Las cuestiones ambientales son la forma en que los que han perdido la fe se ponen bravos e impulsan una agenda socialista.
He leído, no sin una sonrisa, las últimas tonterías “papales” sobre la tierra.
Resulta que “la tierra tiene fiebre”. Pero en realidad, no podemos tomarle la temperatura a la tierra, porque el termómetro necesario para esa tarea tendría que ser más grande que la arrogancia de Bergoglio. Pero créanme, él lo sabe.
La tierra “se encuentra mal, como cualquier enfermo”. Y no sólo eso, la tierra también “clama”. La tierra está, dice, sufriendo “crisis ambientales causadas por el hombre”.
Ojalá pudiera oír “con el corazón el clamor de la tierra”. Por desgracia, lo único que oigo es a un cretino vestido de blanco, del que sospecho que es homosexual, soltando sandeces que revelan su absoluta falta de fe.
Este tipo de declaraciones siempre tienen alguna intención infantil y emotiva. Algo que impresionaría a niños de tercer grado. La fiebre, el clamor, todos esos intentos de hacer de la tierra un bebé panda. Su compinche, el “cardenal” Czerny se hace eco de Bergoglio y deja constancia de que la tierra “está gimiendo”. Parece que los dos tienen algún tipo de conocimiento especial que nadie más tiene. Mientras tanto, los verdaderos expertos no están de acuerdo con sus discursos.
¿Qué me dice todo esto? Me dice que las cuestiones ambientales son la forma en que los que han perdido la fe se ponen bravos e impulsan una agenda socialista. Por lo tanto, esto está a menudo -y en el caso de Bergoglio, estuvo siempre- vinculado a una agenda socialista/redistributiva. Los sencillos son una presa fácil para este juego, y los sencillos son muchísima gente, especialmente cuando la educación religiosa común se ha descuidado durante décadas.
Esto, a su vez, obliga a Bergoglio y a los de su calaña a socavar sistemáticamente la enseñanza católica, ya que necesitan que sus ovejas permanezcan ignorantes y balen según los deseos de sus amos ateos, socialistas y posiblemente homosexuales.
Cada vez que oigas a Bergoglio, o a uno de sus secuaces, parlotear sobre la tierra, reflexiona -y que lo sepan todos los que te pregunten- que hablar de la tierra es hablar de los que no tienen fe, ya que ningún cristiano sensato -católico o no- creería que Dios hizo la tierra con defectos tan enormes, que sus criaturas puedan destruirla. Es realmente increíble. Es como creer que el cielo puede caerse sobre tu cabeza, como en los dibujos animados de Astérix.
Bergoglio seguirá oyendo “lamentos” y “gemidos”. Nosotros seguiremos siendo católicos.
Y ya sabemos quién ganará.
Mundabor
Este tipo de declaraciones siempre tienen alguna intención infantil y emotiva. Algo que impresionaría a niños de tercer grado. La fiebre, el clamor, todos esos intentos de hacer de la tierra un bebé panda. Su compinche, el “cardenal” Czerny se hace eco de Bergoglio y deja constancia de que la tierra “está gimiendo”. Parece que los dos tienen algún tipo de conocimiento especial que nadie más tiene. Mientras tanto, los verdaderos expertos no están de acuerdo con sus discursos.
¿Qué me dice todo esto? Me dice que las cuestiones ambientales son la forma en que los que han perdido la fe se ponen bravos e impulsan una agenda socialista. Por lo tanto, esto está a menudo -y en el caso de Bergoglio, estuvo siempre- vinculado a una agenda socialista/redistributiva. Los sencillos son una presa fácil para este juego, y los sencillos son muchísima gente, especialmente cuando la educación religiosa común se ha descuidado durante décadas.
Esto, a su vez, obliga a Bergoglio y a los de su calaña a socavar sistemáticamente la enseñanza católica, ya que necesitan que sus ovejas permanezcan ignorantes y balen según los deseos de sus amos ateos, socialistas y posiblemente homosexuales.
Cada vez que oigas a Bergoglio, o a uno de sus secuaces, parlotear sobre la tierra, reflexiona -y que lo sepan todos los que te pregunten- que hablar de la tierra es hablar de los que no tienen fe, ya que ningún cristiano sensato -católico o no- creería que Dios hizo la tierra con defectos tan enormes, que sus criaturas puedan destruirla. Es realmente increíble. Es como creer que el cielo puede caerse sobre tu cabeza, como en los dibujos animados de Astérix.
Bergoglio seguirá oyendo “lamentos” y “gemidos”. Nosotros seguiremos siendo católicos.
Y ya sabemos quién ganará.
Mundabor
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