Después de años de mentiras, simulaciones y silencios, es necesario reconocer el fraude de Jorge Mario Bergoglio y someterlo a juicio
Dico vobis, quia si hi tacuerint,
lapides clamabunt.
Os digo que si éstos callan,
Las piedras gritarán.
Lc 19:40
Las informaciones contradictorias que se están dando sobre el estado de salud de Jorge Mario Bergoglio arrojan una luz inquietante sobre la forma en que se gestionan las comunicaciones del Vaticano. Hay quienes creen que “el Papa ya está muerto” y que este hecho se mantiene oculto al público. Está claro que el Vaticano y la iglesia profunda bergogliana están en pánico y harán todo lo posible para reunir el consenso de los cardenales en torno al nombre de alguien que continúe la revolución bergogliana. Hay quienes tienen todo el interés en enterrar sus propios crímenes –junto con los de Bergoglio– mientras en Estados Unidos se está produciendo un enfrentamiento frontal de la Conferencia Episcopal estadounidense contra la Administración Trump, después de que el escándalo sobre los fondos de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID) haya puesto de manifiesto la complicidad de la Iglesia católica en el lucrativo negocio de la inmigración.
Es necesario evitar que la jerarquía progresista haga de uno de los suyos el sucesor de Bergoglio, es decir, otro usurpador del trono de Pedro que será heredero y continuador del anterior. Por lo tanto, antes de clavar el último clavo en el ataúd de Bergoglio, es esencial y urgente que se arroje luz sobre la usurpación perpetrada por él y sobre la ocupación de la Iglesia católica por una jerarquía corrupta y traidora, cuyo único objetivo es destruirla desde dentro.
Las maniobras de la mafia de Saint Gallen en tándem con la izquierda ultraprogresista; los crímenes impunes de Theodore McCarrick; el papel de McCarrick dentro de las administraciones demócratas; la influencia que McCarrick ha ejercido para obtener nombramientos episcopales para sus “herederos” –todos homosexuales y corruptos– designados para ocupar puestos clave en Estados Unidos y en el Vaticano; el trabajo de McCarrick como enlace de Bergoglio con el régimen comunista chino para obtener la firma del Acuerdo Secreto con la Santa Sede; el papel de los jesuitas en la promoción de la agenda globalista; los escandalosos encubrimientos en curso por parte de Bergoglio de notorios abusadores y pervertidos; el encubrimiento del dossier sobre la red de corrupción del Vaticano, entregado por Benedicto XVI a Bergoglio en abril de 2013 y sobre el cual aún no ha habido ningún seguimiento; el papel de Bergoglio en el crimen perpetrado contra la humanidad con la “pandemia de Covid” y la imposición de vacunas; la explotación cínica de los inmigrantes clandestinos para destruir el tejido social de Occidente: todo esto y mucho más confirma que la Iglesia bergogliana no sólo es cómplice del plan subversivo del Foro Económico Mundial, sino protagonista de primera línea. Los fieles tienen derecho a conocer toda la verdad sobre todos estos acontecimientos.
Después de años de mentiras, simulaciones y silencios, es necesario reconocer el fraude de Jorge Mario Bergoglio y someterlo a juicio, restableciendo la verdad y la justicia que reclaman las víctimas de sus represalias, sus actos intimidatorios y su complicidad en los crímenes de sus instigadores y protegidos. Es necesario investigar su pasado, los crímenes que cometió en Argentina (razón por la cual nunca regresó como “papa” a su país natal) y los turbios hechos que lo acusan de ser personalmente responsable de los abusos sexuales a jóvenes jesuitas cuando era maestro de novicios en Argentina. Hay que aclarar si Tomás Ricardo Arizaga (conocido como Tomasito), fallecido el 20 de julio de 2014 a los 11 años y que luego fue incinerado y enterrado en 2019 en el Cementerio Teutónico del Vaticano tras haberle extraído los dientes, es realmente el hijo de Bergoglio, como se viene rumoreando desde hace demasiado tiempo y como múltiples elementos hacen creer.
Una alianza criminal internacional unió fuerzas subversivas para eliminar a Benedicto XVI, obligándolo a dimitir y reemplazándolo por un emisario del globalismo. El propio cardenal Godfried Danneels lo admitió, refiriéndose a la mafia de Saint Gallen; McCarrick lo reiteró al hablar en la Universidad de Villanova el 11 de octubre de 2013; el presidente y fundador de Voices of Progress –un grupo de presión que se ocupa del "cambio climático", la migración y otros temas progresistas– lo planeó, discutiéndolo con John Podesta (presidente de la campaña de Hillary Clinton), en correos electrónicos publicados por Wikileaks (en inglés aquí).
La “Primavera Católica” ha utilizado a Jorge Mario Bergoglio, personaje corrupto y manipulable, impuesto fraudulentamente a la Iglesia Católica como “papa”. Pedimos a las Autoridades de los Estados Unidos de América y Argentina que aporten documentos y pruebas de estos hechos. Esto demostrará que Jorge Mario Bergoglio nunca ha sido Papa de la Iglesia Católica: todos sus actos de gobierno y enseñanza son nulos y sin valor, y todos sus nombramientos son nulos y sin valor, incluidos los de los "cardenales" que elegirán a "su sucesor".
Es tiempo ahora de afrontar con valentía la verdad, para que la liberación de la Iglesia católica de los subversivos que la han ocupado durante demasiado tiempo para destruirla sea una liberación radical y auténtica , y para que los cómplices del fraude – que todavía están en el Vaticano y sobrevivirán a Bergoglio – sean descubiertos y llevados a juicio, antes de que su acción criminal destruya la evidencia de los crímenes que han cometido.
Arzobispo Carlo Maria Viganò
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