viernes, 25 de febrero de 2022

SAN MALAQUÍAS Y LA PROFECÍA DE LOS PAPAS QUE ANUNCIA EL FINAL

Este santo irlandés profetizó qué pasaría antes de llegar al final de los tiempos.


Malaquías de Armagh fue un arzobispo católico irlandés que fue canonizado por el papa Clemente III en 1190. Nacido en 1094 en la localidad de Armagh, su nombre es célebre por dos famosas profecías que se le atribuyen: la famosa profecía de los 112 Papas (1595) y la profecía sobre Irlanda (1690), ambas reveladas más de cuatro siglos después de su muerte. 

A los 25 años San Malaquías fue ordenado sacerdote, convirtiéndose posteriormente en monje, abad y arzobispo de su ciudad natal. En 1138 partió en peregrinaje a Roma, y durante este viaje conoció a la Orden de los Cistercienses. En la Ciudad Eterna hizo amistad con San Bernardo de Claraval, quien se convertiría en su hagiógrafo y en uno de sus mejores amigos. Bernardo describió a San Malaquías como un hombre humilde y con un gran espíritu evangélico y celo religioso. San Malaquías, de hecho, sería quien restauraría la disciplina en el seno de la Iglesia de Irlanda, perseguiría el paganismo y restablecería la moral católica, lo que le valió el cariño del pueblo llano y el respeto entre sus colegas del clero. 

A su regreso de Roma San Malaquías visitó al rey de Escocia, y durante esa visita el religioso curó al hijo del monarca de una grave enfermedad de forma milagrosa. San Malaquías fue llamado de nuevo a Roma en 1139 por el Papa Inocencio II. Cuando se encontraba allí, se cuenta que el santo irlandés experimentó una visión de los futuros Sumos Pontífices que ocuparían el sillón de San Pedro hasta la segunda venida de Jesucristo. 

Así, San Malaquías escribiría 112 lemas o frases breves en latín describiendo a los futuros Papas. Se dice que este documento fue guardado en los archivos secretos del Vaticano, y no fue sino hasta 1556 que fue descubierto por un bibliotecario del Vaticano. 

Después de la muerte de San Malaquías, acaecida en Claraval en 1148, San Bernardo relató que cuando yacía muerto, un joven que tenía el brazo paralítico, sanó colocando su mano sobre la mano del difunto. 

Antes de morir, se cuenta que San Malaquías realizó la siguiente profecía sobre su país natal: 
“Irlanda sufrirá la opresión inglesa durante una semana de siglos, pero siempre será fiel a Dios y a su Iglesia. Al final de este período, Irlanda será libre y los ingleses, a su vez, tendrán unos severos castigos. Sin embargo, Irlanda desempeñará un gran papel en la vuelta a la verdadera fe de los ingleses”. 
Esta profecía, por cierto, se cumpliría en gran parte debido a la aparición del anglicanismo en Inglaterra en 1595 y la dominación que durante siete siglos sufriría Irlanda a manos de los ingleses. Los irlandeses, en todo caso, permanecerían fieles a su antigua fe católica hasta su liberación parcial como país tras el fin de la Primera guerra mundial. 

Sin embargo, la profecía que haría célebre a San Malaquías sería la llamada “Profecía de los Papas”, la cual se publicó por primera vez en 1595 en el “Lignum vitae, ornamentum & decus Ecclesiae” (‘El árbol de la vida, el ornamento y la gloria de la Iglesia’), libro publicado en Venecia por el monje benedictino belga e historiador Arnoldo Wion y que se convertiría en todo un éxito editorial en la Europa cristiana. 

En este libro, después de unos párrafos introductorios sobre la figura de san Malaquías, Wion informa que “(Malaquías) escribió varios opúsculos”, incluyendo el listado de la profecía de los Papas, al que destaca como un texto ya conocido pero aún no publicado. 

La profecía de San Malaquías consiste, como se mencionó anteriormente, en una serie de 112 pequeños lemas o frases en latín, sin numerar, haciendo alusión alegórica a los 112 papas que gobernarían la Iglesia Católica desde el Papa Celestino II (1143-1144) hasta el último pontífice, incluyendo a los llamados antipapas. 

El último Papa al que alude San Malaquías es identificado con el lema “Petrus Romanus” (“Pedro El Romano”), con una vaga cita de carácter apocalíptico. 

Dios le habría mostrado a San Malaquías los diferentes hombres que, en el futuro, se presentarían como los líderes de la Iglesia Católica bajo el título de Papas, no revelándole necesariamente si estos hombres que se iban a sentar en el trono de San Pedro eran buenos o malos. 

Las descripciones de San Malaquías de los futuros papas suelen contener datos sobre su orden religiosa, su escudo de armas, su nombre o lugar de nacimiento, las ciudades en las que éstos vivirían durante su vida o los principales personajes o acontecimientos que ensombrecerían sus papados.

San Malaquías parte describiendo en sus profecías al Papa Celestino II (1143-1144) como “Ex castro Tiberis” (“de un castillo en el Tíber”), aludiendo a que este pontífice había nacido en Citta di Castello o Ciudad del Castillo, al lado del río Tiber. 

Benedicto XII (1334-1342), en tanto, es descrito como “Frigidus abbas” (“El abad frío”) debido a que fue abad de la localidad de Fontfroide o Fuentefría. 

Pío III (1439-1503), en tanto, es llamado “De parvo homine” (“De un hombrecito”). Curiosamente, el apellido de este pontífice era Piccolomini, que en italiano deriva de las palabras “piccolo” y “uomo”, es decir, “hombre pequeño”. 

San Malaquías describe al Papa Inocencio X (1644-1655), por su parte, como “Jucunditas crucis” (“Alegría de la cruz”). Este pontífice, por cierto, fue elegido Papa en la fiesta de la Exaltación de la Cruz, tras un largo y difícil cónclave. 

El Papa Pío VI (1775-1799), en tanto, es descrito como “Peregrinus Apostolicus” (“Viajero Apostólico”), algo que se podría relacionar con los largos viajes que éste debió realizar durante su papado: viajó a Alemania para reunirse con el emperador José II y, en los dos últimos años de su reinado, se vio obligado por los revolucionarios a huir de Roma, muriendo en Francia, después de un viaje muy arduo en los Alpes. 

San Malaquías describe al Papa Pío VII (1800-1823) como “Aquila rapax” (“Águila codiciosa”), nombre que podría relacionarse con el famoso personaje de la isla de Córcega cuyo ascenso, fulgor y caída ensombreció el papado de este pontífice: Napoleón Bonaparte, cuyo símbolo era un águila. 

El Papa Pío IX (1846-1878) es descrito por su parte como “Crux de cruce” (“Cruz de la cruz”), quizás porque fue el último Papa que gobernó los Estados Pontificios -quedando relegado sólo al control político del Vaticano-, después que la Casa de Saboya (cuyo escudo es una cruz blanca) reunificara a Italia y le arrebatara el control de estos territorios. 

El Papa León XIII (1878-1903), por su parte, es definido por San Malaquías como “Lumen in Caelo” (“Luz en el cielo”), hecho que se relacionaría con que, 35 años antes de convertirse en papa, el escudo de armas de este papa ya tenía un cometa en el cielo. 

El Papa Pío X (1903-1914), en tanto, es descrito como “Ignis ardens” (“Fuego ardiente”), quizás porque durante su reinado se desencadenó la guerra ruso-japonesa, la Revolución Mexicana, la Guerra de los Balcanes y la Primera Guerra Mundial, que puso a Europa literalmente en llamas. 

San Malaquías describe a Benedicto XV (1914-1922) como “Religio depopulata” (“Religión devastada”), nombre que podría relacionarse con que durante su reinado se desarrolló la Primera Guerra Mundial y la revolución comunista en Rusia, que significó la persecución y la muerte de millones de católicos. 

El Papa Juan XXIII (1958-1963), por su parte, es descrito como “Pastor et nauta” (“Pastor y navegante”), tal vez porque fue el patriarca de Venecia, ciudad de navegantes, y a que este pontífice solía usar ornamentos que representaban un gran velero. 

El Papa Pablo VI (1963-1968), en tanto, es descrito como “Flos florum” (“Flor de las flores”), lo que se podría relacionar con que el escudo de armas de este Pontífice incluye tres flores de lys. 

El Papa Juan Pablo I (26 de agosto al 28 septiembre de 1978), es descrito por San Malaquías como “De medietate lunae” (“De la media luna”). Curiosamente este pontífice provenía de la diócesis de Belluno, que significa “bella luna”, y comenzaría su reinado el 26 de agosto de 1978, cuando la luna apareció exactamente a la mitad. 

Su sucesor, Juan Pablo II (1978-2005), fue definido por su parte con la fórmula “De labore solis” (“El que trabaja de sol a sol”), lo que podría relacionarse con que este pontífice polaco fue el pontífice más viajero y el que más tiempo gobernó la iglesia después del mismo San Pedro y de Pío IX (Otros también lo interpretan porque el día del nacimiento y muerte de Juan Pablo II hubo un eclipse solar). 

Benedicto XVI (2005-2013), el Papa 111, por su parte, es descrito por San Malaquías como “Gloria Olivae” (“La gloria del olivo”). Este Papa de origen alemán, por cierto, pertenece a la Orden de los Benedictinos, cuyo escudo contiene un olivo. 

La profecía de los Papas de San Malaquías termina, por cierto, con una cita apocalíptica en latín y una alusión a lo que podría ser el último papa, “Pedro El Romano”, el Papa 112: “In extrema S.R.E. sedebit Petrus Romanus qui pascet oues in multis tribulationibus, quibus transactis ciuitas septicollis diruetur, & Judex tremendus iudicabit populum suum. Finis”. (“En persecución extrema, en la Santa Iglesia Romana reinará Pedro el Romano quien cuidará a su rebaño entre muchas tribulaciones, tras lo cual la ciudad de las siete colinas (probable alusión a Roma, aunque Jerusalén también tiene 7 colinas) será destruida y el Juez Terrible juzgará a su pueblo. Fin”. 


La polémica sobre la profecía de los Papas 

La profecía de los Papas de San Malaquías sigue despertando controversias cuatro siglos después que fueron publicadas por primera vez en 1595, es decir, 450 años después de la muerte del santo irlandés. A algunos estudiosos, en primer lugar, les llama la atención que San Bernardo de Claraval, el eclesiástico más influyente de su época y quien admirara profundamente a San Malaquías, y escribiera de sus obras y milagros, en sus escritos no haga referencia o mención a ninguna profecía, visión, ni lista enigmática que hubiera dejado este santo. 

El abad François Cucherat, en su obra “Profecías sobre la sucesión de los papas”, dijo en 1871 que San Malaquías escribió su profecía en Roma entre los años 1139 y 1140, después que visitara al Papa Inocencio II para tratar con él asuntos de su diócesis, entregándole posteriormente su manuscrito al mismo Papa para consolarlo en sus tribulaciones. El Sumo Pontífice, según el mismo Abad Cucherat, habría guardado el manuscrito en los archivos romanos, y allí éste habría quedado olvidado hasta su descubrimiento en 1590. 

Onofrio Panvinio, revisor de la Biblioteca Vaticana, por su parte, aceptó completamente en 1556 la autenticidad de las profecías de Malaquías. 

De ser correcta la profecía de San Malaquías, el actual papa Francisco, el papa 112 desde Celestino II, sería el temido “Peter Romanus” (“Pedro El Romano”), el último papa antes del advenimiento del final. Curiosamente Bergoglio, después de ser elegido papa, hizo hincapié en su título de “Obispo de Roma” de una manera única, evitando los demás títulos asociados al cargo de Sumo Pontífice. Además, ha sido el primer papa que ha firmado su nombre, en el directorio oficial del Vaticano, en italiano (idioma de los romanos modernos) en vez de latín. Y cuando se le consultó en una conferencia de prensa en noviembre de 2014 si cuando viajaba, en su calidad de sucesor de Pedro, se sentía como obispo de Roma o como arzobispo de Buenos Aires, respondió “Soy romano”. Sin mencionar que este Papa eligió el nombre del santo más conocido en Italia: San Francisco de Asís, ciudad ubicada a dos horas de Roma (El segundo nombre de San Francisco de Asís, al igual que el de su padre, curiosamente era Pedro). 

Por lo pronto, algunos creyentes, en vez de atormentarse por temidas profecías que nos advierten sobre el fin del mundo, prefieren recordar la frase de los Evangelios pronunciada por Jesús en Mateo 25,13, respecto de cuándo se producirá exactamente el fin de los tiempos: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”.



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