miércoles, 9 de febrero de 2022

SUECIA: LA SALUD DE LOS NIÑOS “TRANSGÉNERO” EN RIESGO

Trece niños que se habían sometido a tratamientos de bloqueo hormonal para la “transición de género” sufrieron graves problemas de salud, informó un programa de televisión sueco.


En este sentido, desde el Hospital Universitario Karolinska de Estocolmo han declarado que no volverán a iniciar tratamientos hormonales para niños “transgénero”, ya que, según afirman, nadie puede ser tratado si se desconoce si el tratamiento es seguro y eficaz.

El citado reportaje en el programa 
llamado “Uppdrag granskning” muestra la historia de Leo, una niña que a los 10 años comenzó a identificarse como niño y cada vez tenía más problemas mentales debido a la disforia de género que sufría. En ese momento, sus padres acudieron al Hospital Astrid Lindgren en busca de ayuda. Allí comenzaron a administrarle bloqueadores de la pubertad cuando ella tenía 11 años.

Según el Dr. Ricard Nergardh, endocrinólogo pediátrico que trata a niños “transgénero”, las hormonas aplicadas a estos niños pueden afectarlos gravemente, ya que producen castración química y pueden afectar negativamente su salud mental, por lo que es muy recomendable informar a sus familias sobre posibles efectos adversos.

Entre 2015 y 2020, alrededor de 440 niños con disforia de género recibieron bloqueadores de la pubertad en Suecia. Para minimizar los riesgos, los médicos los trataron sin exceder el tiempo recomendado, dos años, ya que prolongar el “tratamiento” puede aumentar el riesgo de sufrir efectos secundarios.

En Reino Unido, Keira Bell, que empezó un tratamiento de bloqueo hormonal a los 16 años, ha obtenido una victoria en el Tribunal Supremo al lograr una sentencia que aconseja a los médicos no prescribir bloqueadores hormonales a adolescentes sin autorización.

Inmediatamente después, el “Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género” (GIDS), también conocido como Centro Tavistock, suspendió la terapia hormonal para adolescentes.


Evaluación bioética

Como hemos publicado anteriormente, tanto el bloqueo hormonal como los posteriores tratamientos de “transición de género”, basados ​​en la “masculinización hormonal” de la mujer y la “feminización hormonal” del hombre, no están oficialmente autorizados a tal efecto por los organismos reguladores.

Esto implica que no existe evidencia suficiente sobre su seguridad y eficacia para la salud de los niños “transgénero”, a pesar de que algunos grupos favorecen su generalización, los promueven desde edades tempranas y los mantienen por largos periodos de tiempo -más de dos años- aumentando la gravedad de sus secuelas.

Muchos de ellos son irreversibles, como la infertilidad, problemas metabólicos o óseos, o, lo más preocupante, disfunciones del sistema nervioso central en cerebros que aún no han completado su maduración. En ellos, la “tormenta hormonal” que inducen estos tratamientos puede estar detrás de muchas de las disfunciones psíquicas observadas en muchos adolescentes que ahora están motivando un cambio radical de postura en la aplicación y validación de estas terapias.

La falta de seguridad en un tratamiento, junto con su eficacia insuficientemente demostrada, constituyen serios obstáculos no solo clínicos, sino también bioéticos, para su aplicación, ya que son maléficos además de afectar a niños y adolescentes con limitada capacidad de decisión autónoma, muchos a veces mal informados y, casi siempre, incapaces de evaluar correctamente las consecuencias de estas decisiones.

La necesidad de promover una reflexión basada en la evidencia debe mencionarse al ámbito médico que promueve estas intervenciones, cuyos errores pueden perjudicar grave e irreversiblemente la salud de los niños “transgénero”. En este caso la ideología de género, no es una buena aliada para una correcta práctica médica, que debe orientarse en todo caso al bienestar del paciente y de la sociedad.

La evidencia de resultados negativos en los procesos de “transición de género” sigue creciendo, por lo que se debe instar tanto a la comunidad sanitaria como a los organismos reguladores a reorientar el abordaje de los procesos de disforia de género, que lejos de pretender normalizarse, requieren atención clínica especializada, multidisciplinar y prolongada en el tiempo que puede permitir a quien la padece, superarla definitivamente.


Bioethics Observatory



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