domingo, 31 de octubre de 2021

HISTORIA, ORACIÓN Y FRASES DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS

Santa Teresa del Niño Jesús nació el 2 de enero de 1873 en la ciudad francesa de Alençon. Sus padres, Luís Martim y Zélia Guérin, fueron canonizados en 2015.


Siguiendo los pasos de sus cuatro hermanas (María, Paulina, Leonia y Celina) que siguieron la vida religiosa, Santa Teresita ingresó al Monasterio Carmelita, en Lisieux, con tan solo 15 años de edad. Para ello, obtuvo la autorización del Papa León XIII.


El deseo más profundo de su corazón era ser misionera "desde la creación del mundo hasta el fin de los siglos". Esta santa quiso ser todo, hasta que descubrió su vocación: “En el corazón de la Iglesia, madre mía, seré amor”.

Santa Teresa de Lisieux murió de tuberculosis el 30 de septiembre de 1897, siendo beatificada en 1923 y canonizada en 1925. El Papa Pío XI la declaró Patrona Universal de las Misiones Católicas. El 19 de octubre de 1997, Juan Pablo II la proclamó Doctora de la Iglesia.


Frases de Santa Teresita del Niño Jesús

01 - “La vida es un instante entre dos eternidades”.

02 - “Pensar en una persona que amas es rezar por ella”.

03 - “¡Oh! ¡Bendito silencio que tanta paz trae al alma! ”.

04 - “¡No quiero ser media santa, lo elijo todo!”.

05 - “Dios no pudo inspirarme deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad”.

06 - “Todo lo espero del Buen Dios, como un niño espera todo de su padre”.

07 - “El Señor es tan bueno conmigo que me es imposible temerle”.

08 - “Los pensamientos más bellos no son nada sin obras”.

09 - “Sí, todo está bien, cuando solo se busca la voluntad de Jesús”.

10 - “Creo que en estos momentos de gran tristeza hay necesidad de mirar al cielo en lugar de llorar”.


Oración a Santa Teresa del Niño Jesús

¡Oh Santa Teresa del Niño Jesús, 
modelo de humildad, confianza y amor! 
Desde las alturas del cielo, 
derrama sobre nosotros estas rosas que llevas en tus brazos: 
la rosa de la humildad para que superemos nuestro orgullo 
y aceptemos el yugo del Evangelio; 
la rosa de la confianza para que nos abandonemos a la voluntad de Dios 
y descansemos en su misericordia; 
la rosa del amor para que, 
abriendo nuestra alma sin medida a la gracia, 
nos demos cuenta del único fin para el que Dios nos creó a su imagen: 
amarlo y hacerlo amar. 
Tú que gastas tu cielo haciendo el bien en la tierra, 
ayúdame en esta necesidad y concédeme del Señor lo que te pido, 
si es para la gloria de Dios y el bien de mi alma. 



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