Por Fredy Cadenas
Desde los comienzos de Jesucristo y su ministerio, muchos lo seguían porque él les daba de comer y los seguidores saciaban el hambre. Ciertamente la comida es esencial para el cuerpo, pero no es esencial para el alma.
Desde los comienzos de Jesucristo y su ministerio, muchos lo seguían porque él les daba de comer y los seguidores saciaban el hambre. Ciertamente la comida es esencial para el cuerpo, pero no es esencial para el alma.
Al final, Jesús se dio cuenta que muchos lo seguían por el hecho de que les daba de comer y les dio una charla diferente a lo que ellos buscaban, comenzó a llevarlos a la renuncia de sus deseos humanos y a vivir de su palabra.
¿Qué hizo la gente? Todos se marcharon y ya no quisieron seguirle y esto nos enseña que un ministerio que se enfoca en las necesidades de éste mundo, no es ministerio cristiano porque cuando lo dejes de hacer, se marcharán y renegarán de la fe puesto que sus intereses eran vivir bien, con los estómagos llenos y libres de preocupaciones.
El ministerio de Calcuta se enfocó en un ministerio humanista pero jamás en la conversión de los pecadores o que la India se convirtiera a Dios por medio del catolicismo.
Por lo tanto, un ministerio humanista no viene de Dios sino del diablo pues el diablo es el que ofreció a Cristo el pan en el desierto para que así colmara su hambre y haciéndole creer que ése pan era el que verdaderamente alimenta la vida del hombre, pero Cristo le contestó que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Es ahí donde comprendemos que convertir a pecadores es más importante que darles de comer; mejor llenar sus corazones de las verdades de la Fe antes que llenarles el estómago; curar las heridas del alma antes que las de la carne y así sucesivamente.
Calcuta fue un títere del diablo, una falsa monja que dio el pan a los hombres hambrientos pero no les dio el pan divino, la palabra ni la conversión.
Por lo tanto, un ministerio humanista no viene de Dios sino del diablo pues el diablo es el que ofreció a Cristo el pan en el desierto para que así colmara su hambre y haciéndole creer que ése pan era el que verdaderamente alimenta la vida del hombre, pero Cristo le contestó que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Es ahí donde comprendemos que convertir a pecadores es más importante que darles de comer; mejor llenar sus corazones de las verdades de la Fe antes que llenarles el estómago; curar las heridas del alma antes que las de la carne y así sucesivamente.
Calcuta fue un títere del diablo, una falsa monja que dio el pan a los hombres hambrientos pero no les dio el pan divino, la palabra ni la conversión.
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