miércoles, 15 de diciembre de 2021

L'OSSERVATORE ROMANO, EL DIARIO QUE NADIE LEE Y LOS OBISPOS ESTADOUNIDENSES

El periódico del Vaticano, L'Osservatore Romano, no dice lo que los obispos estadounidenses realmente dijeron sobre los políticos católicos, la comunión y el aborto.

Por George Weigel


Cuando empecé a trabajar con cierta regularidad en Roma, hace treinta años, mis mayores y superiores me enseñaron que nadie prestaba demasiada atención al periódico del Vaticano, L'Osservatore Romano.  Aunque ha mejorado su aspecto en las últimas tres décadas, por lo que sé, ninguna persona seria dentro o fuera del Vaticano le presta mucha atención.

El motivo lo demuestra la edición del periódico del 18 de noviembre. Allí, en la página 8, encontramos una noticia sobre la reunión anual de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, en la que aparece esta frase (traduzco del original italiano) "En él [es decir, en el documento magisterial de los obispos sobre la Eucaristía] no se menciona la prohibición de la Comunión a los políticos católicos, ni se menciona explícitamente el aborto".

Eso simplemente no es cierto. Los obispos citaron la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo moderno y su descripción del aborto como una infamia. Los obispos también citaron la encíclica del papa Francisco Fratelli Tutti, que critica duramente el tratar a cualquier persona como "desechable", incluyendo "los no nacidos".

En cuanto a los políticos que facilitan los abortos provocados, los obispos reiteraron su enseñanza en 2006:
Si un católico, en su vida personal o profesional, rechazara a sabiendas y obstinadamente las doctrinas definidas de la Iglesia, o repudiara a sabiendas y obstinadamente su enseñanza definitiva sobre cuestiones morales... disminuiría gravemente su comunión con la Iglesia. La recepción de la Sagrada Comunión en tal situación no estaría de acuerdo con la naturaleza de la celebración eucarística, por lo que debería abstenerse.
Distinguiendo correctamente entre la condición moral subjetiva y las acciones públicas en materia de recepción de la Sagrada Comunión, los obispos también citaron la enseñanza de San Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistia:
El juicio sobre el estado de gracia de una persona pertenece, obviamente, sólo a la persona implicada, ya que se trata de un examen de conciencia. Sin embargo, en los casos de conductas externas grave, clara y firmemente contrarias a la norma moral, la Iglesia, en su preocupación pastoral por el buen orden de la comunidad y por respeto al sacramento, no puede dejar de sentirse directamente implicada. El Código de Derecho Canónico se refiere a esta situación de falta manifiesta de disposición moral cuando afirma que no se debe admitir a la comunión eucarística a quienes "persisten obstinadamente en un pecado grave manifiesto".
Por último, los obispos subrayaron su propia responsabilidad en la disciplina eucarística de la Iglesia:
Es responsabilidad especial del obispo diocesano trabajar para remediar situaciones que implican acciones públicas en desacuerdo con la comunión visible de la Iglesia y la ley moral. En efecto, debe velar por la integridad del sacramento, la comunión visible de la Iglesia y la salvación de las almas.
Así que, por el bien del corresponsal de L'Osservatore Romano, Salvatore Cernuzio, sus editores y otros hermanos “confundidos”, intentemos esto una vez más: en "El Misterio de la Eucaristía en la Vida de la Iglesia", adoptado por los votos de 222 contra 8, los obispos de Estados Unidos enseñaron lo siguiente:

1) Facilitar el grave mal moral del aborto es un acto público que rompe la comunión con Cristo y aleja de la Iglesia.

2) Aquellos que no están en plena comunión con la Iglesia debido a sus acciones públicas no deben presentarse a la Santa Comunión. Presentarse a la Sagrada Comunión es declarar, públicamente, que se está en plena comunión con la Iglesia. Si no es así, la mentira de presentarse a la Sagrada Comunión agrava el mal de los actos públicos que lo alejan de la Iglesia.

3) Los obispos tienen la solemne obligación de informar a los católicos alejados de su situación y trabajar para catequizarlos en la verdad. Si esa catequesis fracasa y el católico alejado continúa obstinadamente facilitando el mal grave, entonces se le debe decir que no se presente a comulgar.

¿Está suficientemente claro?


Catholic World Report


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