obispo más joven de su país, presentándose como un pastor ‘abierto, atento a las cuestiones sociales, decidido a gobernar con transparencia’. Fue la antítesis de su antecesor, Jan Sokol, quien se retiró por límites de edad, pero con la sombra de fuertes acusaciones por supuestas relaciones ambiguas con los servicios secretos del pasado régimen comunista y por una oscura gestión de las finanzas de la diócesis. Esta última acusación amplificada por las denuncias a la Santa Sede del propio monseñor Bezák. Pero pronto las sombras también se espesaron sobre la cabeza del joven obispo de Trnava que, en junio de 2012, fue ‘invitado a renunciar’ y, cuando se negó, fue rápidamente relevado de su cargo pastoral.
¿Qué había sucedido? Bezák siempre ha sostenido que nunca recibió una motivación oficial para la disposición, aunque se hubieran hecho explícitamente algunas objeciones a sus posiciones doctrinales en materia de moral sexual. Y por esta razón una parte de la Iglesia eslovaca reaccionó enérgicamente a la disposición de la Santa Sede. También se le señaló por una gestión cuestionable de los bienes económicos de la diócesis, pero en realidad el motivo principal de la decisión vaticana se encontraba en la homosexualidad practicada por Bezák, también documentada en el libro del sacerdote polaco Dariusz Oko, dedicado a la homoherejía y a la actividad del lobby gay en la Iglesia.
Existía la creencia generalizada de que Bezák frecuentaba gimnasios y saunas con una clara tendencia; pero no solo eso, como obispo también se le responsabilizó de haber contribuido a la formación de una red de sacerdotes homosexuales. A lo largo de los años este aspecto se ha vuelto cada vez más claro, tanto es así que en Eslovaquia se han movilizado círculos liberales ajenos a la Iglesia.
Mientras tanto Bezák -que en los últimos años ha enseñado religión en un instituto protestante de Bratislava- pudo en 2014 entregar una carta al papa, que de hecho lo recibió en el Vaticano en abril de 2015, y desde allí continuó “una relación familiar” que condujo a los sucesos de estos días. Precisamente en anticipación a su visita a Eslovaquia, Bergoglio invitó a monseñor Bezák al Vaticano el 24 de junio, en donde el ex obispo de Trnava concelebró y cenó con el papa.
Aunque hoy la Conferencia Episcopal Eslovaca está unida en el juicio negativo sobre Monseñor Bezák, Bergoglio ha impuesto su rehabilitación pública, los obispos solo han sido notificados de su presencia entre los concelebrantes en la misa de clausura de la visita pastoral. En los últimos días también se había aireado la hipótesis de la reasignación de una diócesis, pero fue el propio Bezák quien lo desmintió en una entrevista televisada el martes 14 de septiembre en la principal televisora eslovaca, aunque dijo estar dispuesto a recibir algún nombramiento en el futuro.
La situación que ha surgido ahora para la Iglesia eslovaca es decididamente vergonzosa, tanto que se habla de documentos y testigos que confirmarían que Monseñor Bezák ha seguido comportándose de manera inapropiada en los últimos años, por usar un eufemismo. Y es cierto que en ciertos círculos se aprovecharán de esto para avanzar en la agenda del lobby gay en la Iglesia, aunque podemos imaginar que no fuese ésta la verdadera intención del papa.
La Brujula Cotidiana
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