sábado, 11 de septiembre de 2021

LA IGLESIA DE ALEMANIA, EL AFGANISTÁN DEL VATICANO

Alemania se parece cada vez más al Afganistán de la Iglesia católica. El Vaticano lucha no poco por contener la intemperancia y la intolerancia de los obispos alemanes.


La intolerancia hacia Roma ha alcanzado niveles impensables y ya no hace distinciones entre el campo de los partidarios y el de los críticos de la Vía sinodal. Dos episodios recientes son indicativos de este descontento generalizado, los cuales se originan en el informe sobre abuso infantil que ocurrió entre 1975 y 2018 en la arquidiócesis de Colonia.

Mons. Hesse, el obispo "suspendido"

El informe del bufete de abogados Gercke & Wollschläger provocó el paso atrás del arzobispo de Hamburgo, monseñor Stefan Hesse, debido a los hechos ocurridos en la época en que era vicario general en Colonia y propició también el envío de una visita apostólica a la diócesis que actualmente preside el cardenal Rainer Maria Woelki. Hesse ofreció su renuncia en marzo, aunque negó la acusación del informe de haber participado en encubrimientos de casos de abuso. Han pasado más de cinco meses, pero el papa aún no ha dado una respuesta definitiva a la solicitud de dimisión y se ha limitado a conceder una suspensión ilimitada.

Desde entonces, la archidiócesis de Hamburgo ha sido administrada por el vicario general, Monseñor Ansgar Thim, a quien, sin embargo, la situación de incertidumbre ha empezado a causar un considerable disgusto, hasta el punto de atreverse con un descarado gesto de desafío en dirección a Roma. El prelado, de hecho, decidió suspender todos los órganos diocesanos y dar aviso tanto al nuncio apostólico en Alemania, monseñor Nikola Eterović, como a los miembros del comité diocesano a través de una controvertida carta en la que afirmaba que quería enviar “una señal al interior y fuera de eso no puede seguir así” porque sería “imposible durante mucho tiempo orientar adecuadamente una diócesis y desarrollarla, sobre todo en estos tiempos difíciles”. El vicario general incluso habló de una situación que representa para él y para toda la diócesis una “prueba de paciencia constante y estresante”.

Monseñor Thim es un ferviente partidario de la Vía sinodal y fue uno de los firmantes de una carta -también exaltada por el movimiento María 2.0- en la que expresaba la convicción de que los resultados del encuentro cambiarían significativamente nuestra práctica” y estábamos complacido por tales cambios.

Pero, el malestar al otro lado del Rin por el manejo del Vaticano del asunto del abuso, ha unido a Thim con el prelado más crítico de la Via sinodal, el cardenal Rainer Maria Woelki que se encuentra al frente de la arquidiócesis en el epicentro del escándalo y que no se ha librado del fuego amigo del episcopado alemán en los últimos meses. El informe Gercke exoneró al sucesor de Meisner de acusaciones directas, pero no le impidió enviar una visita apostólica desde Roma que el papa encomendó a monseñor Johannes van den Hende, obispo de Rotterdam, y al cardenal Anders Arborelius, obispo de Estocolmo.

En un comunicado reciente, el arzobispo de Colonia no se quejó de la disposición papal que definió como “un procedimiento bueno y justo” pero que no frenó la intolerancia por la dilatación del tiempo. “El Vaticano -dijo Woelki- se ha planteado la cuestión y por eso ahora también tiene la obligación de expresarse adecuadamente en relación a todos los afectados. No puede ser que lleve meses y que la gente se quede en la incertidumbre”.

cardenal Rainer Woelki

Duras palabras, inéditas para un obispo que hasta ahora ha mantenido el tono bajo ante las numerosas agresiones sufridas en casa y pese a la apertura de un dossier - luego cerrado - por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La espera de los resultados de la visita apostólica organizada hace tres meses deben haber impacientado al cardenal que, mientras tanto, sigue siendo objeto de críticas y peticiones de dimisión por parte del ala más progresista del mundo católico alemán. Woelki confesó que había pensado en dar un paso hacia atrás, pero que se había disuadido por la conciencia de poder abordar mejor las implicaciones morales del asunto al no entregar sus responsabilidades en manos de otros. A pesar de las presiones de una parte de la opinión pública y de la lupa de Roma sobre su arquidiócesis, el prelado actualmente no tiene intención de dejar su cargo como lo demuestra la reciente publicación de "Fides incarnata", un volumen sobre la centralidad de la 'Eucaristía en la vida de la Iglesia', estrenada en agosto con motivo de su 65 cumpleaños.

Desde Colonia y Hamburgo, por lo tanto, han llegado dos acusaciones bastante explícitas sobre la forma en que el Vaticano está manejando el delicado expediente relativo al informe Gercke. Veremos si habrá una reacción de Roma.


La Nuova Bussola Quotidiana


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