lunes, 13 de diciembre de 2021

LA ECLESIOLOGÍA POLÍTICA DEL PAPA FRANCISCO

A estas alturas hemos aprendido a conocer al papa Francisco. Para saber realmente cuál es su pensamiento hay que leer y releer con atención las ruedas de prensa durante los vuelos de vuelta de sus viajes pastorales


Proponemos a nuestros lectores el análisis de la rueda de prensa del 6 de diciembre, magistralmente realizado por la web oficial del Distrito Italiano de la FSSPX. No podríamos haberlo hecho mejor.


Eclesiología y política del papa Francisco a su regreso de Grecia

El viaje del papa Francisco a Chipre y Grecia estuvo marcado por una renovada insistencia en la cuestión de los migrantes y el ecumenismo con el mundo ortodoxo. En el vuelo de regreso, el pontífice respondió a las preguntas de los periodistas con su habitual despliegue de improvisación y golpes a la Doctrina Católica.

10 de diciembre de 2021

Las declaraciones del papa a los periodistas en este vuelo dejaron a casi todos asombrados, hasta el punto de que es imposible comentar algunas de ellas en su totalidad. Sin embargo, nos gustaría comentar algunas que se destacan por su alejamiento de la sana doctrina o del sentido común.

Una eclesiología protestante

Por orden de seriedad, empecemos con una afirmación que roza la herejía, lanzada en medio de una respuesta. Además del habitual elogio del modelo sinodal ortodoxo (que los católicos tuvimos, obviamente, hasta Pablo VI), Francisco añadió un detalle que, más que a los ortodoxos, hace pensar en los sínodos anglicanos, según declaró el autodenominado arzobispo de Canterbury a los medios vaticanos hace unas semanas. El prelado inglés había recordado, en efecto, cómo en su experiencia, el sínodo incluía siempre la intervención de los laicos. Y así lo afirmó el papa Francisco, casi de forma inesperada respecto a la pregunta: “Sobre el aspecto sinodal: sí, somos un solo rebaño, es cierto. Y hacer esta división -clero y laicos- es una división funcional, sí, de calificación, pero hay una unidad, un solo rebaño”.

Ya estábamos acostumbrados a la concepción igualitaria del “pueblo de Dios” del que surgen los “ministerios”, tal y como se expresa en la Lumen Gentium y en el nuevo derecho canónico.

El papa Francisco va directamente a las fuentes de ambos, utilizando términos totalmente análogos a los de Martín Lutero en su Carta a la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana: "Nadie debe dejarse intimidar por esta distinción [entre clérigos y laicos, ed.], por la buena razón de que todos los cristianos pertenecen verdaderamente al estado eclesiástico: no hay diferencia entre ellos, salvo la de la función...".

Obviamente estamos en conceptos diametralmente opuestos a los del Concilio de Trento.


La disculpa del papa Francisco

Siguiendo una tradición establecida desde Juan Pablo II, el papa Francisco ha pedido perdón a los ortodoxos por los supuestos abusos que sufrieron por parte de la Iglesia Romana. Lo curioso es que el papa nos informa que también se disculpó por hechos que (por sus propias palabras) desconocía, a simple petición del arzobispo de Atenas, Ieronimos, sin más información. Por ello, el papa se disculpó porque algunos católicos griegos, en la época de las guerras de independencia contra los turcos, no estaban a favor de la lucha nacional (probablemente porque temían la discriminación de una nación ortodoxa más que del propio gobierno otomano).

Que el papa se sienta obligado a pedir disculpas no sólo por las acciones de sus antiguos predecesores, sino incluso por la postura puramente política de algunos católicos, roza lo improbable. Si el Syllabus de Pío IX condenaba a quienes decían que la separación de los orientales se debía a "la excesiva arbitrariedad de los romanos pontífices", el papa Francisco está dispuesto ahora a considerar a los católicos culpables de todos los males de los orientales.

En cualquier caso, nos informa de que la unidad de las Iglesias no tiene que venir de la teología, sino del trabajo conjunto, citando por ejemplo Suecia, donde católicos y luteranos tienen una única asociación de caridad en la que trabajan juntos. En cuanto a los teólogos, que discutan: la unidad en la verdad está reservada para el más allá. Mientras tanto, él y sus hermanos heréticos se unen para "trabajar y rezar juntos".

Remitimos a los lectores a la encíclica Mortalium animos de Pío XI para una condena detallada de tal visión de las relaciones con los no católicos. La lectura completa de esa carta (corta) del Papa Ratti es un tesoro necesario en estos tiempos de confusión sobre la verdadera doctrina de Cristo y de la Iglesia.

El papa Francisco y la democracia en peligro

Los periodistas le pidieron al papa que aclare sus afirmaciones sobre el retroceso de la democracia en Europa. El papa comienza afirmando que la democracia (evidentemente entendida como la democracia liberal europea que conocemos bien, condenada como tal por la Iglesia en varias ocasiones) es “un tesoro que debe ser atesorado”.

En cuanto a los peligros, podríamos haber imaginado que el papa se refería a las derivas autoritarias y a los evidentes abusos de poder que los gobiernos occidentales se están permitiendo sin escrúpulos con la excusa de la pandemia. Pero no, el papa se refiere al "populismo" que compara directamente con el nazismo.

A continuación, también condena, citando “El amo del mundo” de Benson (un libro muy querido por él), un gobierno mundial que lo nivela todo, otro enemigo de la democracia. Sigue siendo un gran misterio cómo un hombre que hace poco alabó a la Unión Europea y que participa con entusiasmo en las iniciativas del gobierno mundial sobre el 'cambio climático', como presidente de un parlamento de religiones junto a la ONU, puede hablar así.

Si hubiera leído mejor la novela de Benson, el papa Francisco podría haberse inspirado en los dos Pontífices que aparecen en ella, proclamando con firmeza la realeza de Cristo y de la Iglesia romana frente al gobierno anticristiano universal, luchando frontalmente contra el mundo, sin el menor compromiso liberal.

El arzobispo de París y el derecho de la Iglesia

Cuestiones sobre la dimisión de Monseñor Aupetit, Arzobispo de París, rápidamente aceptada por el papa, por faltas "menores" (según el propio papa) contra el sexto mandamiento, que se remontan a varios años atrás.

Conviene recordar aquí un curioso rescripto del 3 de noviembre de 2014, cuyo artículo 5 decía: "En determinadas circunstancias particulares, la Autoridad competente puede considerar necesario pedir a un obispo que presente la renuncia a su cargo pastoral, después de haberle dado a conocer los motivos de tal petición y haber escuchado atentamente sus razones, en diálogo fraterno". Sin perjuicio de la facultad del papa de destituir a los obispos en cualquier momento, o incluso de pedirles la dimisión de manera informal para no tener que proceder legalmente, no estaba claro de qué serviría escribir esto en un documento oficial.

Evidentemente, se trata una vez más de proceder sin las formalidades legales, que deberían garantizar a las personas de la arbitrariedad de la autoridad y determinar la responsabilidad. Las palabras del papa en el avión sobre este caso son, como mínimo, vergonzosas. Parece querer minimizar las verdaderas faltas del arzobispo, para hacernos saber que aceptó su dimisión sin pestañear por la "cháchara" que había provocado su conducta. Por un lado, "casi disculpa" a Aupetit, porque al final nadie es un santo y se le pueden perdonar sus errores; y por otro lado, lo sacrifica porque no puede gobernar por la "cháchara" que le resta autoridad. En un procedimiento así, tanto la misericordia como la justicia desaparecen, dando paso a la pura conveniencia política.

¿Podría este procedimiento ser una prudencia virtuosa en el gobierno? Se podría pensar que sí, haciendo numerosas distinciones, pero las palabras finales de Francisco sobre el caso siguen siendo en sí mismas incomprensibles en boca del Romano Pontífice: "Por eso acepté la renuncia, no en el altar de la verdad sino en el de la hipocresía".

Es muy probable que el papa, que en estas entrevistas hace discursos libres, haya querido decir que es por la hipocresía del procedimiento que aceptó la renuncia del obispo Aupetit, pero la fórmula utilizada es realmente desafortunada y ambigua, ya que no es posible en ningún sentido erigir un altar a la hipocresía opuesto al de la verdad.


FSSPX


Cronicas del papa Francisco


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