lunes, 1 de julio de 2024

EL ATAQUE DE ROMA AL SALTERIO

El 1 de noviembre de 1970 Pablo VI aprobó su edicto Laudis Canticum eliminando 122 versos del Salterio para su uso en la Misa y el Breviario aduciendo que tenían “un tono algo duro” y “debido a las dificultades previstas por su uso en celebraciones vernáculas”.


Tres salmos fueron cancelados por completo (58, 83 y 109):

Salmos 58:

Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia?
¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?
Antes en el corazón maquináis iniquidades;
Hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la tierra.
Se apartaron los impíos desde la matriz;
Se descarriaron hablando mentira desde que nacieron.
Veneno tienen como veneno de serpiente;
Son como el áspid sordo que cierra su oído,
Que no oye la voz de los que encantan,
Por más hábil que el encantador sea.
Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas;
Quiebra, oh Jehová, las muelas de los leoncillos.
Sean disipados como aguas que corren;
Cuando disparen sus saetas, sean hechas pedazos.
Pasen ellos como el caracol que se deslíe;
Como el que nace muerto, no vean el sol.
Antes que vuestras ollas sientan la llama de los espinos,
Así vivos, así airados, los arrebatará él con tempestad.
Se alegrará el justo cuando viere la venganza;
Sus pies lavará en la sangre del impío.
Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo;
Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra.

Salmos 83:

Oh Dios, no guardes silencio;
No calles, oh Dios, ni te estés quieto.
Porque he aquí que rugen tus enemigos,
Y los que te aborrecen alzan cabeza.
Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente,
Y han entrado en consejo contra tus protegidos.
Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación,
Y no haya más memoria del nombre de Israel.
Porque se confabulan de corazón a una,
Contra ti han hecho alianza
Las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas,
Moab y los agarenos;
Gebal, Amón y Amalec,
Los filisteos y los habitantes de Tiro.
También el asirio se ha juntado con ellos;
Sirven de brazo a los hijos de Lot. Selah
Hazles como a Madián,
Como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón;
Que perecieron en Endor,
Fueron hechos como estiércol para la tierra.
Pon a sus capitanes como a Oreb y a Zeeb;
Como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes,
Que han dicho: Heredemos para nosotros
Las moradas de Dios.
Dios mío, ponlos como torbellinos,
Como hojarascas delante del viento,
Como fuego que quema el monte,
Como llama que abrasa el bosque.
Persíguelos así con tu tempestad,
Y atérralos con tu torbellino.
Llena sus rostros de vergüenza,
Y busquen tu nombre, oh Jehová.
Sean afrentados y turbados para siempre;
Sean deshonrados, y perezcan.
Y conozcan que tu nombre es Jehová;
Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.

Salmos 109:

Clamor de venganza

Oh Dios de mi alabanza, no calles;
Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí;
Han hablado de mí con lengua mentirosa;
Con palabras de odio me han rodeado,
Y pelearon contra mí sin causa.
En pago de mi amor me han sido adversarios;
Mas yo oraba.
Me devuelven mal por bien,
Y odio por amor.
Pon sobre él al impío,
Y Satanás esté a su diestra.
¡Que en el juicio resulte culpable, que consideren pecado su apelación!
¡Que sus días le sean acortados y que otro se apodere de su cargo!
¡Que sus hijos queden huérfanos y su mujer, viuda!
¡Que un acreedor le quite todo y extraños se apoderen de lo que le ha costado!
¡Que nadie le haga un favor, y nadie se compadezca de sus huérfanos!
¡Que sea su descendencia exterminada y se borre su nombre en una generación!
¡Que recuerde el Señor la culpa de sus padres, que no se borre el pecado de su madre,
que estén siempre presentes ante el Señor, que borre de la tierra su memoria!
Pues nunca se acordó de ser amable, persiguió al pobre y al desvalido, y hasta la muerte al hombre de triste corazón.
¡Ya que amó la maldición, que con él se quede; no quiso a la bendición, que lo abandone!
Se puso la maldición como su ropa: que le penetre hasta el fondo como el agua y le cale como aceite hasta sus huesos.
Que sea como un manto que lo envuelva, un cinturón que lo apriete sin cesar.
Así pague el Señor a mis acusadores y a los que hablan mal de mi persona!
Pero tú, Señor mío, actúa para mí en honor a tu nombre, sálvame, pues es tan bueno tu amor.
Porque soy pobre y desdichado, herido está mi corazón dentro de mí,
me voy como la sombra que declina, como langosta arrastrada por el viento.
De tanto ayuno flaquean mis rodillas y mi cuerpo, sin grasa, ha enflaquecido;
soy un pretexto para sus insultos, cuando me ven, menean la cabeza.
Señor, mi Dios, ayúdame, sálvame, tú que eres bueno:
y que sepan que allí está tu mano, que eres tú, Señor, quien hizo eso.
Si ellos maldicen, tu bendecirás: mis adversarios serán confundidos y tu servidor se alegrará.
¡Que se cubran de infamia mis acusadores, envueltos en su vergüenza como de un manto!
Por mi boca al Señor doy muchas gracias y alabanzas en medio de la muchedumbre,
pues se puso a la derecha del pobre para salvar su vida de sus jueces.

Tres Salmos tenían más de cinco versículos rechazados:

Salmos 35: 3a

Toma una lanza y ataca a mis perseguidores...

Salmos 35: 4–8

Que sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;
Que sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.
Que sean como pelusa al viento, acosados por el ángel del Señor
Que su camino sea oscuro y resbaladizo, perseguidos por el ángel del Señor.
Sin motivo me tendieron una trampa, y cavaron una fosa para mí.
Que sin aviso venga sobre ellos la ruina, que queden atrapados en su trampa y caigan en su fosa.

Salmos 35: 20–21

Esa gente no quiere la paz para los pacíficos del país; siniestros planes han maquinado
y hablan abiertamente contra mí: “¡Sí, sí”, dicen, “nosotros lo hemos visto!”

Salmos 35: 24–26

Júzgame, Señor, tú que eres justo, y que no puedan reírse de mí,
ni digan: “¡Salió tal como queríamos, al fin lo hemos devorado!”
Queden avergonzados y humillados, todos los que se ríen de mi desgracia. Queden cubiertos de infamia y de desprecio los que se alzan contra mí.


Salmos ​​59: 6–9

Señor, Dios Sabaot, Dios de Israel, despiértate, castiga a esos paganos, sé inclemente con todos esos renegados.
Vuelven de tarde, ladran como perros, andan dando vueltas por la ciudad.
A toda boca dicen barbaridades, de sus labios salen como espadas: “¡Escuche Dios, si puede!”
Pero tú, Señor, te burlas de ellos, te ríes de esos incrédulos.

Salmos 59: 12

Oh Dios, ordena su masacre, pues tu pueblo no debe olvidarlo. Tú tan valiente persíguelos y mátalos, oh Señor, nuestro escudo.

Salmos 69: 23–29

Que un traidor los invite a cenar, y se vuelva una trampa su banquete.
Que pierdan la vista y queden a ciegas, que siempre caminen encorvados.
Arroja sobre ellos tu furor, que los alcance el fuego de tu ira.
Que su propiedad quede devastada y sus carpas sin habitantes,
porque persiguieron al que tú heriste y aumentaron los dolores de tu víctima.
Impútales falta tras falta y que de ellas nunca se libren;
sean borrados del libro de los vivos, no sean inscritos en la lista de los justos.

En seis Salmos se eliminaron de tres a cinco versículos 

Salmos 21: 9–13

me volví como un extraño a mis hermanos, un desconocido para los hijos de mi madre.
El celo de tu casa me devora, los insultos de los que te insultan recaen sobre mí.
Si me aflijo con ayunos, eso me vale insultos;
si me visto de saco, ellos se burlan de mí.
Se ríen de mí los que se sientan en la plaza, y a los bebedores doy un tema de canción.

Salmos 63: 10–12

Los que en vano quieren perderme irán a parar debajo de tierra.
Serán muertos al filo de la espada, servirán de festín a los chacales.
El rey se sentirá feliz en Dios, y cuantos juran por él se gloriarán: “Por fin se acalló a los mentirosos”.

Salmos 79: 6–7, 12

Descarga tu furor sobre los paganos, sobre la gente que no te conoce, sobre los reinos que no invocan tu nombre.
Pues devoraron a Jacob y asolaron tu dominio.

Paga a nuestros vecinos siete veces, los insultos que te lanzaron, Señor.

Salmos 137: 7–9

No te olvides, Señor, de los hijos de Edom que, el día en que cayó Jerusalén, decían: “¡Arrásenla, arrásenla hasta los mismos cimientos!”
Hija de Babilonia, que serás destruida, dichoso el que te hiciere los males que a nosotros nos hiciste.
¡Dichoso aquel que agarre a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!

Salmos 139: 19–22

¡Ojalá, oh Dios, mataras al malvado y se alejaran de mí los sanguinarios,
arman maquinaciones en tu contra y no toman en cuenta tus declaraciones!
Señor, ¿no debo odiar a los que te odian y estar hastiado de los que te atacan?
Con un odio perfecto yo los odio y para mí también son enemigos.

Salmos 140: 10–12

Que no alcen su cabeza los que me asedian, que la malicia de sus labios los ahogue;
que lluevan sobre ellos brasas ardientes, que los eches al abismo y no salgan.
Que la tierra rechace al detractor y persiga al violento el mal sin tregua.

En diez Salmos se eliminó uno o un versículo y medio 

Salmos 5: 11

Castígalos, oh Dios, como culpables, haz que fracasen sus intrigas; échalos por sus crímenes sin cuento, ya que contra ti se han rebelado.

Salmos 54: 7

Que el mal recaiga sobre los que me espían; destrúyelos, Señor, pues tú eres fiel.


Salmos 55: 16

Que la muerte los sorprenda, que bajen vivos al lugar de los muertos, pues el mal se cobija en su interior.

Salmos 110: 6

juzga a las naciones: está lleno de cadáveres, y de cabezas rotas a lo ancho de la tierra.

Salmos 141: 10

Que en sus propias redes caigan los impíos mientras que sólo a mí se me abre paso.

Salmos 143: 12

Por tu amor aniquila a mis contrarios, y destruye a mis opresores, pues yo soy tu servidor.

Salmos 28: 4–5

Págales tú de acuerdo a sus obras y según la malicia de sus crímenes, dáles lo mismo que han hecho sus manos, págales como se lo merecen.
Ya que no miran las obras del Señor ni entienden lo que hacen sus manos, él los destruirá y no los rehará.

Salmos 31: 18–19

A ti clamé, Señor, no sea confundido; confundidos sean los impíos, lánzalos a la mansión del silencio.
Enmudece los labios embusteros, que hablan insolencias contra el justo con orgullo y desprecio.

Salmos 40 : 15–16

¡Queden avergonzados y humillados todos los que atentan contra mi vida; que retrocedan confundidos los que se alegran con mi desgracia!
Que se escondan de vergüenza los que dicen: “¡Esta vez lo pillamos!”

Salmos 56: 7b-8

me siguen el rastro, se lanzan a la caza de mi vida.
Después de tanta maldad, que no se escapen, que sobre ellos recaiga, oh Dios, la furia de los paganos.


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