Hija de los santos Basilio el Mayor y de santa Emelia la Mayor, nieta de Macrina la Mayor. Sus hermanos también sobresalieron como religiosos, sobre todo los padres Capadocios san Basilio, y san Gregorio de Nisa. Sus padres concertaron su matrimonio cuando Macrina tenía doce años, boda que se frustró cuando el prometido murió. Macrina no creyó necesario casarse, sino que vio a Cristo como su eterno esposo y optó por consagrarse a la vida religiosa.
El ideal ascético de Macrina influyó profundamente en su madre y hermanos. En la Vida de Macrina, de Gregorio de Nisa, éste la presenta como una niña aficionada al estudio de las escrituras, especialmente el Libro de la Sabiduría de Salomón, y de aquellas partes de significado moralizante; “tales partes, que se considerarían incomprensibles para los niños pequeños, eran el tema de estudio de la niña”.
Macrina, que nunca abandonó la compañía de su madre, se retiró con ella a una finca de campo para vivir dentro de una comunidad de vírgenes que provenían tanto de un entorno aristocrático como no aristocrático. Todos los miembros eran libres y los esclavos tenían los mismos derechos y obligaciones que sus amos.
A la muerte de su madre, santa Emelia, Macrina repartió entre los pobres su herencia y vivió del trabajo de sus manos. Su hermano Basilio murió a principios del año 379, y Macrina cayó gravemente enferma nueve meses después. Cuando san Gregorio de Nisa llegó a visitada después de nueve años de ausencia, la encontró en un lecho de tablas.
El santo quedó muy consolado al ver el gozo con que su hermana soportaba la tribulación y muy impresionado del fervor con que se preparaba para la muerte.
Santa Macrina dio su último suspiro en un transporte de gozo al atardecer. Era tan pobre, que para amortajar el cadáver no se encontró más que un vestido viejo y una tela muy burda; pero San Gregorio regaló con ese fin una túnica de lino.
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