viernes, 14 de agosto de 2020

PARROQUIA NOVUS ORDO BLASFEMA A NUESTRA SEÑORA COMO “MADRE DEL ORGULLO”

Todos son bienvenidos en San Pablo, excepto los verdaderos católicos, sospechamos...

La “iglesia católica romana” de San Pablo en Lexington, Kentucky, es un modelo de todo lo que está mal en la iglesia novus ordo, especialmente durante el gobierno de Francisco. En inglés encontramos su sitio web y su página de Facebook que revelan con bastante claridad lo que más les importa a los falsos católicos que ocupan ese edificio de iglesia tradicional, y que no es el catolicismo precisamente.

La imagen que se muestra arriba es utilizada por esta “comunidad religiosa” como su banner en Facebook. Es un testimonio del hecho de que casi todas las inclinaciones sexuales aberrantes que una persona pueda tener se celebran y afirman en esta "parroquia". ¡Todos son bienvenidos!

En la página “ministerio lgbtq+” de su sitio web (en inglés aquí), estos “católicos” proclaman: “Nuestro ministerio parroquial y diocesano liderado por laicos afirma y acoge a las personas que son lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, cuestionables, queer, intersexuales, asexuales y a sus familias y amigos”. Claramente, existe la posibilidad de ampliar esa lista, lo que esperamos que suceda una vez que descubran que oponerse a otras inclinaciones desviadas que aún no están incluidas allí es irremediablemente “intolerante” y “fóbico”. Dales tiempo.

Pero lo que empeora aún más las cosas es el hecho de que estas personas están reclutando descaradamente a la Santísima Madre de Dios, la Virgen Purísima, en su causa infernal: “…nos reunimos para afirmar nuestra fe, ponernos bajo la protección de Nuestra Señora, celebren unos a otros, [etc.]…”, escriben descaradamente en su página.


Ahora han colocado una ilustración blasfema de Nuestra Señora, coronada como Reina y sosteniendo al Niño Jesús, envuelta en una bandera del arco iris. (No, eso no tiene nada que ver con la señal del pacto de Dios dada a Noé en Génesis 9:12-17). 

Pero la cosa empeora aún más. Junto a la imagen se encuentra la llamada “Oración a Nuestra Madre del Orgullo”, que podría haber sido escrita por el propio Francisco:

Madre,
acompaña a tus hijas e hijos
que están en las periferias:
niños exiliados y desterrados.

Consuela a aquellos cuyos corazones están quebrantados
porque han sido rechazados
y habitan en el Valle de las Lágrimas.

Entonces, misericordiosa abogada, vuelve
tus ojos misericordiosos hacia nosotros
y hacia todos los que esperan
ser incluidos, aceptados, amados
y tratados con
respeto, compasión y sensibilidad.

Envuélvenos en el manto
de tu amor y orgullo maternal,
y llévanos a Jesús.

Amén.

(Autor: Stan “JR” Zerkowski”; fuente ).

¡“Orgullo maternal”!

Son estas personas las que están orgullosas, terriblemente orgullosas; y si no se arrepienten, tendrán que afrontar las consecuencias el Día del Juicio. El orgullo, recordemos, “es el principio de todo pecado” (Eclo 10,15) y uno de los siete pecados capitales. La lujuria es otra. Y luego, por supuesto, están los cuatro pecados que claman venganza al cielo, uno de ellos es la sodomía, un pecado que “ni siquiera debe ser nombrado entre vosotros…” (Efesios 5:3).

Asociar estos terribles pecados con María Santísima, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, es un crimen demasiado espantoso para contemplarlo. ¡Estas personas tienen mucho por responder cuando Dios las llame a rendirle cuentas!

En lo que respecta al acompañamiento, la iglesia de San Pablo lleva el nombre de un Apóstol que dijo esto sobre el acompañamiento: “Mas bien os he escrito, para que no andéis con ninguno que llamándose hermano, sea fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón: con el tal, ni siquiera comáis” (1 Cor 5,11).

Si hay un cartel sobre la entrada al infierno, seguramente dice: "Todos son bienvenidos".


¿Te preguntas qué piensa el “obispo” de Lexington sobre toda esta maldad? Él es John Stowe, quizás el peor obispo liberal del novus ordo de todos los de Estados Unidos, y esa es una posición bastante difícil de mantener, considerando todos los contendientes. Elegido para el cargo de “obispo” nada menos que por el propio “papa” Francisco, el fraile franciscano conventual Stowe fue nombrado el 12 de marzo de 2015 y ordenado "obispo" inválidamente el 5 de mayo de ese año. La primera asignación de Stowe fue la iglesia de San Pablo, a sólo tres millas de la oficina diocesana.

Stowe llamó la atención hace unos meses cuando publicó un mensaje en video celebrando junio como el “mes del orgullo gay” y denunciando el “privilegio blanco”

Claramente, Stowe es un hombre acorde al "corazón de Francisco" y, por lo tanto, un candidato ideal para cardenal del novus ordo. Sin duda Francisco está orgulloso de "su" hombre.

Por cierto, el orgullo está históricamente relacionado con la sodomía. La Sagrada Escritura nos informa que fue el orgullo –también la pereza, la glotonería y la falta de verdadera misericordia– lo que llevó a los crímenes antinaturales que cometieron los habitantes de la ciudad de Sodoma:

He aquí ésta fue la iniquidad de Sodoma tu hermana: la soberbia, la saciación de pan y la abundancia, y la ociosidad de ella y de sus hijas: que no extendieron su mano al necesitado y al pobre. Y se ensoberbecieron y cometieron abominaciones delante de mí; y yo los quité como has visto.

(Ezequiel 16:49-50)

Además, “…el orgullo es el principio de todo pecado: el que lo retenga será lleno de maldiciones, y al final lo arruinará” (Eclesiástico 10:15).

No queremos la ruina espiritual de estas almas atrapadas en el “ministerio lgbtq+” de San Pablo en Lexington, ni de ninguna alma. Buscamos su verdadero bien, y no les haríamos ningún favor si los animamos mientras marchan orgullosos hacia el infierno. El único camino hacia la bienaventuranza eterna es el de Jesucristo (cf. Jn 14,6), que dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón: y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mt 11,29).

Podemos consolarnos sabiendo que la Santísima Virgen María, tan cruel y demoniacamente difamada en el sitio web de la iglesia de San Pablo en Lexington, ya obtuvo la victoria sobre la serpiente, cuya cabeza aplastó (ver Génesis 3:15). Aquellos engreídos de orgullo por sus malas inclinaciones, harían mejor en escuchar atentamente el himno triunfal de la Virgen, el Magnificat:

Proclama mi alma la grandeza del Señor. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la humillación de su esclavaporque desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi; su nombre es santo. Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes; y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo habia prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

(Lucas 1:46-55)

¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti!

Novus Ordo Watch


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