Pero este post no es sobre eso. Este post es para decirles que mi nivel de adrenalina tuvo un aumento repentino cuando este aparato tuvo las agallas de recordar a su audiencia búlgara que fueron perseguidos por su creencia cristiana bajo el comunismo.
Es gracioso que sea Francisco quien lo diga: ¡el mismo hombre que ha condenado a los católicos chinos a una feroz represión por odio a la Iglesia y que promueve cada régimen colectivista tanto como puede!
Realmente me pregunto qué clase de padres dieron a luz a tal monstruo, porque me parece que es difícil llegar a tal nivel de odio por la Iglesia, a menos que este odio haya sido alimentado desde los primeros años en un entorno profundamente anticlerical y anticapitalista basado en el odio por todo lo que es sagrado y la envidia por aquellos que tienen más, los dos ingredientes principales del socialismo y el comunismo. De hecho, recuerdo haber leído que el padre de Francisco se quejó de que tuvo que abandonar Italia debido a su persuasión “antifascista”. Lo cual apestaría, si fuera verdad, de un verdadero rechazo anticlerical, comunista o socialista.
Entonces, lo que sucede es esto: Francisco actúa con su odio por la Iglesia todos los días que Dios le permite respirar. Luego viaja y lee discursos escritos en gran parte por otros, para él. Las contradicciones no le molestan. A este hombre no le molesta nada, un vacío moral de asombrosa profundidad, alimentado por su propio odio hacia todo lo que es bueno y santo; un odio, no improbable, fomentado en él desde la infancia por sus padres malvados.
También noté aquí, porque en este punto las cosas comienzan a resumirse bastante bien, que Francisco se jactó de mentirle a su madre sobre sus estudios en el seminario, que su madre financió pensando que estaba estudiando medicina. Ahora dejemos de lado por un momento la asombrosa admisión de tales mentiras a la propia madre viuda. Reflexionemos, en cambio, sobre por qué él (además del hecho de que es un mentiroso por naturaleza) le mintió a su madre sobre el camino elegido.
¿No estaría complacida toda madre devota, o al menos muy en paz, con el deseo de su hijo de entregar su vida a Cristo? ¿No haría con gusto sacrificios para permitirle alcanzar su meta? ¿No podría ser que las mentiras de Francisco hacia ella se debieron no solo al conocimiento de la fuerte negativa a que tal elección se hubiera enfrentado con su madre anticlerical, sino también a la obvia acusación de hipocresía asombrosa y el desvergonzado desprendimiento de toda una existencia que la madre habría dirigido a su hijo? ¿No es así, que más y más piezas del rompecabezas satánico que es Jorge Bergoglio comienzan a encajar perfectamente en su lugar y, aunque son anecdóticas e incompletas (una vez más: ¿porque Bergoglio da muy pocos detalles sobre la familia? Uno se pregunta: ¿por qué?) Esas reflexiones dan una lógica totalmente lógica sobre su imagen poco creíble.
Verdaderamente, si los pecados de los padres caen sobre los hijos, este hombre es el producto de un linaje gravemente malo.
Mundabor
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