jueves, 29 de septiembre de 2022

DISCURSO DE FRANCISCO: “ENCUENTRO SOBRE LOS REFUGIADOS”


DISCURSO DE FRANCISCO

A LOS PARTICIPANTES EN EL 

“ENCUENTRO SOBRE LOS REFUGIADOS”

PROMOVIDO POR LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA

Queridos hermanos y hermanas:

Les doy la bienvenida al término de su Conferencia sobre “Iniciativas en Educación para Refugiados y Migrantes”. Agradezco al profesor Cernera su introducción a esta reunión.

Su Conferencia ha sido concebida como un momento de reflexión basado en las necesidades de nuestros hermanos y hermanas migrantes, con especial atención a los niños, niñas y jóvenes. Han escuchado su deseo de continuar su educación a pesar de haber sido desarraigados de sus países de origen. Quiero animarlos y destacar la importancia de su contribución en tres áreas de su competencia: la investigación, la docencia y la promoción social. Porque no basta con darles la bienvenida a los migrantes; es necesario acogerlos, acompañarlos, promoverlos e integrarlos. Cuatro pasos: acogerlos, acompañarlos, promoverlos e integrarlos.

En cuanto a la investigación, veo la necesidad de más estudios sobre el llamado “derecho a no emigrar”. Es importante reflexionar sobre las causas de los movimientos migratorios y sobre las formas de violencia que llevan a las personas a partir hacia otros países. Naturalmente, me refiero a los conflictos que están devastando tantas regiones de nuestro mundo. Al mismo tiempo, sin embargo, me gustaría señalar otro tipo de violencia, a saber, el abuso de nuestro hogar común. La tierra ha sido devastada por la explotación excesiva de sus recursos y por décadas de contaminación. Como resultado, cada vez más personas se ven obligadas a abandonar sus tierras, que se han vuelto inhabitables. La academia, y la academia católica en particular, está llamada a desempeñar un papel principal en la búsqueda de respuestas a los problemas y desafíos ecológicos. Con base en datos científicos, están en posición de ayudar a guiar e informar las decisiones de los líderes gubernamentales en apoyo de un cuidado efectivo de nuestro hogar común.

En cuanto a la docencia, agradezco vuestro compromiso con el establecimiento de programas educativos que beneficien a los refugiados. Ya se ha logrado mucho, pero aún queda mucho por hacer. En este sentido, se debe seguir dando prioridad a los más desfavorecidos. Una manera eficaz de lograrlo es ofrecer cursos que respondan a sus necesidades, organizar programas de educación a distancia y otorgar becas para facilitar su reasentamiento. Al aprovechar los recursos de la red internacional de instituciones académicas, las universidades también pueden facilitar el reconocimiento de los títulos y las cualificaciones profesionales de migrantes y refugiados, en beneficio de estos últimos y de las sociedades que los acogen.

Las escuelas y universidades son entornos privilegiados no solo para la instrucción, sino también para el encuentro y la integración. “Podemos crecer en nuestra humanidad común y construir juntos un sentido de unidad cada vez mayor. La apertura mutua crea espacios de intercambio fructífero entre diferentes visiones y tradiciones, y abre las mentes a nuevos horizontes” (Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2022). Para responder adecuadamente a los nuevos desafíos que plantea la migración, es necesario ofrecer formación profesional específica al personal y al profesorado que trabaja con migrantes y refugiados. Las instituciones católicas de educación superior están llamadas a educar a sus propios estudiantes, que serán los administradores, empresarios y líderes culturales del mañana, para una comprensión más clara del fenómeno de la migración, dentro de una perspectiva de justicia, responsabilidad global y comunión en la diversidad. Se deben promover oportunidades para encuentros significativos, para que profesores y estudiantes puedan tener la oportunidad de escuchar las historias de aquellos hombres y mujeres que son migrantes, refugiados, desplazados o víctimas de la trata.

En el ámbito de la promoción social, las universidades representan una institución que interactúa con el contexto social en el que operan. Pueden ayudar a identificar y sentar las bases para la construcción de una sociedad intercultural, donde la diversidad étnica, lingüística y religiosa se considere una fuente de enriquecimiento y no un obstáculo para el futuro común. Además, las universidades representan un entorno privilegiado para animar a los jóvenes a participar en actividades de voluntariado en favor de los refugiados, los solicitantes de asilo y los migrantes más vulnerables.

Con motivo de la “Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado”, celebrada el domingo pasado, animé a todos a colaborar con los migrantes para construir un futuro mejor. De hecho, “la historia nos enseña que la contribución de los migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento social y económico de nuestras sociedades. Esto sigue siendo cierto en nuestros días. Su trabajo, su juventud, su entusiasmo y su disposición al sacrificio enriquecen a las comunidades que los acogen. Sin embargo, esta contribución podría ser aún mayor si se optimizara y apoyara con programas e iniciativas cuidadosamente elaborados. Existe un enorme potencial, listo para ser aprovechado, si tan solo se le da la oportunidad” (ibid.).

Queridos amigos, la labor que realizan en estas tres grandes áreas —investigación, docencia y promoción social— puede guiarse por las cuatro palabras que resumen los esfuerzos de la Iglesia en favor de los migrantes y refugiados: acoger, proteger o acompañar, promover e integrar. Toda institución educativa está llamada a ser un espacio de acogida, protección o acompañamiento, promoción e integración para todos, sin excluir a nadie.

Les agradezco su labor y los animo a perseverar en sus esfuerzos. De corazón, los bendigo a cada uno de ustedes y a todos sus colaboradores. Y les pido, por favor, que oren por mí. Gracias.
 

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