martes, 15 de junio de 2021

“PRESO O MUERTO”. LA RENUNCIA FRUSTRADA DEL CARDENAL MARX

De un sólo golpe certero, Bergoglio ha matado a Marx y dejado a un zombie en su lugar.

Por Ludovicus


Cuentan que cuando el recaudador de retornos del presidente Néstor Kirchner, previendo futuras complicaciones, presentó a la Viuda Kirchner su renuncia, recibió como respuesta la siguiente admonición: “A mí no se me renuncia, de acá salís preso o muerto”. Mucho antes, cuando un atribulado ministro de Perón hizo lo mismo ante la quema de las iglesias, el general mandó decirle, a través de su asistente, “Al general se le renuncia sólo cuando él lo pide”. Los césares mandaban a quienes caían en su desgracia suicidarse, los peronistas les vedan renunciar y los obligan a suicidarse lentamente. La perversidad del poder tiene múltiples formas.

Bergoglio ha seguido la tradición peronista, una vez más, rechazando la renuncia del Cardenal Marx. La jugada en realidad es una contrajugada maquiavélica, mucho más maquiavélica que la del inocente germano. En efecto, Marx, con su renuncia, buscaba cándidamente dos cosas: escapar del rol necesariamente disciplinador del Sínodo que su cargo le imponía; y quedar libre como un civil más para operar en favor de la rebeldía sinodal, y libre como un cardenal (a eso no renunció) para armar su juego de poder en Roma. Un príncipe del pueblo por derecho propio jugando esta gran pulseada de poder entre Alemania y Roma, entre la mafia teutona y el porteño y sus adlateres. Con este simple golpe, Bergoglio desarma a Marx, le quita su principal arma (ya no podrá amenazar más con la renuncia) y lo fuerza a alinearse con Roma frente al Sínodo. Marx ha quedado neutralizado, debilitado, vaciado. ¿Con qué cara podrá representar a los revolucionarios, él, al que el mismo papa ha ratificado? De un sólo golpe certero, Bergoglio ha matado a Marx y dejado a un zombie en su lugar. Y no lo veo al alemán insistiendo con su renuncia, no ha quedado margen alguno, aunque sería interesante ver cómo le contestarían o cómo terminaría. Preso o muerto. Porque, además, las denuncias que serían el presunto motivo de su resignación, siguen vigentes y en curso.

Que no nos engañe el tono aparentemente melifluo y confianzudo de la carta. Es tal la humildad y mansedumbre que trasunta que su autor se compara con Jesucristo al tiempo que le clava el estoque de la misión suicida al pobre Marx: “Y esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Munchen und Freising. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: ‘Apártate de mí que soy un pecador’, y escuchá la respuesta: ‘Pastorea a mis ovejas’”.

Hay que reconocer en Bergoglio, huero de pensamiento como es, frívolo profesional, un maestro de estas “pequeñas astucias”, como decía Kafka, muy bien meditadas y preparadas. Como una araña pensativa, tejerá todas las intrigas posibles para confundir a los hijos de Arminio y evitar que se discuta su poder. Podemos anticipar una pelea realmente espectacular, llena de zancadillas, chicanas y foul play, y si la biología lo acompaña, una victoria de Francisco sobre el ingenuo episcopado progresista germano, que terminará desaguando en un delta de lugares comunes y platitudes que escamoteen los temas que no podrán imponer, modulados por Marx y otros zombies. En politiquería no le van a ganar, y el cisma es hijo de la malicia, no de la heterodoxia. No son enemigos para el compadre de Flores, émulo de Juan Perón y de Néstor Kirchner.

Wanderer






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