domingo, 30 de agosto de 2020

MONSEÑOR HECTOR AGUER: UN POLÉMICO PROTOCOLO ABORTISTA

Monseñor Héctor Aguer, Arzobispo Emérito de La Plata y Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas se refirió al protocolo sobre la “interrupción legal del embarazo” diciendo que esa definición es “un eufemismo, pues decir aborto ya es impresionante ciertamente” 


“Queridos amigos hoy tengo que volver sobre un tema muy doloroso que ya hemos hablado muchas veces. En diciembre del año pasado, a comienzo de su gestión como Ministro de Salud de la Nación el actual funcionario que detenta ese cargo emitió la resolución N° 1 por la cual se imponía un protocolo al cual debían adherir las provincias sobre la interrupción legal del embarazo (ILE). Esta expresión, interrupción legal del embarazo, es lo que se llama un eufemismo o sea formular con palabras buenas, que no impresionen demasiado, cosas que dichas con los términos que corresponden podían ser excesivamente impresionantes y decir aborto ya es impresionante ciertamente. El Concilio Vaticano II, en la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes”, en el N° 51, definió al aborto como “crimen abominable”. ¿Quién expresa hoy así las cosas?

El Ministro en esa resolución proponía que es un problema de salud pública que afecta especialmente a las menores de tal manera que una menor de 13 años puede recurrir al aborto sin necesidad de que sus padres se enteren. Se desplaza completamente la patria potestad. Se imponen en ese protocolo tantos requisitos para la objeción de conciencia que es muy difícil de cumplirla. Y no es sólo la objeción de conciencia sino el juramento hipocrático que viene de mucho tiempo antes de Cristo. Se niega lo que se llama objeción de conciencia institucional o sea que una clínica que sigue el juramento hipocrático o una clínica confesional, católica o protestante, tiene que buscar alguien que haga el aborto y no puede decir que no, que aquí no se pueden hacer.

El actual Ministro es un conocido abortista. Ya ha ocupado ese cargo en ocasiones anteriores en las cuales fue un entusiasta repartidor de preservativos y se nota que la estrategia aquella no funcionó. O la gente no los usó o los usó mal porque sino no habría que recurrir al aborto y esto más allá de que se exagera enormemente el número de abortos con cifras de fantasía fenomenal para imponer ideológicamente esto.

Ahora la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acaba de adherir por medio de una ley de su Legislatura a este protocolo. O sea que se ha plegado a este crimen abominable. La ley fue votada casi por unanimidad, creo que hubo 7 votos en contra y 3 abstenciones. Estas cifras muestran la decadencia moral de los políticos argentinos. Ustedes me dirán que es de la sociedad entera y podríamos decir que sí, pero es sobre todo de los políticos de los cuales uno debería esperar otra actitud.

Me llamó la atención también en los debates sobre esa ley como se expresaban algunas mujeres que eran, por supuesto, entusiastas abortistas. Muy poco femeninas yo diría, no parecían mujeres y prefiero no mencionar la palabra que se usa habitualmente para designar estos casos. Pero me parece muy penoso cuando la mujer pierde el sentido de su femineidad.

Consideran el aborto como el remedio de una enfermedad. Por eso creen que es un problema de salud pública y entonces el embarazo pasa a ser una enfermedad. A ese límite hemos llegado contra la recta razón y por eso he aludido al juramento hipocrático. Sabemos que la cuestión del aborto es ante todo un problema científico. Sabemos que desde el primer instante de la concepción el fruto de la misma es un ser humano sino qué sería una semilla de orangután que en un momento determinado se convierte en hombre. Y además, digo yo, hay un problema de fe también porque por supuesto estos legisladores o legisladoras en realidad no tienen fe o son cristianos muy confundidos.

O sea que, en medio de las calamidades que sufre nuestro pueblo, porque de verdad sufre enormes calamidades, ahora se impone esta que es una máxima iniquidad que es asesinar a los niños por nacer. ¿Qué podemos hacer nosotros? En primer lugar rezar, rezar mucho pero además yo diría no plegarnos a los eufemismos y llamar a las cosas por su nombre. Interrupción legar del embarazo o aborto es un crimen abominable.



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