lunes, 21 de junio de 2021

TORMENTAS DE LA VIDA

Analizando los acontecimientos a lo largo de la historia, veremos que Dios permite a las almas y a las grandes instituciones momentos de gran tribulación . ¿Porque?

Por Guilherme Motta


Se lee en las Escrituras que Nuestro Señor, en medio de largos viajes, enseñando y predicando ininterrumpidamente al pueblo, buscó descanso en tres refugios: en las montañas, en el desierto o en el barco [1].

Después del Sermón de la Montaña y la realización de los signos y curaciones en Cafarnaum, la liturgia de hoy es la decisión del Divino Maestro de partir con sus discípulos hacia el mar, mientras Cristo buscaba el descanso para sí y para los suyos.

En la tarde de ese día - describe el Evangelio - los discípulos despidieron a la multitud y subieron a la barca con Jesús. Apenas entraron en el agua, sopló un fuerte viento y las olas se lanzaron violentamente sobre el barco, de modo que ya comenzaba a llenarse. Sin embargo, Jesús estaba en la parte de atrás, durmiendo sobre una almohada. Entonces los discípulos, llenos de pavor, lo despertaron y dijeron:

“'Maestro, ¿estamos muriendo y a usted no le importa?' Se levantó y ordenó al viento y al mar: '¡Silencio! ¡Cállate!' El viento cesó y hubo una gran calma. Entonces Jesús preguntó a los discípulos: '¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Aún no tienen fe? Sintieron un gran temor y se decían unos a otros: "¿Quién es éste, a quien incluso el viento y el mar obedecen?” (Mc 4, 38-41)

Al comentar este pasaje del Evangelio de San Mateo, San Juan Crisóstomo destaca un cierto detalle que San Marcos pasó por alto: incluso antes de dar órdenes al mar, Jesús se dirige primero a los Apóstoles, diciendo: “Hombres de poca fe, ¿por qué tienen tanto miedo?” (Mt 8, 26). Es decir, “incluso antes de calmar la tormenta, calmen la [tormenta] de sus almas, y reprendan su falta de fe, porque aún no podían creer que Jesús podía hacer un milagro mientras dormía” [2].

Ahora bien, ¿por qué permitió Nuestro Señor esta tormenta? ¿Será un castigo por la falta de fe de los apóstoles? Crisóstomo responde: “El Señor ha permitido que esta tormenta los ejercite en la fe y les dé esta prueba como preludio de las tormentas que vendrán sobre ellos” [3].


Las tormentas interiores

Si analizamos los hechos, veremos que, a lo largo de toda la historia, Dios también permitió a las almas y a las grandes instituciones momentos de gran tribulación.

En esta línea, el santo carmelita, Juan de la Cruz, llama a estas pruebas "noches oscuras". Es decir, ocasiones en las que “cuanto más se acerca el alma a Dios, más profunda es la oscuridad que siente, mayor es la oscuridad, debido a su propia debilidad” [4]. A veces, en medio de la tormenta, uno o dos relámpagos caen sobre las turbulentas aguas de nuestra alma e iluminan nuestro horizonte, pero pronto la oscuridad oscurece esta luz y nos encontramos de nuevo en la oscuridad. Son “las aguas tenebrosas, símbolo de las tinieblas de nuestro entendimiento y de la nublada contemplación de Dios” [5].

Entonces, ¿cómo unirse con el Creador? “Si quieres, oh alma, unirte y desposar conmigo, debes venir interiormente revestida de fe” [6]. Porque “esta blancura de la fe recubre el alma cuando sale de esta noche oscura, cuando camina en medio de las tinieblas interiores” [7].

Entonces, Dios prueba el alma de esta manera, porque quiere verla “despojada de las cosas del mundo, sacándole el corazón a todas ellas –sin atarlo a nada–, para elevarlo con vivacidad y valentía, a las alturas de la Vida eterna” [8]. Por lo tanto, “confía en Dios, que no abandona a los que le buscan con un corazón sencillo y recto. No dejará de darles lo necesario para el camino hasta que les conduzca a la luz clara y pura del Amor” [9].

Santa Catalina de Siena, la gran mística del siglo XIV, fue una representación de toda la correspondencia en medio de las “noches oscuras” de su vida. Se dice que de joven, poco después de recibir el hábito de la Orden de Santo Domingo, sufrió severas tentaciones contra la pureza. Muchos demonios la rodearon, repitiendo palabras impuras y obscenas en sus oídos. Ella, sin embargo, se refugió en la oración y clamó a Dios dentro de ella para que se calmara la tormenta. Sin embargo, no se escuchó ninguna voz, ninguna ayuda sobrenatural pareció venir en su rescate. En esa confusión interior en la que se encontraba, Dios parecía descansar en un sueño profundo...

Sin embargo, un día, a su regreso de la Iglesia, Nuestro Señor se le apareció radiante de luz, y Catalina, rebosante de alegría, exclamó:

- Señor, ¿dónde estabas cuando mi corazón estaba atormentado con tantas impurezas?

- Catalina -respondió Nuestro Señor- ¡Estaba en tu corazón! Trabajé en ti, defendí tu corazón contra el enemigo, estuve en tu interior y no permití los ataques del diablo, a menos que pudieran conducir a tu salvación [10].


En medio de las tormentas del barco de Pedro

Ahora, como se mencionó anteriormente, no solamente a las almas vienen estas "noches oscuras". La Santa Iglesia, a lo largo de dos mil años de existencia, también ha recorrido en ocasiones estos itinerarios de tribulaciones: herejías, martirios, traiciones y abominaciones horrendas se desataron sobre ella. Eran momentos en los que la barca de Pedro parecía hundirse inevitablemente, en lo más profundo de los mares. Sin embargo, las palabras de Cristo: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella”, siempre resonaron en la oscuridad de las tormentas calamitosas, haciéndola resurgir aún más rejuvenecida, santa e Inmaculada.

Si en las circunstancias actuales Dios parece “dormir”, no lo dudemos: a la mano está Su intervención, porque ha prometido: “Estaré contigo hasta el fin de los tiempos” (Mt 28, 20).


[1] Cfr. REMIGE. Apud TOMMASO D'AQUINO. Catena aurea: Vangelo secondo Marco IV, 35-41 . Bolonia: EDS, 2012, v. 3, pág. 169.

[2] JUAN CRYSOSTOMO. Homilías sobre San Mateo XXVIII, n. 1 . Madrid: BAC, 2007, v. 57, pág. 568.

[3] Ibíd., Pág. 570.

[4]   JOÃO DA CRUZ. La Subida al Monte Carmelo, Noche Oscura, Precauciones . Río de Janeiro: Voces, 1960, p. 377.

[5] JOÃO DA CRUZ. La Subida al Monte Carmelo, Noche Oscura, Precauciones . Río de Janeiro: Voces, 1960, p. 377-378.

[6] Ibíd., Pág. 394.

[7] JOÃO DA CRUZ. La Subida al Monte Carmelo, Noche Oscura, Precauciones . Río de Janeiro: Voces, 1960, p. 377-378.

[8] Ibíd., Pág. 394-395.

[9] Ibíd., Pág. 315.

[10] Cfr. ALVAREZ, Paulino. Santa Catalina de Sena . ed. 3. Vitoria: Vergara, 1926, p. 74-75.


Gaudium Press




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