lunes, 12 de diciembre de 2022

MISA PARA DOS

Juana y un servidor celebramos nuestras misas con mucha devoción. Y digo “nuestras” porque no es la primera vez que nos encontramos solos en la eucaristía.

Por el padre Jorge González Guadalix


La señora Juana, de La Serna, es especial. Cuando llegué a estos pueblos le pregunté por la asistencia a misa:

- Pues mire usted, dos o tres no le han de faltar.

- No, si digo los domingos.

- Pues eso, que los domingos dos o tres no le han de faltar.

Algunos domingos no llegamos.

Ayer amaneció nevando y con mucho frío, como se pueden imaginar. Mi costumbre es abrir la iglesia con mucho tiempo, así puedo preparar las cosas con tranquilidad y rezar un poco. Tres o cuatro minutos antes de la hora, ahí que te viene Juana, con sus ochenta y ocho recién cumplidos, bien abrigada, ayudada por su bastón y una sonrisa que ilumina el día.

- Pero mujer… con el día que está…

- Ya lo ve…

- Lo mismo estamos solos…

- Ellos se lo pierden.

Efectivamente, solos. Solos para los pobres ojos incapaces de ver más allá de una anciana y un cura tampoco joven, pero los ojos del alma y del corazón sí pudieron ver las legiones de ángeles que cantaban con nosotros, los santos asomados al templo, el calvario, María la madre de Dios y todos los habitantes de La Serna que, tal vez sin ser conscientes de ellos, estaban recibiendo los frutos de la celebración.

Juana y un servidor celebramos nuestras misas con mucha devoción. Y digo “nuestras” porque no es la primera vez que nos encontramos solos en la eucaristía. Nos tenían que haber visto ayer: cantamos, encendimos la tercera vela de la corona de adviento, y nos vinimos arriba justo porque cuando parece que lo exterior no acompaña es el momento de levantar los corazones, alzar las voces a lo alto y celebrar con más unción y mayor solemnidad que en la más grande de las catedrales.

Durante la visita pastoral D. José Cobo se preguntaba: 

- ¿Y el día que no te venga ni Juana? 

Le dije: 

- Mientras este cura esté aquí habrá misa en La Serna y no solo los domingos. Si viene alguien, bien, y si no viene nadie, más motivos para celebrar y pedir que vuelvan.


De profesión, cura

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