lunes, 11 de marzo de 2024

¿LA EUCARISTÍA ES UN “PREMIO PARA LOS PERFECTOS”?

Los herejes modernistas dicen cosas como “La Eucaristía no es un premio para los perfectos” con el fin de engañar a aquellos en pecado mortal para que se acerquen a la Eucaristía. Sí, realmente es así de deliberado y realmente es así de malvado.

Por el padre David Nix


Muchos herejes modernistas desde la década de 1970 han combinado intencionalmente el requisito de recibir la Sagrada Comunión en estado de gracia con la noción de recibir la Sagrada Comunión en un estado de perfección. Esta se trata de una ambigüedad intencionada y diabólica. La Biblia y la Iglesia Católica siempre han enseñado que uno debe recibir la Sagrada Comunión en “estado de gracia”. Uno no necesita estar en un “estado de perfección” (normalmente visto como la etapa unitiva de la oración, o el estado religioso o el estado de ser obispo) para recibir la Sagrada Comunión.

A la luz de la anterior combinación intencional, los herejes modernistas desde la década de 1970 a menudo han dicho cosas como “La Eucaristía no es un premio para los perfectos” con el fin de engañar a aquellos en pecado mortal para que se acerquen a la Eucaristía. Sí, realmente es así de deliberado y realmente es así de malvado. Quizás esos herejes modernistas fueron engañados por otros herejes modernistas al decir eso, pero la malicia en esa frase comenzó en alguna parte. Hoy en día hasta ya sabes quién lo dice.


Curiosamente, el engaño diabólico que rodea la frase “La Eucaristía no es un premio para los perfectos” es que es explícitamente cierto. Pero como toda herejía, implica algo incorrecto. En este caso, esa frase anula la enseñanza de la Biblia y la Iglesia Católica de que aquellos en pecado mortal no pueden recibir la Sagrada Comunión.

¿Cómo sabemos que el Magisterio enseña que aquellos que están en pecado venial pueden recibir la Sagrada Comunión pero aquellos que están en pecado mortal no pueden hacerlo? En primer lugar, la Biblia (la forma escrita más elevada del Magisterio) misma delimita claramente aquí entre el pecado mortal y el no mortal (venial):

Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida - a los que cometan pecados que no son de muerte pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida -. Toda iniquidad es pecado, pero hay pecado que no es de muerte (1 Juan 5:16-17).

Luego, tenemos la advertencia del Espíritu Santo a través de San Pablo de que una persona que recibe la Sagrada Comunión en estado de pecado mortal se pone bajo el propio juicio de Dios:

Porque cualquiera que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe juicio para sí mismo (1 Cor 11:29).

Pero espera un momento: ¿no provocan muchos pecados el juicio de Dios? Sí, pero el infalible Concilio de Trento emite esta impactante advertencia: “Porque ningún crimen hay que temer de Dios castigo más severo que el uso impío o irreligioso” de la Eucaristía.—Trent, De Euch vi

Ahora veamos qué dicen los santos sobre recibir la Sagrada Comunión en estado de pecado mortal:

“Pero deseo enfatizar este punto: tengan la conciencia tranquila. De lo contrario, para vosotros el Pan de Vida será un Pan de Muerte. Esto no significa que la Sagrada Eucaristía estuviera destinada a ser tu muerte, sino sólo que, incluso antes de recibirla, ya estabas muerto. Y estás así en un doble sentido [muerto] después de recibirlo”. Julian Eymard, Sobre la Sagrada Comunión p. 11.

“No, queridos hermanos, no quiero hablaros hoy de esas personas desdichadas que cuentan sólo la mitad de sus pecados por miedo a no cumplir con su deber pascual o a que se les niegue la absolución, tal vez incluso para encubrir sus vergonzosos pecados vive con el velo de la virtud y que, en este estado, se acercan al altar y van a completar su terrible obra entregando su Dios al Diablo y precipitando sus almas sacrílegas al Infierno—San Juan Vianney en su sermón titulado Confesión anual.

Casi profetizando la engañosa (y deliberada) combinación del siglo XX entre estar en un estado de gracia y estar en un estado de perfección, el Padre Pío dijo: “Es muy cierto, no somos dignos de tal regalo. Sin embargo, acercarse al Santísimo Sacramento en estado de pecado mortal es una cosa, y ser indigno, otra muy distinta. Todos somos indignos, pero es Él quien nos invita. Es Él quien lo desea. Humillémonos y recibámoslo con un corazón contrito y lleno de amor”.



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