Les ofrecemos una interesante contribución de Angelo Pellicioli, coordinador del Comité Permanente para la Renovación Litúrgica en la Fe y caballero de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, sobre el uso de la espada en la liturgia.
Este es un tema que recientemente ha vuelto a cobrar gran relevancia, luego del nuevo Ritual para las celebraciones de la OESSG - aprobado por decreto n° 219/2021 del cardenal Gran Maestro Fernando Filoni el 19 de marzo de 2021 - Se establece que la investidura del caballero ya no se realiza con la espada sino con el báculo, que descansa sobre el hombro derecho del candidato.
¿Es la espada un signo litúrgico?
La decisión, en los últimos días, con la que el Gran Magisterio de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, por recomendación del papa Francisco, ha decidido abolir el uso de la espada en el ceremonial de investidura de los nuevos caballeros, sustituyéndola con férula o pastoral. Con este aporte ciertamente no queremos posicionarnos ni tomar partido a favor o en contra de esta decisión, confiando cualquier controversia al respecto a los expertos; solo se pretende señalar lo que la espada simboliza en la liturgia, dejando que cada uno saque sus propias conclusiones.
Ahora, en el campo litúrgico, la espada ha pasado a ser no un mero símbolo de violencia, sino también un símbolo de salvación, a través de la armadura del espíritu. Este es precisamente el significado que la simbología litúrgica atribuye a la espada, que también se nos propone como arma empuñada por ángeles y santos en las iconografías de las iglesias.
En la Biblia, la espada fue representada como un arma violenta de guerra que atraviesa, mata, sin posibilidad de escapar. De este significado natural surgió luego con el tiempo uno simbólico, que lo identifica como un castigo por los pecados. En el Antiguo Testamento también se tomaba la espada como símbolo de la lengua de los impíos, combinándola con la palabra. Así, la espada afilada se ha convertido en el símbolo de una lengua tragada (el dicho "mata más la lengua que la espada" es famoso en este sentido).
Con el advenimiento de Jesús a la tierra, la espada ha perdido por completo su significado bélico para asumir el de la palabra de Dios, a través del Espíritu Santo. Aquí, entonces, se explican los dos significados: mientras el Mesías le dice a Pedro que envaine su espada (como símbolo de la guerra), al mismo tiempo también proclama que no ha venido a traer la paz sino la espada (de la palabra de Dios). Todo esto también se confirma en el Apocalipsis, en el que se representa a Jesús resucitado con una espada de doble filo (es decir, con el doble poder de la fuerza y el habla) que sale de su boca. Verdadera fuerza de una energía cortante, además de disruptiva, dirigida a los corazones de los hombres para cambiar sus vidas.
La espada también se propone, litúrgicamente, como arma de fuerza, defensa y justicia. El Arcángel San Miguel la sostiene cuando defiende el Cielo de Lucifer, pronunciando la famosa frase "Quis ut Deus"? (¿Quién puede jactarse de ser Dios?). Incluso San Pablo está representado, iconoclasticamente, con la espada en la mano: símbolo de su martirio, pero también de la palabra viva de Dios, blandida por un verdadero heraldo de la fe. La espada, en otras representaciones religiosas, también se propone como símbolo de justicia y paz. Por eso, las escamas que aparecen en las iglesias, como símbolo de la segunda virtud cardinal "la justicia", a menudo se apoyan en un pivote representado por una espada apuntando hacia arriba.
Incluso la espada empuñada por los cruzados en la guerra santa contra los infieles, simbolizaba un eficaz instrumento de guerra para combatir en el campo, ha acabado transformándose, a lo largo de los siglos, en instrumento de combate contra los enemigos internos del espíritu; es decir, aquellos que tensan el alma de los que se han embarcado en el camino hacia Dios. Los cruzados también habían asimilado, idealmente, la espada a la cruz resplandeciente de Cristo, hasta el punto de que se colocaba sobre el cadáver del caballero caído en batalla antes de su entierro. De hecho, la empuñadura de la cruz o engastada con gemas recordó cómo Cristo había vencido a la muerte en la Cruz para la redención de los pecados del mundo.
En las investiduras de los caballeros, la espada adquirió entonces múltiples significados simbólicos, tales como: arquetipo de justicia, estoicismo, coraje. En esencia, fuimos más allá del mero uso físico del arma y el caballero se convirtió en un defensor de la fe, la justicia y cualquier otra causa noble.
Según la tradición del rito iniciático de los caballeros, al recibir la espada, se lograba unir lo físico con lo espiritual, combinando la esencia de la espada con la de su perfecto equilibrio psicofísico. Por eso, en el momento de recibir la investidura, los caballeros proclamaron: “Alzamos en alto la espada de la luz para depositarla al pie del altar como testimonio de nuestro juramento. Juramos blandir la espada doble: la del acero pulido y la de la palabra brillante y fulminante”.
La espada no es un fin en sí misma, sino que está en manos de quienes la sostienen: si la manejan manos diestras y capaces, expresa una fuerza benéfica. Puede matar o defender, interpretando así el dualismo entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, según el uso que se haga de él.
Seguramente los reformadores de la ceremonia de investidura de los Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén conocían bien todos los significados atribuidos a la espada, relatados anteriormente. Por ello, su gesto de retirar de la liturgia los signos y símbolos de los antiguos rituales ceremoniales, vigentes durante siglos, suscitó una auténtica sorpresa. Surge la pregunta de si el incumplimiento de la igualdad “de género” puede ser una justificación adecuada.
Angelo Pellicioli
Messa in Latino
Angelo Pellicioli
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