lunes, 21 de noviembre de 2022

MEMORIA DE LA PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Esforcémonos por ser como Ella, entreguemos nuestra vida a la oración, sacrifiquemos por Dios, y así seamos puros y disfrutemos de una comunión eterna con el Señor Jesucristo.


Es posible que muchos de nosotros no estemos familiarizados con este hermoso memorial porque el relato de la presentación de María no se encuentra en las Sagradas Escrituras, sino que solo se encuentra en escritos apócrifos y se solidifica a través de la Tradición.

El Protoevangelio de Santiago nos dice que los santos Joaquín y Ana, los padres de María, lucharon para tener un hijo.

Una vez que el Señor los bendijo milagrosamente con María, como lo hizo Ana con Samuel, Joaquín y Ana dedicaron la Santísima Madre al Señor en acción de gracias.

A la temprana edad de tres años, María fue traída al Templo donde fue educada y criada hasta los doce años.

Fue en este punto que San José se dedicó a ella como su guardián.

Hablando teológicamente, este relato ayuda a traer mayor color y claridad a la relación de María con San José y da más evidencia de la virginidad perpetua de la Santísima Madre.
Dicho esto, también hay dos lecciones espirituales importantes que debemos sacar de este memorial.

El primero es un desafío para escuchar a Nuestra Señora de Fátima y poner nuestra confianza y todo nuestro corazón en las manos del Señor.

Tanto Ana como Santa Ana lucharon por concebir un hijo, pero cuando pusieron su fe en Dios, Él las bendijo abundantemente.

Nosotros también somos bendecidos en más formas de las que nos damos cuenta.

Y en lugar de dar por sentado estos dones, seamos como Ana y Santa Ana y demos gracias a Dios e incluso devolvámosle estos mismos dones.

Porque, en última instancia, todo es Suyo y Él nunca es superado en generosidad.

Por último, que también debemos esforzarnos por ser como la Santísima Madre, que fue devota del Señor desde el comienzo de su concepción, a lo largo de Su juventud e incluso hasta ahora.

Esforcémonos por ser como Ella, entreguemos nuestra vida a la oración, sacrifiquemos por Dios, y así seamos puros y disfrutemos de una comunión eterna con el Señor Jesucristo.

Sin la gracia esto es imposible, pero la Santísima Madre promete que seremos colmados de las gracias de Dios si nos acercamos a Su Inmaculado Corazón.

Cristóbal P. Wendt
Director Internacional
Cofradía de Nuestra Señora de Fátima



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