Por Raul Tortolero
No, no es homofobia, ni discriminación contra nadie. Para nada. Es sólo la exaltación de una forma de pensar y actuar, de un estilo de vida, el heterosexual, que merece ser respetado, reivindicado ante mareas progresistas que lo abominan y socialistas que buscan destruir a la familia.
El Orgullo Heterosexual describe a los miembros de una sociedad que se sienten cómodos al preferir relacionarse sentimentalmente con el sexo opuesto, y esto no tendría por qué ser criticado por nadie, pues es un derecho humano poder escoger con quien se relaciona uno en la intimidad.
Desde hace algunos años, tanto en Estados Unidos como en Canadá, en Rusia, y en América Latina también, han ido surgiendo grupos de ciudadanos en torno al “Orgullo Heterosexual”. Manifestaciones, marchas, izamientos de banderas, declaraciones en los medios, presencia en redes sociales.
Últimamente, lo heterosexual también necesita ser defendido y tener “visibilidad”, como dirían los progresistas. Y nadie lo puede impedir, porque es su libertad y su derecho.
Que haya grupos, y medios de comunicación progresistas que critican, insultan y hasta persiguen al Orgullo Heterosexual, es prueba de gran intolerancia ante la diferencia de pensamiento.
Las Grandes Tecnológicas son notoriamente pro gay, y esto no debería significar oponerse a los heteros, pero no tardarán en aplicar sus absurdas “normas comunitarias” para “cancelar” las expresiones pro heterosexualidad. También la corriente principal de los medios de comunicación es progresista e intentará, como ya lo hace en cierta medida, aplastar los derechos de los heteros.
Algunos casos aislados de minorías rabiosas desean solo para ellos privilegios sociales del Estado, sólo por su condición de minoría.
El Gobierno, a su vez, tanto en Estados Unidos como en América Latina, ventajosamente, no pocas veces premia a alguna minoría con apoyos especiales, con beneficios, con subsidios.
Pero ¿cuál es el criterio de esos gobiernos de izquierda para financiar alguna minoría? Es muy obvio que la premia porque es parte de su base electoral. Porque al darle dinero, obtiene su simpatía y compra su voto. Y así se va preservando en el poder.
Pero ¿qué hace el gobierno por los heterosexuales? No mucho. Tal vez nada. Parece como si ser heterosexual fuera algo anacrónico, medieval o cavernario. O incluso, de “ultraderecha”, “fascista” o hasta “neonazi”. Así hemos atestiguado que lo califican en redes sociales. Dan risa.
La preferencia sexual no debería jamás usarse para chantajear a un gobierno y buscar sacarle el dinero de nuestros impuestos. Tampoco la preferencia sexual debería ser un chantaje para obtener atención y sumar capital político.
Pero hay que ser cuidadosos en los matices. El Orgullo Heterosexual no representa a una minoría, sino a la mayoría. Una mayoría en cualquier país, que no casualmente es la base de la supervivencia de la especie, ya que, aunque no les guste a algunos, solo vienen niños al mundo cuando un hombre embaraza a una mujer.
La biología no acepta basura ideológica, ni da espacio para inventos culturales para escoger el “género a la carta”. La biología no es subjetiva, ni delirio de académicos izquierdistas resentidos.
El Orgullo Heterosexual tiene todo el derecho de expresarse, manifestarse públicamente, sin que esto sea en detrimento de algunas minorías.
Nadie quiere “invisibilizar” a las minorías, pero tampoco hay por qué descartar, o dejar de lado, la importancia, la grandeza, de la heterosexualidad.
Sin la heterosexualidad, nadie estaría aquí ahora. Así que hasta esas minorías estridentes deberían de alegrarse con el Orgullo heterosexual porque le deben la vida.
Es verdad también que la expresión “Orgullo Heterosexual” habría sido basada en el “Orgullo Gay”, pero todo gay le debe la vida a una pareja heterosexual. Así, las cosas quedan en equilibrio.
El mercado para los homosexuales es enorme, como hemos mencionado en otros análisis, se trata de un negocio millonario. Ropa, zapatos, accesorios, y un sinfín de productos cosméticos, cinematográficos, gastronómicos, discográficos, farmacéuticos, literarios, mediáticos, son dedicados a los gays.
Y como es lógico, ahora inicia a expandirse también el mercado para el heterosexual que se asume como tal y defiende su bandera: ya hay sudaderas, camisetas, chamarras, literatura, películas, sobre la defensa de la vida heterosexual. Y habrá restaurantes y bares “hetero friendly”.
Paradójicamente, siempre conviene a una causa estar respaldada por el movimiento económico que genera el marketing, la propaganda y el dinamismo y vitalidad de un nutrido mercado.
La lucha del Orgullo Heterosexual va bien sustentada. Se fundamenta en la Biblia, en la Palabra de Dios, en la cristiandad, según la cual el hombre está hecho para la mujer y la mujer para el hombre.
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”, dice en Génesis 1:27. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”, dice ese mismo libro (Génesis 2:24). Y una pareja heterosexual es capaz de generar vida, descendencia, hijos.
Cuenta entonces con el aval del catolicismo y de expresiones cristianas protestantes. También del judaísmo y del Islam.
Pero además, este movimiento, que va creciendo en todo el mundo, es bien visto por las asociaciones defensoras de la familia, tan atacada recientemente por las ramas socialistas del supremacismo feminista, la ideología de género, y grupos de la “diversidad sexual” (que dicho sea de paso, nunca incluyen en su tal diversidad a los heterosexuales).
El Orgullo Heterosexual no tiene problema alguno con los homosexuales. Ni nadie debería tenerlo en realidad. Los homosexuales son hijos de Dios y merecen respeto, son parte de la comunidad, y lo que hagan con su intimidad es su decisión personal.
El problema es con el veneno ideológico socialista-progresista, y la imposición de antivalores con el fin de destruir los cimientos occidentales y facilitar a los globalistas la toma del control mundial y finalmente, la hegemonía del Partido Comunista chino.
El Orgullo Heterosexual también es conocido como “Straight Pride”, y defiende a la familia natural como base de la sociedad. Porque una sociedad que no se reproduce, envejece y al final sucumbirá. No se puede construir una sociedad sin parejas heterosexuales, por obvias razones biológicas. Y siendo esto así, hay razones sobradas para estar orgullosos de ser heterosexuales.
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