martes, 15 de febrero de 2022

MONS. VIGANÒ: SIN EL APOYO DE BERGOGLIO, LA NARRATIVA PLANDÉMICA YA HABRÍA TERMINADO

El arzobispo Carlo Maria Viganò concedió a la revista Civitas una entrevista en la que vuelve a hablar del vínculo del relato plandémico con el Gran Reseteo.


- ¿Cómo es el Gran Reseteo una expresión del espíritu del mal?

- El Gran Reinicio es la herramienta mediante la cual la élite globalista pretende modificar sustancialmente la dinámica económica, laboral, social y religiosa de los estados. Constituye un acto de injerencia invasiva por parte de potentados financieros pertenecientes a un pequeño grupo de familias -Rothschild, Rockefeller, etc.- en la vida de los ciudadanos del planeta, y por la forma en que se persigue este proyecto representa un verdadero ataque subversivo. Propósito de este Gran Reinicio, por la misma admisión de sus arquitectos, es la transformación de la sociedad global en una masa de personas a las que se les niega o raciona mediante chantaje sus derechos naturales, civiles y religiosos, para obligarlos a aceptar lo que normalmente nunca aprobarían: el control total sobre sus acciones a través de aplicaciones de seguimiento, la obligación de dinero electrónico y el voto electrónico; la drástica reducción del costo de la mano de obra a través de la liquidación de pequeñas y medianas empresas y el empobrecimiento de las clases más débiles; la imposición de una economía engañosamente verde, lo que se traduce en un uso forzoso de los coches eléctricos, el uso de recursos energéticos alternativos ante el alza del precio del petróleo; la privatización de la sanidad pública, obtenida a través de la patologización de la población y la consiguiente insostenibilidad del gasto público, la ausencia de inversiones en el sector por los recortes impuestos por la Unión Europea y la imposición de la inoculación de suero génico; finalmente, la Cuarta Revolución Industrial implementada por el Gran Reinicio pretende reducir la población mundial, obtenida con políticas de control de la natalidad, incentivos al aborto, la eutanasia y el cambio de sexo, la homosexualización de los jóvenes y el exterminio planificado mediante el uso de drogas y alimentos nocivos para la salud. A todo ello se suman los fondos asignados a los Estados por la Unión Europea, todos ideológicamente orientados (para la ‘igualdad de género’ Europa destina más que para la Sanidad) y que vinculan a los Estados bajo la amenaza de la intervención de la Comisión Europea y el BCE.

Este proyecto hace uso de la colaboración de instituciones públicas nacionales y supranacionales: la ONU y sus agencias, parlamentos, gobiernos, funcionarios públicos, fuerzas policiales, magistrados, docentes, médicos. Junto a ellos, la apabullante campaña mediática hace sonar la alarma de pandemia, la emergencia climática, la amenaza terrorista o una invasión alienígena (no estoy bromeando), el riesgo de un colapso de internet, con el objetivo de obligar a las masas a aceptar como medidas ineluctables que representan un forzamiento en beneficio de un número muy reducido de multimillonarios en detrimento de la mayoría de la población.

También recuerdo que el 17 de septiembre el Gran Maestre del Gran Oriente de Italia elogió públicamente el pase verde diciendo que “solo refuerza el entrelazamiento histórico que siempre ha existido entre las vacunas y las logias masónicas: de hecho, hay muchos médicos que en el los dos últimos siglos han impulsado las inoculaciones masivas y al mismo tiempo han formado parte de este ambiente”, recordando que el Hospital Luigi Sacco de Milán lleva el nombre de un médico masón que -casualmente- “convenció a numerosos párrocos católicos para incluir los beneficios de la los sueros en los sermones dominicales” (en italiano aquí).

El Gran Reinicio es una expresión del mal porque la matriz ideológica en la que se basa es esencialmente satánica. No podemos pretender no saber que todos los protagonistas de este plan global están unidos por pertenecer a la Masonería, a la Comisión Trilateral, al Grupo Bilderberg: estos grupos de poder odian al cristianismo y al mismo Cristo, y no ocultan su adoración a Lucifer. En cambio, aun sin investigar sus raíces esotéricas, basta ver lo que hacen: la suya es una cultura de muerte, de miedo, de mentira, de cálculo económico despiadado. Son malos, los siervos del diablo, los obradores de iniquidad que preparan la venida del Anticristo.


- ¿Cuál es el vínculo entre la epidemia de covid-19 y el Gran Reinicio?

- El vínculo entre la pandemia y el Gran Reseteo es fundamental: como han dicho personas como Jacques Attali o Klaus Schwab, la pandemia ofrece una oportunidad única para la realización del Gran Reseteo, ya que permite presentar las compresiones de los pacientes como justificada por la emergencia sanitaria los derechos de los ciudadanos, apoyándose en el miedo, creando enemigos -como los llamados “no-vax” sobre los que descargar la tensión de las masas, concibiendo como ventaja la educación a distancia y el trabajo ‘inteligente’, y finalmente haciendo creer que los muertos y enfermos crónicos causados ​​por un plan de despoblamiento criminal son causados ​​por un virus "mortal" (tasa de mortalidad del 0,07%), cuando sabemos muy bien que el covid-19 es una forma de gripe que puede ser curada, pero para la que se han prohibido los tratamientos y se han impuesto protocolos absurdos que han conducido a un número de muertes que de otro modo sería evitable. Incluso la llamada "vacuna" experimental, de la que las empresas farmacéuticas obtienen enormes beneficios atribuibles a grupos financieros específicos -empezando por Black Rock- está provocando un número exorbitante de muertos y heridos graves, contra los que BigPharma se prepara para aumentar sus beneficios asegurando "tratamientos" para las próximas décadas. Que haya grafeno en ese suero y que también se pueda utilizar para otros fines, es una cuestión que deberán abordar peritos y magistrados, si es que aún quedan algunos que no están supeditados al régimen. Ciertamente habrá que pensar en un nuevo Nuremberg, para juzgar y castigar a los responsables de este crimen de lesa humanidad.

- ¿No estamos asistiendo al establecimiento de una nueva religión?


- El culto a Satanás en todas las épocas históricas y en todas las civilizaciones ha sido una dolorosa constante en el misterio de la iniquidad que acompaña a la humanidad desde la expulsión de nuestros antepasados ​​del Paraíso terrenal. El ecologismo malthusiano, el culto a la Madre Tierra, las pseudo-filosofías orientales de matriz panteísta y, por último, pero no menos importante, el “Cristo cósmico” anhelado por el herético jesuita Theilard de Chardin son sólo declinaciones de la misma desviación teológica. En definitiva, detrás de la Pachamama está siempre Satanás, su envidia por el destino sobrenatural que Dios Redentor tiene reservado para el hombre, su odio a la vida y a la belleza como expresiones de la omnipotencia de Dios Creador, su aversión a todo lo que recuerda a la presencia de Jesucristo en la historia, signo de un amor infinito del que el diablo está eternamente proscrito.


Sin embargo, más allá de estas consideraciones, no debe subestimarse el papel del componente ritual en la dinámica del Gran Reinicio y en particular de la llamada “emergencia pandémica”. En mi opinión, hay dos aspectos: uno relacionado con el nuevo credo de la Iglesia Católica y otro relacionado con la nueva religión globalista. La primera constituye una adulteración del Magisterio inmutable, la segunda la culturización de la ideología globalista.

Los líderes de la Iglesia han hecho suyas las instancias de la ideología ecologista, ecumenista e inmigracionista que constituyen la versión exotérica del pensamiento masónico, es decir, la traducción para las masas del esoterismo luciferino. Este compartir un pensamiento ajeno y opuesto a la fe católica se ha preparado durante décadas, si no durante siglos: primero el Modernismo y luego la herejía conciliar prepararon el cuerpo eclesial para considerar aceptables las doctrinas heterodoxas, que los Romanos Pontífices hasta Pío XII tenían condenadas de raíz. La llamada "renovación" del Vaticano II iba a constituir la premisa doctrinal y moral -entonces expresada sólo in nuce- de la mentalidad actual: el ecumenismo de Dignitatis humanae abrió las puertas a la intercomunión con los herejes e incluso con los paganos; la colegialidad de Lumen gentium está en la base del camino sinodal bergogliano; haber enfatizado la dimensión comunitaria de la Misa fue un primer paso hacia la colectivización que ahora impone el Estado a los ciudadanos, según la idea comunista de que la colectividad prevalece sobre el individuo. El estado laico teorizado por el Concilio y perseguido por el cardenal Casaroli bajo el pontificado de Juan Pablo II con la revisión de los Concordatos, le quitó a la Iglesia -por iniciativa propia- toda influencia moral sobre los gobiernos, hoy libres de imponer la ideología ‘de género’ y la ideología lgbt desde la escuela primaria, para legalizar la eutanasia y el aborto postnatal, para obligar a los ciudadanos a inocularse un suero producido con líneas celulares abortivas, sin objeción alguna por parte de la Santa Sede. La abdicación de la autoridad eclesiástica a su propio papel ha "evolucionado" recientemente -como era inevitable- en una adhesión real a las exigencias del globalismo: la Santa Sede bajo Bergoglio ha adoptado el credo ecológico y ecumenista que es un preludio de la Religión Universal esperado por la masonería, traicionando su misión y causando la pérdida de tantas almas, que desde los mismos púlpitos oyen defender esos errores, que hasta Pío XII eran condenados sin apelación.

Al mismo tiempo, el globalismo está preparando su propia religión mundial, en la que pretende reunir las corrientes progresistas de la Iglesia Católica, las diversas sectas no católicas y otras religiones. El papel de precursor pertenece obviamente a la iglesia bergogliana, cuyo líder cree que puede labrarse para sí mismo o para uno de sus alumnos el papel de líder de la Religión Universal, como si estar en la Iglesia de Cristo constituyera un derecho de precedencia. Pero como enseña la historia, los primeros colaboradores invariablemente terminan siendo arrastrados por aquellos a quienes sirvieron tan pronto como ya no se requiere su cooperación. Y Bergoglio debe saberlo bien, ya que es él mismo el primero en comportarse de esta manera con los prelados de los que se rodea en Santa Marta, véase el reciente caso del cardenal Becciu.

Hay que decir que el disenso de la parte conservadora del catolicismo respecto a la emergencia del covid-19 se ve significativamente debilitado por la presencia de quintas columnas comprometidas con sustentar el relato de la pandemia junto a la eficacia y legitimidad moral del suero con el gen RNAm, producido con líneas celulares procedentes de abortos. Tal aplanamiento de algunos intelectuales católicos sobre estos temas es cuando menos incomprensible: en mi opinión, esto también demuestra que el "conservadurismo", e incluso un cierto "tradicionalismo", son solo una declinación moderada de la mentalidad conciliar, con una función de control similar a la que desempeñan algunos partidos en el ámbito civil.

- ¿No es posible que el covid-19 y el Gran Reinicio sean presagios del Anticristo?

- Lo dije hace un momento y lo repito: el Nuevo Orden Mundial, que el Gran Reinicio debe posibilitar e instaurar, ha tenido -y tiene- en la farsa pandémica un pretexto indispensable para sostener la colosal mentira contra la humanidad. Sin covid-19 seguramente habrían inventado otra cosa -ya lo habían intentado en 2009 con la peste porcina-, pero la pandemia también ha permitido imponer la administración de suero génico y el establecimiento del pasaporte sanitario, que prepara un sistema de control de ciudadanos de cara a la activación del crédito social que ya se probó en la China comunista de 2014 a 2020 y hace unos días también se probó en Australia. Este pasaporte y otros sistemas de transformación de personas en periféricos conectados a la red global evocan la marca de la bestia mencionada en el Apocalipsis: sería una tontería pensar que estos hechos, tan precisamente descritos por el Apóstol San Juan, no podrían tener nada que ver con ver con estos perturbadores métodos de coerción de las masas. En Italia, el único país del mundo, el pase verde se ha hecho obligatorio para todos los trabajadores de empresas públicas y privadas, obligando a millones de personas a vacunarse o a comprar caros “test” que certifican la negatividad del virus. En definitiva, los que no tengan el pase verde no podrán trabajar, se le suspenderá el salario y por tanto no podrá comprar ni vender sin tener la marca -el código QR- como prueba de su sometimiento a la dictadura sanitaria. 


“Hizo que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, recibieran una marca en la mano derecha y en la frente; y que nadie podía comprar ni vender sin tener esta marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre”
(Ap 13, 16-17). Todo esto con el silencio cómplice y conspirador de los magistrados, las fuerzas armadas, la autodenominada oposición, la jerarquía eclesiástica.

- ¿Cómo explicar entonces la complicidad de las máximas autoridades de la Iglesia que, lejos de denunciar el peligro, invitan a los católicos a seguir ciegamente las directivas de las autoridades civiles?

- Me parece claro que no hay contradicción en el comportamiento de los líderes de la Jerarquía Católica, ya que son parte integral de este plan. La gran apostasía consiste precisamente en esto: en haber superpuesto, por así decirlo, una iglesia herética ultraprogresista a la verdadera Iglesia de Cristo; una iglesia cuya jerarquía coincide formalmente con la jerarquía católica, y que gracias a ella es capaz de imponer con autoridad propia aquellas desviaciones y errores que debe combatir y erradicar.

En el fondo de esta traición al sanedrín romano está sobre todo la pérdida de la dimensión sobrenatural y del papel salvífico de la Iglesia. Cuando la Fe se considera como un producto para vender a los clientes, es obvio que para aumentar las ventas, el objetivo es adaptar el producto para hacerlo más comercializable. Pero este es un enfoque corporativo, que ve a los pastores no como heraldos del evangelio en un mundo que se convertirá a Cristo, sino como ejecutivos de empresas lucrativas o funcionarios de partidos electorales. A esto hay que añadir el autoritarismo y el clima de caza de brujas instaurado por el "pontificado" de Bergoglio, el chantaje de muchos prelados promovidos a roles estratégicos precisamente por ser maniobrables, la corrupción moral de una gran parte del clero y un concepto mal entendido de la obediencia por parte de los fieles. Por otra parte, ¿qué se puede esperar de personajes que traicionan su ministerio adulterando la Fe, corrompiendo la Moral, demoliendo la Liturgia, abusando de su autoridad para condenar las almas a ellos confiadas?

Es cierto que, sin el apoyo masivo y contundente de Bergoglio y su círculo mágico, la narrativa de la pandemia se habría derrumbado miserablemente, encontrando una firme oposición del Vaticano y del episcopado mundial. Si esto no ha sucedido es porque los líderes de la Iglesia, ya corrompidos, han decidido conscientemente hacerse cómplices del Gran Reseteo, y no por un error de evaluación o una excesiva confianza en la “ciencia”; su desobediencia a las órdenes de la élite habría sacado a la luz nuevos y gravísimos escándalos sexuales y económicos que han cometido Prelados que han llegado a lo más alto de la Jerarquía.

El pasado 17 de septiembre Jorge Mario Bergoglio recibió en el Vaticano al presidente irlandés Michael D. Higgins, elogiándolo con estas palabras: “Aujourd'hui je n'ai pas rencontré seulement un homme, un président, j'ai rencontré un sage d'aujourd'hui. Je rends grâce à Dieu que l 'Ireland ait un homme aussi sage à sa tête” (“Hoy no sólo he conocido a un hombre, a un presidente, he conocido a un sabio de hoy. Agradezco a Dios que Irlanda tenga un hombre tan sabio a la cabeza” - en francés aquí). Un comentarista recuerda que Higgins es el “qui en 2013 a signé la première loi sur avortement, qui dépénalisait le meurtre de l'enfant à naître si la mere menaçait de se suicider ou la grossesse mettait sa vie en danger, c'est lui qui a signé la loi de 2018 qui a rendu légal the avortement jusqu'à 12 semaines et jusqu'à la naissance en cas de malformation du fœtus; C'est lui aussi qui a signé en 2015 la loi sur le soi-disant mariage entre personnes de même sexe. Et c'est lui encore qui a signé en 2019 une loi qui accélère le divorcio” ("quien en 2013 firmó la primera ley sobre el aborto, que despenalizaba el asesinato del no nacido si la madre amenazaba con suicidarse o el embarazo ponía en peligro su vida; fue quien firmó la ley de 2018 que legalizó el aborto hasta las 12 semanas y hasta el nacimiento en caso de malformación del feto; fue quien en 2015 firmó la ley del llamado ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo. Y fue él quien firmó en 2019 una ley que acelera el divorcio"). Además fue el propio Higgins quien prohibió la celebración de Misas durante la pandemia. Obviamente, ni una palabra sobre el asesinato de inocentes o el estado moral de los irlandeses; por otro lado, grandes discursos sobre los inmigrantes, la protección del medio ambiente, el cambio climático, la biodiversidad, la campaña de vacunación, el futuro de Europa.

¡Cuanta responsabilidad pesa sobre las conciencias de estos apóstatas, empezando por el principal promotor de “vacunas” que hoy ocupa el Trono de Pedro! Solo podemos rogar al Señor que acorte los tiempos de la gran persecución. Y para hacerlo con la esperanza de ver finalmente triunfar al Inmaculado Corazón de María Santísima, debemos hacernos dignos de la gracia de Dios a través de la oración, la frecuencia de los sacramentos, la penitencia y el ayuno. Ante la oración humilde y confiada, el Señor se deja mover a la misericordia: “Sacrificum Deo spiritus contribulatus; cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies” (Sal 50, 19).

+ Arzobispo Carlo Maria Viganò


Chiesa e Postconcilio


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