jueves, 15 de diciembre de 2022

LIBER ACCUSATIONIS IN PAULUM SEXTUM (PARTE II)

Publicamos la segunda parte de la denuncia del fallecido padre Georges de Nantes contra Pablo VI por Herejía, Cisma y Escándalo presentada ante la Santa Sede el año 1973.


Primera Parte

1. Vuestra herejía personal: el MASDU

Esta filosofía, que constituye vuestra herejía personal, la describí por primera vez en febrero de 1965, y repetidamente desde entonces. La he descrito como un MOVIMIENTO DE ANIMACIÓN ESPIRITUAL DE LA DEMOCRACIA UNIVERSAL, MASDU para abreviar (Mouvement d'Animation Spirituelle de la Démocratie Universelle). Representa una utopía político-religiosa que Vos adoptasteis, según se dice, bajo la influencia de vuestro entorno familiar, pero también, sin duda, de los filósofos que habíais admirado y estudiado durante medio siglo. Al ser elevado al Pontificado Soberano, podríais haberlas repudiado, por supuesto, pero preferisteis imponerlas en la medida de lo posible a toda la Iglesia, de un modo que además sugería que se hacía en nombre de vuestro Magisterio Ordinario. Era bastante fácil hacer que estas ideas se difundieran, pues el mundo en su conjunto ya estaba ampliamente imbuido de ellas y sólo la Iglesia y sus Soberanos Pontífices les habían ofrecido resistencia. Son lo mismo que el Mesianismo revolucionario de Lamennais, y la Democracia Cristiana de Sangnier, sistematizados por vuestro amigo Jacques Maritain para formar un “Humanismo Integral”.

Este sistema puede descomponerse en tres partes, a las que hay que añadir un corolario importante:

1° - No son simplemente la Iglesia y la Cristiandad las que forman la "unidad de Salvación", sino la humanidad en su conjunto.

2° - El nuevo Evangelio de esta comunidad es la Declaración de los Derechos del Hombre, con su trilogía de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

3° - La construcción de una Democracia Mundial es la analogía aquí en la tierra del Reino de Bacalao, y debe alcanzarse mediante el advenimiento de la Justicia y la Paz, en la Verdad y el Amor.

Y el Corolario: que la función de la Religión -por la que debe entenderse una unión de todas las religiones existentes- es proporcionar inspiración y Animación Espiritual a la humanidad así regenerada.


1. LA HUMANIDAD OCUPA EL LUGAR DE LA IGLESIA

Vuestra filosofía, Santísimo Padre, no tiene en cuenta la distinción, o más bien esa oposición irreconciliable, cuya existencia fue afirmada con autoridad por vuestros Predecesores, por ejemplo por León XIII en Humanum Genus: "
La raza del hombre ... se separó en dos partes diversas y opuestas, de las cuales la firme defiende la verdad y la virtud  ... La otra es el reino de Satanás" (Encíclica del 20 de abril de 1884) 

En Ecclesiam Suam, Vos dejáis claro que no tendréis nada que ver con lo que el Rev. Congar denomina el "gueto católico", ni por supuesto, con la idea de que la Iglesia tenga autoridad sobre la sociedad secular, el origen de lo que conocemos como "cristiandad". Vos sólo reconocéis una sociedad autónoma puramente laica, o "el mundo", que existe a un nivel meramente humano, independiente de la Iglesia y al margen de ella, y que no es ni cristiana ni satánica. Cuando citáis a San Pablo a los Corintios en esa Encíclica, omitís deliberadamente estos dos pasajes: "Y qué concordia tiene Cristo con Belial... ¿Y qué concordia tiene el templo de Dios con los ídolos? " (2 Cor 6,15-16) Como difícilmente podéis predicar -con tantas palabras- una tregua con las fuerzas del mal, hacéis como si no existieran (Ecclesiam Suam, 62. Los pasajes citados se omiten en la cita de los versículos pertinentes de 2 Cor). Para Vos, el asunto parece estar zanjado de una manera u otra: o Satanás ya ha aceptado una tregua, o ya no es una fuerza con la que haya que contar, ¡o no existe!


TODOS LOS HOMBRES SON HERMANOS

Por lo que a Vos respecta, todas las divisiones, guerras y rivalidades son meros malentendidos, desgracias, "que aún subsisten" entre "hombres de buena voluntad" pero que están en vías de desaparición. El mundo avanza poco a poco hacia la unidad, los hombres descubren su origen, sus aspiraciones y su destino comunes. El bien y el mal se encuentran en todos, en proporciones similares, y todos están igualmente ansiosos de una regeneración total de la humanidad:

"El hombre debe salir al encuentro del hombre, y las naciones acercarse unas a otras como hermanos y hermanas, como hijos de Dios. En esta amistad y comprensión mutuas, en esta comunión sagrada (sic) debemos unirnos todos para trabajar por el futuro común de la humanidad... Tal unión no puede construirse sobre el terror o sobre el miedo a la destrucción mutua, debe basarse en un amor común que abarque el mundo entero y tenga sus raíces en Dios, que es amor", es lo que habéis dicho en Bombay el 2 de diciembre de 1964.

Este es el primer artículo de vuestro nuevo credo humanista: "Todos los hombres son hermanos porque tienen a Dios por Padre: El hombre se entrega a su prójimo porque lo reconoce como su hermano, como hijo de un mismo Padre(Discurso a la Organización Mundial de la Agricultura y la Alimentación, 16 de noviembre de 1970): "Este es, pues, Nuestro mensaje para el año 1971. Se hace eco, esta nueva voz nacida de la conciencia civilizada (...), de la Declaración de los Derechos del Hombre: 'Todos los hombres nacen libres e iguales en derechos y dignidad; están dotados de razón y conciencia y deben comportarse entre sí como hermanos'. La filosofía de nuestra civilización ha alcanzado por fin esta cima. No retrocedamos. No perdamos el tesoro que hemos ganado con esta victoria de la razón. Esforcémonos más bien por aplicar, con lógica y valor, esta fórmula que constituye un hito del progreso humano: 'Todo hombre es mi hermano'. Esto es esencialmente lo que entendemos por paz. Y es algo que se aplica a todos" (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 14 de noviembre de 1970)

Esto es una transposición en términos humanistas de las maravillas de la Gracia, de los Misterios de la Adopción Filial y de la Comunión de los Santos. Habéis despojado a la Iglesia de los dones que Cristo le concedió para adornar con ellos a toda la humanidad "civilizada" de hoy.


TODOS LOS HOMBRES SON ESENCIALMENTE BUENOS

Además, todos los hombres son buenos y todos comparten el deseo de paz, justicia y progreso. Como "experto en humanidad" (Discurso a la ONU, 4 de octubre de 1965) Vos estáis dispuesto a salir en su defensa; y nos aseguráis que nada es imposible, pues todos son esencialmente buenos de corazón.

" Sí, en efecto, la paz es posible, porque los hombres son esencialmente buenos y miran hacia la razón, el orden y el bienestar común; es posible porque ya existe en el corazón de los hombres de nuevo tipo, de los jóvenes y de todos los que comprenden la marcha hacia adelante de la civilización... " (Mensaje para la primera Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 1968). "En la actualidad, la fraternidad se afirma; la amistad es la base de toda sociedad humana moderna... La democracia, tan aclamada hoy por las sociedades humanas, debe adquirir una forma más amplia y universal, para que se derriben las barreras que aún se oponen a una fraternidad humana efectiva" (Mensaje de Navidad 1964). Uno de los axiomas de vuestro pensamiento es que el hombre es bueno, que todos los pueblos desean la paz y que la forma democrática de la sociedad moderna les permite imponer este deseo de paz a sus gobernantes que están en su forma. Y por eso a veces os permitís ilusiones:

" Vosotros, el pueblo, tenéis derecho a haceros oír... Tenéis el derecho legítimo y sagrado de insistir en que vuestros dirigentes arreglen las cosas de modo que no tengáis que sufrir... Vivimos bajo un sistema democrático... Eso significa que es el pueblo el que manda, que el poder está en manos de los número, en el pueblo en su conjunto. Si somos conscientes del progreso social que esto representa en todo el mundo, entonces debemos permitir que la democracia diga lo que piensa: el pueblo no quiere la guerra. Las masas deben insistir en que no haya más guerras en el mundo" (Discurso del 1 de enero de 1970).

Y así, dais por sentado que todos los hombres poseen esas virtudes que existen en la sociedad cristiana de manera sobrenatural gracias a los méritos de Cristo, adquiridos mediante los Sacramentos y la obediencia a los mandamientos de Dios; y consideráis que esta DEMOCRACIA UNIVERSAL trae automáticamente a su paso el progreso de la humanidad. Habláis como si en el mundo no reinara el Demonio, ni existiera el Pecado Original, ni tampoco el pecado y el desorden. No veis más que bondad en los corazones y naturalezas de todos los que viven hoy en día.


VUESTRA ÚNICA Y SANTA ESPERANZA: LAS NACIONES UNIDAS

Y así, ponéis vuestra esperanza, no en la propia Iglesia Una y Santa de Dios, sino en las Naciones Unidas, que proclamáis como la esperanza suprema de la humanidad, el modelo, en la esfera temporal, de lo que la Iglesia es en la espiritual. Mientras que vuestros Predecesores habían denunciado como maligna cualquier parodia de esa Unidad fundada en Cristo y sostenida por el Espíritu Santo, para Vos constituye un misterio y un milagro por derecho propio. Estáis dispuestos a depositar vuestra confianza y esperanza en esa Torre de Babel masónica antes que en la Iglesia. ¿No habéis dicho Vos en Manhattan, el 4 de octubre de 1965?:

"Los pueblos se dirigen a las Naciones Unidas como última esperanza de paz y concordia. Nos atrevemos a traer aquí con los nuestros su tributo de honor y esperanza.

Vosotros existís y trabajáis para unir a las naciones, para asociar a los Estados. Pongámoslo en la forma de que existís para unir a los pueblos entre sí. 
Vosotros sois... un puente entre los pueblos... Estamos tentados de decir que vuestra característica es reflejar en el orden temporal lo que nuestra Iglesia Católica es en el orden espiritual: la única organización de vuestra clase, y universal. Nada más elevado en el plano natural puede imaginarse en el edificio ideológico de la humanidad...

 Se está estableciendo aquí un sistema de solidaridad que recibe el apoyo regular y unánime, para vuestros supremos objetivos civilizadores, de toda la familia de los pueblos para el bien de todos y cada uno.

Este es el aspecto más bello de la Organización de las Naciones Unidas, esto es lo que le da su aspecto más genuinamente humano; este es el ideal que la humanidad ha soñado en su viaje a través de la historia. Nos atreveríamos a llamarla la mayor esperanza del mundo, porque es el reflejo del designio de Dios -un designio trascendente y lleno de amor- para el progreso de la sociedad humana en la tierra, un reflejo en el que podemos ver el mensaje evangélico, algo del cielo bajado a la tierra".

En vuestros sueños, la ONU -esa ruidosa Torre de Babel, ineficaz en cualquier causa buena, demasiado eficaz en las malas- sustituye a la Iglesia, es más, ocupa un lugar más importante. Se convierte en la realización del designio de Dios, el cumplimiento en la tierra de las profecías. Pero ¡qué desprecio por la Iglesia está implícito en vuestra referencia a esta organización como la última oportunidad de la humanidad! Y también ¡qué desprecio por Cristo cuando se le ha dejado completamente fuera de cuenta en la construcción de este vasto edificio y todas sus subsidiarias - UNESCO, WFAO, etc., todas militantemente anticristianas! Vuestro "culto al hombre" os lleva al error. Despojáis a Dios de sus obras y adornáis perversamente con ellas las ridículas y venenosas creaciones de Satanás.

"No tenemos necesidad de demostrar -escribió San Pío X en su Carta sobre Le Sillonque el advenimiento de la democracia universal no tiene nada que ver con la acción de la Iglesia en el mundo... trabajar en la reforma de la civilización, es una obra religiosa en el más alto grado, pues es una verdad demostrada, es un hecho histórico que no hay verdadera civilización, ni civilización moral, fuera de la Religión verdadera".

Pretender que la humanidad es buena y generosa, fraternal y amante de la paz, si no recurre a Cristo, es una herejía. Es una blasfemia decir que la ONU es la analogía, en el ámbito político, de la Iglesia, referirse a ella como el reflejo terrenal del auténtico designio universal de Dios. No sólo es una mentira y un insulto a Cristo, sino también un absurdo. Si se puede hablar de una extensión temporal del Evangelio, ésta debe referirse a una civilización basada en el cristianismo, como la que se encuentra en las naciones católicas, donde Cristo es el centro y el orden social es, en efecto, una extensión de la Iglesia, obra de la Gracia y de la Fe -y no a ese caldo de cultivo de la masonería que son las Naciones Unidas.


2. LA CARTA DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE SUSTITUYE AL EVANGELIO

Durante dos mil años, la Iglesia y toda la cristiandad han extraído su fuerza de la Gracia de Dios y de las virtudes teologales, de las que las virtudes morales no son sino derivadas. Nuestro Evangelio enseña que sin el amor de Dios no puede haber verdadero amor a nuestros semejantes, y sin la Gracia otorgada por Cristo sólo a través de Su Iglesia, no puede haber amor a Dios. Pero, ¿de dónde se supone que saca su fuerza esta "nueva humanidad", para la que Vos prevés un futuro tan glorioso? Según Maritain, cuyo perverso razonamiento Vos parecéis seguir enteramente en este asunto, la ciudad terrestre, la "democracia universal", de su "humanismo integral" debe fundarse sobre la "conciencia", y tomar por Ley la Declaración de los Derechos del Hombre. Y así, como Maritain, Vos comprometéis vuestra Fe en beneficio del "nuevo humanismo", y consideráis los Derechos del Hombre como una simple traducción al lenguaje profano de... ¡el Mensaje del Evangelio! Olvidáis la distinción entre la conciencia moral natural del hombre y la fuerza moral que sólo viene de la Gracia divina, y entre la solidaridad humana y la caridad cristiana... Así, una vez más, Cristo y la Iglesia pasan a un segundo plano en favor del laicismo y el agnosticismo. ¿Puede ser realmente el Papa quien habla así?


LA CONCIENCIA DEL HOMBRE COMO FUENTE DE VIDA Y DE PERFECCIÓN MORAL

"La estructura que estáis levantando no puede descansar sobre cimientos puramente materiales y mundanos; eso sería construir una casa sobre arena: debe basarse en la conciencia... Nunca como hoy, en una época en que el progreso humano ha sido tan rápido, ha sido necesario apelar a la conciencia moral de la humanidad" (Discurso ante la ONU, 4 de octubre de 1965).

Esta "conciencia cívica del mundo" (2 de agosto de 1972) la eleváis a fuente de luz y de fuerza capaces de guiar a la humanidad y de ayudarla a elevarse por encima de sus intereses egoístas, de sus pasiones y de su desenfreno.

Esta teoría vuestra, que considera a la conciencia como una fuerza moral soberana por derecho propio, en la que se injerta "el sentimiento religioso", se pone de manifiesto, de manera perfectamente alarmante, en una de vuestras alocuciones de los miércoles:

"Al dar expresión a su conciencia moral, el hombre se libera de las tentaciones que le asaltan como consecuencia de esa mancha hereditaria que afecta a su complejo organismo: el pecado original. En consecuencia, reencuentra, al menos, la idea y el deseo de la perfección. Es esta conciencia moral la que le permite elevarse por encima de las tentaciones degradantes para su dignidad, la que le ayuda a liberarse de los miedos que le hacen cobarde y estúpido y la que le dota de los sentimientos que hacen al hombre honesto y fuerte.

De esta conciencia sacaron su fuerza los grandes personajes del drama humano: los inocentes, los héroes, los santos. Pensemos en Antígona. Pensemos en las numerosas figuras que despiertan nuestra admiración, en la historia pasada o en los anales de la actualidad, por su firme e inquebrantable conciencia moral, y especialmente en aquellos casos en que el sentimiento religioso le dio un vigor que no puede provenir de ninguna otra cosa. Pensemos en Tomás Moro (sic), en San Agustín, en las dos Santas Teresas, y en términos generales en aquellas santas que nos han dado una historia de su vida, como Edith Stein, o en ejemplos que encontramos en la literatura, como un conocido pasaje de Aldechi, de Manzoni"
. (¡No sabía que Edith Stein había sido canonizada! Y en cuanto a Manzoni, ¡sin duda no es un santo!)

El resto del texto confirma la impresión que hemos sacado de este pasaje, de una filosofía naturalista y subjetivista, en la que la religión sólo sirve para añadir a la fuerza de la conciencia, que ya existe sin ella, un cierto suplemento de "sentimiento", de poder del "corazón". ¿Cómo se relaciona esto con la enseñanza de que sin la Gracia de Cristo, nuestro Redentor, no podemos hacer nada? ¿Qué lugar ocupan los sacramentos y la oración?


LOS DERECHOS DEL HOMBRE: EL NUEVO EVANGELIO

¿Qué es lo que expresa esta conciencia con tanta energía? Son los Derechos del Hombre
"La conciencia de la humanidad se afirma cada vez con más fuerza. Los hombres redescubren ese aspecto inalienable de sí mismos que los une a todos: la humanidad del hombre".

"La Carta de los Derechos Humanos: exigir para todos -sin distinción de edad, sexo o religión- el respeto de la dignidad humana y las condiciones necesarias para su ejercicio, ¿no es traducir alto y claro la aspiración unánime de los corazones y el testimonio universal de las conciencias? " (Discurso del papa Pablo ante la ONU)

Esta conciencia universal da lugar a todo un nuevo DECÁLOGO HUMANISTA, cuyos mandamientos, "personalistas" si se quiere, son meramente humanos y sociales, cuyo único Dios es el Hombre. Es el sistema moral correspondiente al "culto al hombre" que Vos habéis abrazado. Verdad, justicia, dignidad, solidaridad, igualdad, fraternidad, etc. son palabras altisonantes que embriagan al oyente. Pero ¿creéis realmente que son capaces, aunque las creáis presentes en la conciencia de todos los hombres, de vencer al mundo, a la carne y al demonio?

No, Santísimo Padre, si me perdonáis que os lo diga, meras palabras como éstas no han suscitado nunca el menor acto de virtud, el menor acto de abnegación o de sacrificio, el menor destello de perdón de un agravio...

Escuchad lo que decía San Pío X; podría estar hablando de Vos: "Según ellos, el hombre no será verdaderamente hombre, digno de este nombre, sino el día que haya adquirido una conciencia iluminada, fuerte, independiente, autónoma, capaz de prescindir de un maestro, solo obedeciéndose a sí mismo y siendo capaz de asumir y de llevar, sin delinquir, las más serias responsabilidadesHe aquí las grandes frases con que se exalta al sentimiento del orgullo humano" (San Pío X, Carta sobre Le Sillon)


UNA MORAL PAGANA

Vos estáis profundamente comprometido con esta filosofía naturalista; ¡parece que creéis en ella! Así en Bombay, el 2 de diciembre de 1964, cuando hablabais de las expectativas de la humanidad: "La humanidad está experimentando profundos cambios y buscando principios rectores y nuevas fuerzas que le muestren el camino en el mundo del futuro". ¿Y qué le ofrecéis Vos? ¿A Cristo? ¿La Ley del Evangelio? ¿La Gracia de los Sacramentos? Nada de eso, sólo esto, que sin duda es un descenso de lo sublime a lo ridículo: "Debemos acercarnos los unos a los otros, no sólo a través de la prensa y la radio, en barco o en avión, sino con nuestros corazones, por la comprensión mutua, la estima y el amor". Permanecéis en el plano humano, dejando la religión al margen de vuestras fantasías. El amor al hombre, del que tanto esperáis, se basa en el culto al hombre mismo. Vos sois masón, aunque cristiano. Pero es el masón el que habla en Vos, y nunca el cristiano.

Vos os delatasteis una vez, el 1 de septiembre de 1963: "Vivimos en la época que sucedió a la Revolución Francesa, una época que refleja todos sus desastres y sus ideas caóticas y confusas, pero también su emoción y su confianza... Tomamos conciencia de algo nuevo: las ideas vivas (¡!), de paralelismos entre los grandes principios de la Revolución, que, al fin y al cabo, sólo había adoptado ciertas ideas cristianas - la fraternidad, la igualdad, el progreso, el deseo de elevar a las clases humildes. Hasta ahí, era algo cristiano, pero había asumido también un carácter anticristiano, laico, antirreligioso, que tendía a pervertir aquella parte de la herencia de los Evangelios que estaba calculada para aumentar la nobleza y la dignidad del hombre"

Aquel día, la Iglesia fue presa del temblor y del estupor. Debiste daros cuenta y no dijisteis más. Pero aquellas frases habían dado una idea de cómo funciona vuestra mente, nos habían mostrado que son los principios de 1789 los que forman vuestro Evangelio.


3. LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA MUNDIAL SUSTITUYE AL REINO DE DIOS

¿Tengo que deciros que la práctica de las virtudes morales se hace posible para los cristianos por la acción de la Gracia y a la luz de las virtudes teologales, porque desean "estar muertos con Cristo" para "vivir también juntamente con Cristo" (Rom 6,8)? ¿O que no puede haber mejora del orden temporal más que -así lo enseñaron todos vuestros Predecesores- en la medida en que los cristianos estén dispuestos a "buscar primero el Reino de Dios y su Justicia", es decir, esa vida de gracia y santidad que les ayudará a alcanzar la bienaventuranza del Cielo?

Pero una vez más os apoderáis de estos brillantes atributos del Reino de los Cielos -su Paz, Descanso, Dulzura, Alegría, Gloria y perfecta Felicidad para todos- e inviertes con ellos vuestro propio sueño diurno de un paraíso terrenal, en la forma de un Mundo Feliz a ser construido por el propio esfuerzo de los hombres.


Y CAMBIARÉIS LA FAZ DE LA TIERRA

"Hay algo grande y nuevo que está naciendo y que podría cambiar la faz de la tierra" (19 de julio de 1971). Sin querer ser demasiado sarcástico, veo aquí ese mesianismo personal que parece llevaros a creer que, a vuestro paso, una Salvación milagrosa y definitiva se pone en marcha por la llamada de vuestro ferviente humanismo. Cuando visitasteis la ONU, parecíais pensar que vuestro Discurso constituiría la apertura de una nueva era de paz. Pero la Buena Nueva que traéis es una de la que Cristo ha sido excluido, y que prometéis para el futuro inmediato, aquí abajo, como el resultado de los esfuerzos realizados por los hombres por su propia iniciativa bajo la mirada distante pero aprobadora de algún Dios desconocido e impotente.

Escuchaos a Vos mismo hablando como un profeta: "Ciudadanos del mundo, cuando os despertéis al alba de este nuevo año 1970, reflexionad un instante: ¿hacia dónde conduce el camino de la humanidad? Hoy podemos echarle una mirada de pájaro, una mirada profética. La humanidad está en marcha, avanzando hacia un mayor dominio del universo... ¿Para qué sirve esta conquista? Permite a los hombres vivir mejor, más intensamente. La humanidad, sometida a las limitaciones del tiempo, busca su plenitud de vida y la encuentra... Avanza hacia la unidad, hacia la justicia, hacia un estado de equilibrio y perfección que llamamos Paz...

La Paz es el objetivo lógico del mundo actual: es el fin hacia el que tiende todo progreso; es el orden final hacia el que se dirigen los grandes esfuerzos de la civilización... Proclamamos que la Paz es el principal fruto de la autoconciencia del hombre, de esa capacidad en virtud de la cual desea ver la dirección de su camino, tanto ahora como en el futuro. Proclamamos, una vez más, que la Paz es, de diversas maneras, el fin y el objetivo del desarrollo normal y progresivo de la sociedad" (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz).

Como los demás falsos profetas, engañáis a los hombres y traicionáis a vuestro Dios. Y si realmente creéis aunque sea una parte de lo que decís, entonces vuestra credulidad debe ser muy grande. Pero es vuestra incredulidad la que es realmente aterradora, pues todas estas afirmaciones vuestras se contradicen con la Palabra de Dios misma: los constructores de la Torre de Babel no pueden esperar que sus trabajos conduzcan a la paz o al descanso. Sólo Cristo nos da la Paz, y Él no la da como la da el mundo.

Una vez más, haríais bien en escuchar a San Pío X, en su Carta sobre el Sillón: "No, Venerables Hermanos (hace falta recordarlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y de legisladores); no se edificará la ciudad de otro modo del que Dios la ha edificado; no se edificará la sociedad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no se inventará ni la ciudad nueva se edificará en las nubes. Ha sido y es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de restaurarla, y de hacerlo con ahínco, sobre los cimientos naturales y divinos contra los ataques siempre renovados de la utopía malsana, de la protesta y de la impiedad; Omnia instaurare in Christo".


DE LA PAZ A LA JUSTICIA

Al principio, hablabais de PAZ como si fuera el fruto madurado por la civilización y por las Naciones Unidas. Vuestra preocupación se limitaba a la resolución de diversos conflictos locales que considerabais secuelas de la última guerra mundial. Os preocupaba sustituir la fuerza armada por la negociación para que, con el establecimiento de la paz y con la cooperación de todos los pueblos, el mundo alcanzara un estado de prosperidad y felicidad desconocido hasta entonces. Semejante ideal era aún muy conservador.

Pero, al poco tiempo, una nueva idea comenzó a mezclarse con la de la paz: la de la JUSTICIA. "Persuadidos de que la paz sólo puede construirse sobre la justicia, todos debemos hacernos defensores de la justicia. Porque el mundo tiene gran necesidad de justicia y Cristo quiere que tengamos hambre y sed de justicia". Pero cuando Cristo bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, habla de otro tipo de justicia, la que se dirige a Dios, a la santidad: la justicia social no es más que un resultado secundario de ésta. También en este caso habéis tergiversado el Evangelio para convertirlo en el mensaje de vuestro propio mesianismo revolucionario de nuevo cuño.


PROMOCIÓN DE LA JUSTICIA

Una vez que os habéis embarcado en esta vía de la justicia, vuestro pensamiento cambia rápidamente de un enfoque conservador a uno revolucionario. En lugar de seguir preocupado por el objetivo de la paz y la prosperidad inaudita que ha de traer, condicionáis su llegada a la consecución previa de la justicia. Esta es la dialéctica que inspira vuestra Encíclica POPULORUM PROGRESSIO (26 de marzo de 1967). Vuestra interpretación (¡marxista!) de la situación internacional muestra una perspectiva amenazadora: o bien los pueblos acomodados comparten sus riquezas con los desheredados, o bien éstos deben recurrir a la guerra. Eso, para Vos, es la Justicia -que equiparáis a la Igualdad- ¡con la guerra como única alternativa!

Desde entonces, no habéis cesado de alentar la codicia de los pueblos del Tercer Mundo proponiéndoles el concepto de "desarrollo" como el fin primordial y esencial de todos sus esfuerzos, que debían alcanzar presionando a las naciones más ricas para que compartieran con ellos sus riquezas o, mejor dicho, para que les devolvieran lo que les habían robado. Cuando adoptasteis el lema "Desarrollo, el nuevo nombre de la paz", con ocasión del Día de la Paz, adoptasteis un programa criptocomunista. Porque implica que la condición de los pueblos desfavorecidos es infrahumana, intolerable, y está abocada a resolverse mediante la guerra, a menos que los pueblos acomodados aporten una solución rápida.


REVOLUCIÓN NO VIOLENTA

Habéis seguido la dialéctica de la lucha de clases al animar a los pobres a rebelarse contra los ricos, a los pueblos subdesarrollados contra los países occidentales, especialmente en Bogotá, pero también en Manila y en Australia. Pero lo habéis hecho de una manera calculada para engañar a la primera categoría y tranquilizar a la segunda, recomendando la solución propuesta en el Evangelio (pero era VUESTRO Evangelio el que realmente teníais en mente), la del Amor, y rechazando el concepto de violencia. Dijisteis, por ejemplo, el 21 de agosto de 1968, en el momento mismo de vuestra partida hacia Bogotá:

"En tiempos pasados y en circunstancias totalmente diferentes de las nuestras, la Iglesia misma e incluso los Papas han podido recurrir a la fuerza de las armas y a su poder temporal. Por buenas que hayan sido las razones y por excelentes que hayan sido las intenciones, sobre las que hoy no queremos emitir juicio alguno, ya han pasado los tiempos en que era justo recurrir a la espada y a la fuerza, incluso en interés de la justicia y del progreso. Confiamos en que todos los buenos católicos y toda la sana opinión moderna compartan estos Nuestros sentimientos. Estamos convencidos -y así lo diremos en el otro extremo del mundo- de que ha llegado la hora del amor cristiano entre todos los hombres. Es este amor el que debe hacerse operativo, el que debe cambiar la faz de la tierra - el que debe traer al mundo la justicia, el progreso, la fraternidad y la paz".

Pero como esa utopía regida por el amor es totalmente inalcanzable en un mundo que no tiene en cuenta a Dios, lo que predicáis se convierte en una justificación a priori de la violencia, en el entendimiento de que, siempre que no se pueda alcanzar nada por el "amor" o la no violencia, el odio y la revolución pueden tomar el relevo y asegurarse su bendición.

Habéis dado el paso crítico al sostener que el estado de las masas y de pueblos enteros es infrahumano e insoportable. Nadie necesita que le digan dos veces que pertenece a esas categorías para las que Vos consideráis justificado el "levantamiento revolucionario", está justificada "la insurrección revolucionaria en caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente el bien común del país
" (Populorum Progressio, núm. 31). Dado que se da por descontado que vuestra solución mediante el "amor" no funcionará, la evaluación marxista que hacéis de la situación equivale en la práctica a dar luz verde a la alternativa, que es la de la violencia.


MIENTRAS EL IDEAL SE DESVANECE, LA GUERRA SE ALZA EN EL HORIZONTE

La paz parece ser ahora para Vos, como el concepto de Bienaventuranza en la espiritualidad cristiana, o el de sociedad sin clases en la filosofía marxista, un ideal que, en lo que respecta al aquí y ahora, debe ser necesariamente inalcanzable. Para el alma cristiana, es la lucha contra sí misma, la lucha por el ejercicio de la caridad y, finalmente, la de una muerte santa a través de la cual pueda alcanzar el Cielo y encontrarse cara a cara con Cristo. Para el marxista, significa la Revolución. Y para Vos, Santísimo Padre, es la "lucha por el hombre", que en sus discursos suena como el heroísmo de la virtud cristiana, pero que, cuando se traduce en hechos, llega a parecerse mucho más a la lucha del terrorismo revolucionario.

¿Cuál es vuestro "programa"? "reducir las desigualdades, combatir las discriminaciones, librar al hombre de la esclavitud, hacerle capaz de ser por sí mismo agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual
" (Populorum Progressio, nº 34). De hecho, a menudo os referís a ello con el término que debería reservarse para el misterio de nuestra Redención, como "salvación". Pero traducido en términos prácticos, se convierte en una política de socialismo al por mayor que sólo puede realizarse por la fuerza, de modo que os habéis convertido en el propagandista más eficaz de la revolución comunista en todo el mundo.

San Pío X diría de Vos, como dijo de Le Sillon: "al poner los ojos en una quimera, allana el camino al socialismo
" (Carta sobre Le Sillon, 25 de agosto de 1910) ¿Y es esto lo que Vos entendéis por "designio de Dios"? Cuando en realidad es todo lo contrario, el intento más exitoso jamás realizado para alejar a los hombres del Cielo y convertirlos en esclavos del Señor de la Tierra (Refiriéndose al Anticristo - en un libro de Mons. Benson). Vuestra Encíclica Populorum Progressio, dejando de lado vuestra idílica llamada al amor, podría ser el Mein Kampf del Anticristo. Y tanto más cuanto que el lugar que se asigna a la religión en la construcción de este mundo puramente humano, debe repartirse entre "las Iglesias" sin distinción.


EL COROLARIO: LA RELIGIÓN COMO ANIMADORA ESPIRITUAL DE LA CIUDAD MUNDANA IDEAL

Pero tenemos motivos para preguntarnos, Santísimo Padre, si un sistema así puede tener algún lugar para la religión. La Torre de Babel es todo lo contrario de una catedral, es un lugar lleno de energía humana, de solidaridad humana, de fraternidad humana.

El concepto mismo excluye toda apelación expresa a Dios o todo reconocimiento de su Trascendencia, todo reconocimiento de la Revelación, o de la Redención sobrenatural, de la Iglesia como entidad específica, de su dogma o de su culto. Si se toleran, es sólo como "formas de actividad cultural". Fue precisamente porque no tenía lugar para Dios, ni para Cristo, ni para la Iglesia, por lo que tal sistema ideado por el orgullo de los hombres fue anatematizado por vuestros Predecesores.

Vos, en cambio, sois lo bastante imprudente no sólo para aceptar esas ideas, sino incluso para propagarlas: "El aislamiento ya no es admisible: ha llegado la hora en que habrá una gran solidaridad entre los hombres y en que se establecerá una comunidad mundial de fraternidad" (Discurso en Sydney, 3 de diciembre de 1970). Y da vuestra aprobación a la omisión total de la religión o de cualquier discriminación por razón de religión, en dicha comunidad: "El trabajo por la paz no se limita a ninguna creencia religiosa en particular: es la tarea y el deber de todo ser humano, independientemente de sus convicciones religiosas. Los hombres son hermanos, Dios es su Padre, y su Padre desea que vivan en paz unos con otros, como deben hacerlo los hermanos" (Discurso pronunciado ante los organismos religiosos en las Naciones Unidas, el 4 de octubre de 1965). ¡Así pues, es Dios quien no quiere ser fuente de disputas entre los hombres! Es Dios quien desea la tolerancia religiosa total, el indiferentismo, el liberalismo en la sociedad. ¡Es Dios mismo quien desea que los hombres sean indiferentes hacia Dios!

"Se trata de construir un mundo donde todo hombre, sin excepción de raza, religión, o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana
" (Populorum Progressio, nº 47) Y en otro lugar (Carta al Cardenal Roy), al hablar de los diversos factores por los que los seres humanos "son discriminados", oímos mencionarlos todos juntos: "el origen racial, el color, el sexo o la religión". Es el papa quien habla así de la religión como si estuviera al mismo nivel que el color, el sexo, la cultura, lo que vos queráis. ¿Realmente no significa nada para Vos, excepto una fuente de discriminación, como las otras? ¿Significa algo en absoluto?


UNA ANIMACIÓN ESPIRITUAL

Dando por descontado que la sociedad laica no reconoce ninguna religión y no está dispuesta a servir a ningún Dios, Vos esperáis, sin embargo, que la religión pueda hacerse aceptar de algún modo, entrando por la puerta de atrás, como sierva del Mundo que no la necesita, convencida de que aún tiene importantes servicios que ofrecer.

"La Iglesia no puede permanecer indiferente a la animación ideológica, moral y espiritual de la vida pública... Desempeñad, pues, vuestro papel con confianza, sí con confianza, en aquellas Instituciones que representan las normas de nuestra sociedad, y que en nuestros días son instituciones democráticas" (Discurso pronunciado el 30 de enero de 1965). Estas palabras dan una pista de vuestro pensamiento, al menos para los que estamos familiarizados con las ideas de Sangnier: que la Democracia, para sobrevivir, debe estar estrechamente ligada al Cristianismo, y con las de Maritain, que un "humanismo completo" debe encontrar su base ideológica en una transposición laica del Evangelio.

Y así, mientras que antes era la reina, con todas las demás cosas humanas subordinadas a ella, la Religión en la Nueva Democracia no tiene ninguna posición particular. Por lo tanto, desempeñará el papel de sirviente y descubrirá que aún tiene una tarea valiosa que cumplir, ayudando al hombre y a la humanidad. Para ello debe adoptar una apariencia anónima y laica. "Nos sentimos responsables. Debemos algo a todo el mundo. La Iglesia en este mundo no es un fin para sí misma; está, más bien, al servicio de todos los pueblos; debe hacer presente a Cristo a todos, tanto a los individuos como a las naciones" (Discurso pronunciado el 14 de septiembre de 1965) ¿Qué debemos entender por "hacer presente a Cristo ... al servicio de todos los pueblos
....? "Servir al hombre, es decir, a todo ser humano, cualquiera que sea su condición, su miseria, sus necesidades. La Iglesia se ha proclamado, por así decirlo, sierva del hombre" (Discurso pronunciado el 7 de diciembre de 1965)

Este servicio a los hombres por parte de la Iglesia, aunque sea necesariamente laico y no desempeñe más que un papel de fondo, sigue siendo considerado, en vuestro pensamiento anterior, como notablemente conservador: "Mientras que otras filosofías propondrían bases muy diferentes para la construcción de la ciudad de los hombres -como el poder, la riqueza, la ciencia, la contestación, el interés propio, etc.-, la Iglesia no proclama otra cosa que el amor" (Discurso pronunciado el 14 de septiembre de 1965).

Perdonadme que cite íntegramente el pasaje siguiente, de vuestro Discurso del Corpus Christi de 1965, porque es de una significación muy grande:

" Vosotros sabéis que hoy el problema del carácter social de la existencia humana supera en importancia a todos los demás, habida cuenta de las diversas ideologías, sistemas políticos y culturales por los que los hombres trabajan y se afanan, con los que sueñan o bajo los que sufren, pues su objetivo es crear la nueva ciudad terrena, la sociedad nueva e ideal. Y todos sabemos que, como resultado de grandes esfuerzos, los que están comprometidos en esta vasta construcción han hecho algunos avances notables; dignos de nuestra admiración y aliento, ciertamente, pero sabemos también que a cada paso encuentran en sí mismos obstáculos y perversidades que conducen a disensiones, luchas y guerras, precisamente porque carecen de un principio trascendente capaz de unificar esta vasta colección de individuos, porque carecen de una energía moral capaz de dar a esta colección una coherencia que sea a la vez libre y consciente de sí misma, a la vez sólida y feliz, una coherencia que los convierta en verdaderos hombres. A la ciudad terrena le falta un suplemento de fe y de amor que no puede encontrar en sí misma ni por sus propias fuerzas y que sólo la ciudad de la religión que existe en su seno, la Iglesia, puede otorgarle, y esto en medida no despreciable -sin por ello ofender en modo alguno la autonomía ni el carácter justificadamente secular de la ciudad terrena, sino por mera ósmosis silenciosa del ejemplo y la virtud espiritual...

Vosotros, ciudadanos de este moderno estado, tenéis aquí ante vosotros un ejemplo típico del nuevo modo de vida ideal. No permitáis que se quede sin esa animación interior que es capaz de hacerla verdaderamente unánime, buena y feliz, esa animación que le viene de la fuente que es la Fe Católica vivida en la celebración comunitaria de la Liturgia Eucarística(Documentations Catholiques 65, 1168-69)

No tuve que buscar mucho para encontrar un ejemplo de vuestro adulterio espiritual, de vuestra traición al cargo que os confió Cristo. Pero parece que he sido el único en comentarlo. Vuestro discurso es hábil, y si se tomara de una sola manera, podría ser verdadero y ejemplar: la Eucaristía unifica, fortalece y santifica a la Iglesia; la Iglesia hace resplandecer sobre la ciudad terrena la paz, la caridad, la ley de Jesucristo y repele así las tinieblas y los poderes de Satanás... eso es la Cristiandad. Pero no es de esto de lo que estáis hablando aquí. No, Vos ponéis la ciudad de los hombres, el Reino de Satanás, las maravillas creadas por el orgullo humano, en el primer lugar. Esa es vuestra nueva Ciudad ideal, una creación secular que deseáis fortificar con la levadura cristiana en lugar de maldecirla como una casa construida desafiando al Señor. Pero alcanzáis el colmo de la impiedad cuando aproximáis este fervor eucarístico a vuestro culto humanista, cuando apeláis a este "suplemento de fe y amor" para que acuda en ayuda de vuestra Torre de Babel. Porque la "ósmosis" a la que apeláis funcionará en sentido contrario, y la fe en Jesucristo, el amor de Dios, en los corazones de los fieles a los que descarriáis, ¡pronto se convertirá en fe en el hombre y amor al Mundo!

Queréis que la Iglesia haga un uso adúltero de esos dones celestiales que le fueron concedidos por su Señor, para que los utilice para Él, y los ponga al servicio de las empresas inventadas por el Hombre-que-quiere-hacerse-Dios. La "religión de Dios hecho hombre" es llamada por usted a entrar al servicio de "la religión (pues existe tal) del hombre que se hace dios a sí mismo".  ¿No es eso obra del Anticristo?


LA RELIGIÓN DEVALUADA

Vos manteníais la esperanza de lograr una síntesis entre la religión católica y la nueva idea de "servicio", con toda la "actualización" de la primera que esto necesariamente implicaba. Y parece que vuestra esperanza no era vana, ya que se os permitió salirse con la suya, y casi todos los demás se alinearon. Pero pocos tenían idea de adónde conducirían los cambios que Vos pretendíais imponer a todos en nombre de Cristo, cuando os oyeron decir, en Belén, el 6 de enero de 1964: "Debemos asegurar a la vida de la Iglesia una nueva manera de sentir, de desear, de comportarse".

Vuestra manera de expresaros se había vuelto más audaz el 12 de agosto de 1970: 
"La religión debe renovarse. Todos los que todavía hoy se preocupan por la religión están convencidos de ello, sean o no miembros de una religión tal como ésta se expresa en una fe particular, una observancia definida, una comunidad definida. La cuestión que se plantea es qué significado debemos dar al término "renovación". Semejante afirmación lleva a pensar que habéis perdido la fe católica, cualquier fe cristiana, incluso vuestro propio sentido de la religión. Porque Vos habláis de "religión" como si fuera un fenómeno puramente humano, dotado de un cierto poder de emoción, de energía moral, que puede ponerse al servicio de la humanidad y de su avance mundano. En efecto, Vos os contáis ciertamente entre aquellos "que todavía hoy se preocupan por la religión", pero que ya no tienen una idea muy clara de por qué, ni de lo que significa realmente.

De ahí el llamamiento a todas las religiones a fraternizar, a trabajar juntas en la tarea temporal que se ha convertido en una nueva razón de su existencia: porque esto es común a todas ellas, las disputas dogmáticas son cosa del pasado, "las guerras de religión han terminado para siempre" (15 de febrero de 1965). El "fanatismo" y el "proselitismo" también han muerto, pues ya no nos preocupa ganar almas para las "cosas supremas" (Discurso del 7 de diciembre de 1965), sino sólo ponerlas al servicio de la humanidad. Los diferentes dioses deben ser reconciliados a la fuerza por sus sacerdotes, que han decidido trabajar todos juntos en interés del éxito humano. Pues eso es lo que significa el Ecumenismo.

Esta confusión de las diferentes religiones, consideradas todas ellas como expresiones múltiples y convergentes de los mismos "valores espirituales" ofrecidos a los "hombres de buena voluntad" para la "salvación" de todos y cada uno de los hombres de la tierra, aparece una y otra vez en el curso de vuestro viaje al Extremo Oriente. Vos incluís incluso el budismo entre las religiones. ¿No era el principal objetivo de vuestro viaje hacer madurar "los frutos de un entendimiento más estrecho entre las comunidades de origen y confesión diferentes en esta parte del mundo, como estímulo de solidaridad para el progreso, la justicia y la paz"? (Discurso pronunciado en Teherán el 26 de noviembre de 1970)

" Sin distinción de casta, de FE, de color o de lengua", fue lo que dijisteis en Ceilán (4 de diciembre de 1970). Y como a vuestros ojos el Amor es suficiente para desterrar todas las distinciones, llevasteis este llamamiento, dirigido indiscriminadamente a todas las fuerzas espirituales, hasta incluir incluso a la China comunista, porque hacia ella también no sentís más que Amor.

Os recordaré sólo uno de los discursos en los que habláis de la coexistencia y colaboración de las religiones, y os haré una sola pregunta al respecto: como Juez de la Fe, ¿podeis decirnos si el orador sigue siendo católico, o si ha renegado de Cristo y se ha colocado fuera de la Iglesia? He aquí el texto; se refiere al conflicto de Oriente Medio y a sus esperanzas de paz:

" Y tenemos una esperanza que puede parecer utópica porque no se apoya en ninguna base concreta, e incluso puede representar ella misma un punto de discordia, pero que consideramos fundada en un argumento sólido y práctico: el conflicto implica a tres grupos étnico-religiosos diferentes, todos los cuales reconocen a un Dios único y verdadero: el pueblo hebreo, el pueblo islámico y, entre ellos, y diseminado por todo el mundo, el pueblo cristiano. Estas tres expresiones de un monoteísmo idéntico hablan con las voces más auténticas y antiguas, e incluso las más audaces y seguras, las más convencidas. ¿No cabe esperar, pues, que el nombre de un mismo Dios, en lugar de engendrar oposiciones irreconciliables, conduzca más bien al respeto mutuo, a la comprensión y a la coexistencia pacífica? La referencia a un mismo Dios, a un mismo Padre, SIN PREJUICIO DE DISCUSIONES TEOLÓGICAS, ¿no debería llevarnos más bien un día a descubrir lo que es tan evidente, y sin embargo tan difícil, que todos somos hijos de un mismo Padre y que, por lo tanto, todos somos hermanos?" (Discurso pronunciado en el Angelus del 9 de agosto de 1970).

He aquí la respuesta: Más extrañas todavía, espantosas y tristes a la vez, son la audacia y la ligereza de espíritu de hombres que se llaman católicos, que sueñan con reformar la sociedad en semejantes condiciones y con establecer sobre la tierra, por encima de la Iglesia católica, “el reinado de la justicia y del amor” con obreros venidos de todos lados, de todas las religiones o sin religión, con o sin creencias, siempre que olviden lo que les separa: sus convicciones religiosas y filosóficas, y que pongan en el acervo común lo que les une: un generoso idealismo y las fuerzas morales tomadas “de donde puedan”
 (San Pío X, Carta sobre Le Sillón).

La respuesta la dio San Pío X. ¿Qué palabra habla más fuerte en nuestras almas, la vuestra o la suya? ¿Cuál de los dos es el apóstata?


LA RELIGIÓN, UNA FUERZA DE UTOPÍA Y DE CONTESTACIÓN

Y finalmente, llevando las cosas al absurdo, y cambiando de tono para corresponder a la moda revolucionaria actual, Vos atribuis hoy a los cristianos una función totalmente diferente en el mundo de la que predicabais hace diez años. Entonces, cuando aún no erais consciente de ningún movimiento revolucionario, considerabais a Satanás como un constructor pacífico de una democracia de clase media, y le asegurabais el apoyo de la Iglesia en la creación de este falansterio de las Naciones Unidas... Pero hoy os empeñáis en ver el bien incluso en las "comunidades cristianas de base", por revolucionarias y anárquicas que sean. ¿Será porque Satanás ha avanzado un paso más en sus esfuerzos destructivos y Vos no podéis resistiros a hacerle el juego?

Vuestra carta al Cardenal Roy (Carta Apostólica, 14 de mayo de 1971) es vuestro llamamiento a los Guardias Rojos de la Revolución Cultural: "La Iglesia invita a todos los cristianos a asumir una doble tarea de inspiración y de innovación, para hacer evolucionar las estructuras, a fin de adaptarlas a las necesidades reales de hoy". Y entre las diversas ideologías políticas que Vos examináis, es la utopía la que se destaca en vuestra mente como la que mejor se ajusta al dinamismo creador del "Espíritu":

" Y si no rechaza ninguna obertura, (la Utopía) también puede responder al llamamiento cristiano. El Espíritu del Señor, que anima al hombre renovado en Cristo, provoca un movimiento constante de aquellos horizontes que su inteligencia preferiría considerar fijos, y de las fronteras dentro de las cuales tan gustosamente encontraría seguridad. Hay una fuerza dentro del hombre que le llama a traspasar los límites de todo sistema y de toda ideología... "
. Parece que el mismo "Espíritu" que siete años antes llamaba al ciudadano demócrata cristiano de Roma a desempeñar su papel en el desarrollo del bienestar, la comodidad y el progreso de su sociedad actual, ahora llama a sus hijos a desempeñar su papel en la destrucción de esta abominable "sociedad de consumo occidental". En todo caso, sigue la tendencia de moda.

Pero, ¿no es la perdición final de la mujer adúltera entregarse al final a todo el mundo?


LA MUERTE DE TODA RELIGIÓN

Es como resultado de vuestra obsesiva preocupación por la construcción de un Mundo Feliz, con los sistemas políticos más irresponsables, mal definidos y anárquicos jamás inventados, que la Iglesia ha estado sufriendo durante los últimos diez años una desintegración espantosa. Porque no la dejáis respirar, la forzáis, drogada hasta la sumisión, a la forma de vuestras propias ideas. En vuestro sistema, los dogmas de la Iglesia, claros y constantes, se han convertido en otros tantos obstáculos para el "entendimiento universal" y por eso se dice que "impiden la fraternidad". Los Sacramentos, al principio todavía aceptables como fuentes de fuerza espiritual que ayudan a los hombres en sus tareas temporales, pronto parecen inútiles porque el resto de la humanidad puede hacer tan buen trabajo en la construcción del mundo como nosotros, sin recurrir a ellos. Los Mandamientos de Dios son al principio torcidos y distorsionados para hacerlos encajar en el sistema de los constructores, y finalmente desechados por completo como cargas intolerables.

Y finalmente, toda la Institución de la Iglesia comienza a desmoronarse. Apartada del resto del mundo, distinta en su forma de vida, de pensamiento, de educación, sus defensas se rompen como resultado de vuestras instrucciones de integraros en el mundo, en la sociedad secular, como una "levadura en la masa", y ella renuncia a su carácter distintivo. Pero un día, la idea misma de ser una "levadura" se convierte en un signo de orgullo, y es condenada como farisaica. Ese día, el cristiano negará ser diferente de los demás y completará así, aunque sin saberlo, su camino de apostasía siguiendo vuestros pasos. Vuestro "humanismo completo" habrá sofocado efectivamente a su enemiga, la Religión, y completado su metamorfosis en Humanismo ateo.

En agosto de 1971 puse uno al lado del otro, para comparar, una colección de vuestros discursos, por un lado, y la Carta sobre el Sillón, por el otro. En otras palabras, la Religión Católica por un lado, y vuestro utopismo político por el otro. Esta fue mi conclusión, con la que pocos lectores estarían dispuestos a discrepar: "Pío X fue canonizado principalmente por la pureza de su enseñanza y su fortaleza de alma en la defensa de la Fe Católica. Es y sigue siendo el gran Doctor de la Fe del siglo XX...". De ello se deduce que Pablo VI será un día anatematizado principalmente a causa de su MASDU utópico que había sido condenado de antemano (por su santo Predecesor). Él es y sigue siendo el gran Corruptor de la Fe en el siglo XX".

Apelamos a su Magisterio Infalible para un veredicto sobre esta declaración.


Continúa...


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