domingo, 23 de agosto de 2020

MONSEÑOR HECTOR AGUER: LOS MALES QUE NOS AQUEJAN

Monseñor Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata y Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas enumeró algunos males que nos aquejan en este tiempo en la Argentina. 


Los males nos abruman, los comentarios y análisis de las malas noticias que se difunden son agobiantes y desequilibran la realidad. Esto lo sabemos muy bien. No obstante hay que recordar que no todas son rosas y que los males existen y a ellos corresponden noticias que son malas. Es verdad que no hay que abusar de ellas de manera que parezca que no existen las buenas pero es verdad que hay muchas malas noticias que responden a muchos males concretos de la Argentina de hoy.

Hago una listita que me anoté para hoy. Por ejemplo la corrupción moral en la sociedad que se destaca sobre todo en la deshonestidad de los políticos y funcionarios. Ya no se puede negar eso, incluso esto es más tremendo cuando sabemos que existen, hoy día, intentos de manipular la justicia para lograr la impunidad y que muchos de estos funcionarios corruptos que estaban presos ahora salen con prisión domiciliaria. Pero no salen los militares que están presos, muriéndose en la cárcel y sin condena alguna.

Otro mal son las consecuencias de la cuarentena que estamos viviendo. Ya se dejan ver en el cierre de tantos negocios y pequeñas y medianas empresas, en la falta de trabajo.

Estamos acostumbrados a una especie de estatismo desaforado que ha ido haciendo perder la cultura del trabajo, el sentido del trabajo, ese que vivían nuestros abuelos y nuestros padres. Por supuesto es mejor vivir de planes que trabajar. Por supuesto es verdad que cuando no hay trabajo hay que remediarlo con planes pero eso no puede convertirse en la cultura del plan.

El crecimiento de la pobreza en la Argentina ha sido tremendo en las últimas décadas y esto tiene que ver con el egoísmo de los ricos ciertamente pero también con políticas que alejan todo incentivo de inversión. Es un país sin moneda el nuestro, sin política de población, sin política de defensa. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

Otro aspecto es la familia. Nosotros estamos acostumbrados al tema de la familia pero hoy día ¿qué es la familia? Mucha gente no se casa, viven en pareja, parejas que resultan muy desparejas porque no duran demasiado. Observen ustedes el caso de los femicidios: por lo general no se observa que el esposo mate a la esposa sino el novio o el ex novio o la pareja o la ex pareja es la que mata a la otra parte.

Hablamos hoy de inseguridad y nos aflige la inseguridad. Este es también un eufemismo porque en realidad habría que hablar de proliferación del delito. Algunas de estas causales que he mencionado antes tienen que ver con esto de la proliferación del delito. Hay manifestaciones en muchos barrios como por ejemplo donde vivo, en la periferia de La Plata, donde la gente está harta, sale a la calle y hasta se da el fenómeno terrible de la justicia por mano propia. La gente busca tener armas en su casa y ataca a los ladrones que entran y ocurren diferentes desgracias, hasta los matan. ¿Y quién tiene la culpa de esto la pobre gente que sufre estas calamidades?.

Estos males que he enunciado no se pueden generalizar ciertamente pero tampoco se pueden desconocer.

Ustedes se pueden preguntar o me pueden preguntar: ¿En la Iglesia no hay males? ¿No hay malas noticias en la Iglesia o noticias que reflejen esos males? Sí, cada tanto aparecen en los medios y no voy a enumerar casos y casos pero solamente digo esto: uno tiene la impresión de que cunde una especie de buenismo en la Iglesia y algunas veces he hablado de esto. Hoy solo diría sobre esto una reflexión del gran poeta francés que fue Paul Claudel, que murió en 1955, que decía a los clérigos de su tiempo “el Evangelio es sal y ustedes lo han convertido en azúcar”.

¿Qué hacemos nosotros? ¿Qué podemos hacer? Miren, en primer lugar, podemos rezar, tenemos que rezar y mucho. Después procurar vivir como personas honradas, como personas honestas, como buenos cristianos. Debemos rezar con humildad, con paciencia, con esperanza, y ayudar a quienes están a nuestro lado no solamente desde el punto de vista material que hoy día es tan necesario porque hay gente que no tiene para comer pero también, y sobre todo, desde el punto de vista espiritual para ayudarlos a que también sean ellos personas honestas y buenos cristianos.


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