viernes, 16 de agosto de 2024

EL PODER DEL ROSARIO

El humilde Rosario, alabado por todos los Santos, es la ayuda más segura para el Cielo.

Por Monseñor Richard Williamson


Cuando decimos que rezar el Rosario es la solución a la locura actual de supuestas leyes eclesiásticas que nos “impone” la Roma modernista, muchos lectores se preguntan, ¿qué relación puede haber entre ambas cosas? ¿Cómo pueden descargarse todos los problemas de la Iglesia sobre el Rosario, por así decirlo?

Sin embargo, antes de que Sor Lucía de Fátima fuera sustituida en los años sesenta por un maniquí más dócil a los modernistas, pudo decir que en nuestros tiempos Dios ha dado al Rosario un poder especial tal, que puede resolver todos los problemas. Este poder es algo en lo que los católicos (y los no católicos) necesitan creer, ante las inminentes pruebas del mundo. La clave está en que el mundo que nos rodea vacía a Dios, dejando como mucho una cáscara de Él. El rezo del Rosario restaura el sentido de Dios, poco a poco, en las almas humanas. Empecemos por la ausencia de Dios provocada por el hombre, y pasemos al poder del Rosario.

El vaciamiento de Dios por parte de la humanidad comenzó en los tiempos modernos, a más tardar en el siglo XIV, con el declive de la fe católica en Dios y el correspondiente aumento de la estima por el hombre en el llamado Renacimiento, o “nuevo nacimiento” del hombre. 

La idea subyacente era que la Edad Media había sobrevalorado tanto a Dios como infravalorado al hombre. Esta idea allanó el camino para la explosión del humanismo, o la supervaloración del hombre por el hombre, por parte de Martín Lutero (1483-1548), en forma de protestantismo a principios del siglo XVI. 

Esta revuelta fragmentaria del hombre subjetivo contra el orden objetivo unificado del Dios del catolicismo ha dominado la modernidad de la “civilización occidental” desde entonces. 

Todos los errores más importantes de nuestro tiempo se remontan al protestantismo, por ejemplo el naturalismo, el racionalismo y sobre todo el liberalismo en el siglo XIX, luego el ecumenismo, el modernismo y sobre todo el comunismo en el siglo XX. La impiedad ha recorrido un largo camino.

Durante más de 400 años los Papas Católicos sostuvieron la Fe Católica contra Lutero, por así decirlo, pero con el Vaticano II (1962-1965) cedieron, y para 2024 el camino estaba despejado para que los Juegos Mundiales comenzaran con una burla de la Última Cena. Semejante blasfemia es prácticamente la nueva religión de la “civilización occidental”. 

Para comprender cabalmente cuán antigua y profunda es la alienación del hombre moderno del único Dios verdadero, es necesario leer un retrato de Lutero como el que hace el filósofo francés Jacques Maritain en su libro Three Reformers (Tres reformadores). La violenta sublevación de Lutero contra Dios estaba en lo más profundo del alma humana. Entonces, ¿cómo puede alguien pretender que rezar el simple y repetitivo Rosario puede ser una cura?

Físicamente, el Rosario compromete, regula y tranquiliza todas las partes más móviles del ser humano: los dedos con las cuentas, la boca al pronunciar las oraciones, la mente al contemplar los Misterios. Esta cautivación de nuestro voluble marco libera al alma para comulgar con Dios, es decir, para rezar. ¿Mi mente se distrae? Las cuentas me traen de vuelta. Y espiritualmente, los Misterios se centran en Nuestro Señor, enmarcados simétricamente dentro de los Misterios de Nuestra Señora (los asimétricos “Misterios luminosos”, añadidos por los modernistas, deben ser ignorados). Ella lo da a luz, Él muere por nuestros pecados, Ella es recompensada con la Realeza del Universo.

Ahora bien, “Roma no se construye en un día”. Ni siquiera el Rosario puede reabrir el Cielo en unas semanas. Pero quien persevera con el Rosario tiene todas las posibilidades de volver a la longitud de onda del Cielo, y cada vez, ponerse más fuera de la del mundo. Cada Misterio tiene su propia lección de Dios, y los quince juntos me llevan a través de todo el ciclo de la historia de nuestra Redención. Aquí está la razón por la que nací, y en ninguna otra parte. Aquí, repasado en menos de una hora, está lo que da sentido a toda la Creación. Nuestras vidas en la tierra no son sólo “desagradables, pobres, embrutecidas y cortas”, en las notorias palabras de un filósofo inglés. 

Para llevarnos al Cielo, sólo Nuestro Señor sufrió por todos nosotros más de lo que podríamos sufrir todos juntos. Quiero llegar al Cielo. Seré fiel a la oración especial que Dios dio a Su Iglesia para llevarme allí.

Kyrie eleison.

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