jueves, 7 de marzo de 2024

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y SINODALIDAD

¿Porqué todos los documentos del Vaticano de la última década están salpicados de “fraternidad, igualdad y libertad”?

Por el padre David Nix


La “Teología de la Liberación” es una herejía marxista que se desarrolló en América Latina durante las décadas de 1970 y 1980 y que declaraba que la forma de liberar a los pobres no era la liberación del pecado, sino la liberación de la “opresión, hasta el punto de utilizar la violencia contra la clase alta y la clase media. Como todos los movimientos marxistas, perdió el control de su violencia. El epicentro de la “teología de la liberación” en la década de 1980 fue Nicaragua, cuando innumerables obispos y sacerdotes apoyaron al movimiento marxista “sandisista”. Malachi Martin, en su Bestseller del New York Times de 1987, “Los jesuitas”, explica este movimiento de sacerdotes y obispos marxistas:
Era un sueño hecho realidad. Un sueño expresado en palabras claras por el mismo Padre Boff: “El poder sagrado debe volver a manos del pueblo”. No se permitiría ninguna autoridad de enseñanza o dirección “desde arriba”, desde la Iglesia ajena y jerárquica. De hecho, los mismos símbolos de esa Iglesia deben ser firmemente rechazados. Los símbolos y todo lo demás sólo deben venir “de abajo”. Del pueblo. De sus “Comunidades de Base” -cerca de 1000 sólo en Nicaragua, en su momento; y cerca de 300.000 en toda América Latina-. La idea de las “Comunidades de Base” se extendió a los Estados Unidos, donde a veces se las llama “Gatherings” (Reuniones). - The Jesuits, p. 59
Nótese que para reprogramar las mentes de los católicos latinoamericanos alejándolos del catolicismo apostólico y acercándolos a un principio marxista, los teólogos de la liberación no podían decirles a los católicos promedio que tiraran inmediatamente a la basura toda la Revelación Divina.  Pero, en última instancia, éste sería el mensaje diabólico de la jerarquía a los campesinos: Tenéis que ser liberados por la sangre de los ricos, no por la Preciosa Sangre de Jesucristo.

Malachi Martín sigue hablando de los sacerdotes de la foto que encabeza este artículo:
Fernando Cardenal, Ernesto Cardenal, Miguel D'Escoto Brockman, Edgar Parrales y Álvaro Arguello fueron los sacerdotes escaparate de los sandinistas, los legitimadores intencionados y voluntarios de esta nueva “Iglesia del Pueblo” que se apropiaría y redefiniría todas las palabras del catolicismo, mientras cercenaba toda influencia papal de la Iglesia en Nicaragua. El catolicismo de los nicaragüenses estaba a punto de ser “convertido” al marxismo. Y fueron eficaces, estos sacerdotes sandinistas. A medida que decenas, y luego decenas, y finalmente cientos de otros sacerdotes, monjas y hermanos religiosos a lo largo y ancho del país se inspiraron en este nuevo celo, las “Comunidades de Base” se extendieron lentamente lo suficiente y enviaron sus raíces lo suficientemente profundas como para convertir a los sandinistas en los nuevos jerarcas de la sociedad nicaragüense... No fue hasta 1973 y 1974 cuando Pablo VI se alarmó de verdad sobre los jesuitas en general; pero para entonces su control sobre ellos se había debilitado. Nicaragua, mientras tanto, seguía enconada por la revolución, los asesinatos, los bombardeos, los asaltos a bancos, las torturas y las mutilaciones por todas partes. En ese escenario de violencia, el fuerte apoyo jesuita y la dilación de Pablo VI permitieron a los sandinistas ganar un tiempo precioso. - The Jesuits, pág. 59-60
Para entender el nuevo “sínodo sobre la sinodalidad”, basta con comprender la mente del ex Arzobispo de Buenos Aires. Para el jesuita latinoamericano de los años 80, la revolución económica de la “teología de la liberación” era sólo una parte de la reprogramación del católico medio. La otra parte era anular la doctrina tradicional en las mentes y los corazones del católico latinoamericano medio. Así es como se destroza la Revelación Divina. Recuerden la primera cita de este artículo del brasileño padre Boff, quien declaró: “El poder sagrado debe volver a manos del pueblo”. A esto, Malachi Martin añade: “No se permitiría ninguna autoridad de enseñanza o dirección 'desde arriba', desde la Iglesia ajena y jerárquica. De hecho, los propios símbolos de esa Iglesia deben ser firmemente rechazados”.

El vínculo entre el “sínodo sobre la sinodalidad” y la Teología de la Liberación se hace obvio: en ambos casos, las encuestas de opinión se utilizarán para reprogramar la Fe dada por Cristo a los Apóstoles en una teología secularista, humanista y marxista de principios masónicos. Por supuesto, no harán que los católicos tradicionales “voten” por lo que consideran importante.  Los “oyentes” son preseleccionados para una conclusión anticipada que impulsa principios anticatólicos.  

“Votar por la doctrina” es realmente el objetivo tanto de la “Teología de la Liberación” como del “sínodo sobre la sinodalidad”. Esto, una vez más, tiene sus raíces en los teólogos jesuitas de la década de 1980, incluido el ex Arzobispo de Buenos Aires. De hecho, el propio sitio web del sínodo se parece mucho a las citas anteriores del libro de Malachi Martin sobre los jesuitas. El sitio web del Sínodo del Vaticano declara actualmente:
22. “Una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha”.  Esta toma de conciencia es fruto de la experiencia del camino sinodal, que es una escucha del Espíritu a través de la escucha de la Palabra y de la escucha recíproca como individuos y entre comunidades eclesiales, desde el nivel local al continental y universal.
Así que, cuando usted lea sobre “votar por la doctrina”, tenga en cuenta que las conclusiones están predeterminadas por la élite. Así es como funciona toda la teología marxista. Su objetivo es anular la Biblia y el Magisterio en favor de una doctrina y una liturgia en principio masónicas.  Sólo la sangre de Jesús puede liberar a ricos y pobres de su pecado.  Pero para los teólogos de la liberación, sólo la sangre de los ricos puede liberar a los pobresY precisamente por eso todos los documentos del Vaticano de la última década están salpicados de “fraternidad, igualdad y libertad”, los tres principios de la Revolución Francesa.  Tal es el centro del Instrumentum Laboris del “sínodo sobre la sinodalidad”.  Como el comunismo, éste es el Evangelio de la Muerte, no de la Vida.


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