jueves, 30 de mayo de 2019

BERGOGLIO CONSIDERA QUE LOS MIGRANTES NOS AYUDAN A “LEER LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS”

El Vaticano publicó, el lunes 27 de mayo, el mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que tendrá lugar en cuatro meses, el próximo 29 de septiembre. 

Por 
Anne-Bénédicte Hoffner


En su mensaje para la “Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado”, que se celebrará el último domingo de septiembre, el papa Francisco relacionó la actitud hacia los migrantes y hacia las personas vulnerables. “A través de ellos, el Señor nos invita a reapropiarnos de nuestra vida cristiana en su totalidad”, escribió en un texto publicado el lunes 27 de mayo.

Titulado “No se trata sólo de migrantes”, este texto retoma y sintetiza la reflexión del papa sobre los migrantes y los refugiados, “como en general de las personas vulnerables”, con esa convicción tantas veces repetida según la cual “todo está relacionado”.


Según el papa, 
cuando los conflictos, las injusticias, los desequilibrios económicos y sociales o incluso el individualismo y el utilitarismo desgarran el mundo, son los pobres y los desfavorecidos quienes más sufren las consecuencias”.


El 29 de septiembre se hablará sobre “las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata”, que, muy a su pesar “se han convertido en emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales”. De hecho, la actitud hacia ellos constituye, para el papa, “una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte”.

Para el papa, la manera en que cuidamos a los más vulnerables es fundamental, y no solo para estos últimos: “al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, por todos”.

“Los migrantes, y especialmente aquellos más vulnerables, nos ayudan a leer los “signos de los tiempos”, escribió más adelante refiriéndose a la fórmula de la constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II. “A través de ellos, el Señor nos llama a una conversión, a liberarnos de los exclusivismos, de la indiferencia y de la cultura del descarte. A través de ellos, el Señor nos invita a reapropiarnos de nuestra vida cristiana en su totalidad y a contribuir, cada uno según su propia vocación, a la construcción de un mundo que responda cada vez más al plan de Dios”.

En un extracto del texto que refleja los resultados de las elecciones europeas obtenidos por los partidos de derecha en varios países, reconoce que “el temor es legítimo, también porque falta preparación para este encuentro con “los “otros”, los desconocidos, los marginados, los forasteros”. “El problema no es el hecho de tener dudas y sentir miedo”, escribió. “El problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados, y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas. El miedo nos priva así del deseo y de la capacidad de encuentro con el otro, con aquel que es diferente; nos priva de una oportunidad de encuentro con el Señor”.


Única misión de la Iglesia

Citando en numerosas ocasiones el Evangelio y la Tradición, y recordando constantemente que “no se trata sólo de migrantes”, el papa Francisco recuerda algunos principios de acción en los cristianos, como este: “la mayor caridad es la que se ejerce con quienes no pueden corresponder y tal vez ni siquiera dar gracias”.

Consciente de las tensiones suscitadas en las cuatro esquinas del planeta por “la era de las migraciones”, el papa recordó que la respuesta a este desafío –que “se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar– solo es “una de las facetas de la única misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados”.

“Si ponemos en práctica estos verbos, contribuimos a edificar la ciudad de Dios y del hombre, promovemos el desarrollo humano integral de todas las personas”, destacó, mostrando su deseo de “reconciliar los diferentes terrenos de compromiso de los católicos”. “Y también ayudamos a la comunidad mundial a acercarse a los objetivos de desarrollo sostenible que ha establecido y que, de lo contrario, serán difícil de alcanzar”.





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