domingo, 2 de marzo de 2025

DOM GUERANGER PROFETIZÓ SOBRE LA APOSTASÍA EN LA IGLESIA

Dom Prosper Guéranger, en un comentario sobre la Epístola del  Domingo 20º después de Pentecostés, ofreció una descripción profunda de estos tiempos

En los últimos días, más que en ningún otro tiempo, los fieles tendrán que recordar el mandato que nos da el Apóstol en la epístola de hoy, es decir, tendrán que comportarse con esa circunspección que él ordena, teniendo todo el cuidado posible para mantener puro su entendimiento, no menos que su corazón, en esos días malos.

La luz sobrenatural, en esos días, no sólo tendrá que soportar los ataques de los hijos de las tinieblas, que presentarán sus falsas doctrinas; además, será minimizada y falsificada por los mismos hijos de la luz que cedan en la cuestión de los principios; se verá en peligro por las vacilaciones, los recortes y la prudencia humana de los que se llaman “hombres de visión amplia”.

Muchos prácticamente ignorarán la verdad maestra de que la Iglesia nunca puede ser abrumada por ningún poder creado. Si recuerdan que Nuestro Señor prometió defender a Su Iglesia hasta el fin del mundo, todavía tendrán la impertinencia de creer que hacen “un gran servicio” a la buena causa al hacer ciertas concesiones políticamente inteligentes que, si se probaran en la balanza del santuario, ¡se encontrarían en desventaja!

Esos futuros sabios del mundo olvidarán por completo que Nuestro Señor no tendrá necesidad de que lo ayuden a cumplir Su promesa con planes torcidos, por astutos que sean; pasarán por alto por completo esta consideración más elemental: que la cooperación que Jesús se digna aceptar de manos de Sus siervos en la defensa de los derechos de Su Iglesia nunca podría consistir en la distorsión o el disfraz de esas verdades concedidas que constituyen el poder y la belleza de la Esposa.

¿Es posible que olviden la máxima del Apóstol, que se encuentra en su Epístola a los Romanos, según la cual conformarse a este mundo, intentar una adaptación imposible del Evangelio a un mundo no cristianizado, no es el medio para probar cuál es la buena, aceptable y perfecta voluntad de Dios? De modo que será un mérito grande y raro, en muchos casos de estos tiempos desdichados, el simplemente entender cuál es la voluntad de Dios, tal como la expresa nuestra Epístola.
¡Cuídense a ustedes mismos -diría San Juan a aquellos hombres- para que no pierdan las cosas que han hecho; asegúrense de obtener la recompensa completa, que sólo se da con la perseverante minuciosidad de la doctrina y de la fe!

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