Por Monseñor George F. Dillon
La Inmensidad de la Salida del Mundo de Dios
Nunca hubo tiempos en la tierra con tantas circunstancias como para necesitar el buen consejo de Nuestra Señora. El diablo está engañando al mundo con locura. Ha llegado el tiempo que fue anunciado cuando el maligno será desatado para seducir a las naciones.
Cualquier observador tranquilo puede ver que el mundo está en esta hora. ¿Dónde entre las naciones paganas podríamos encontrar vicios más aparentemente diabólicos que los que ahora prevalecen entre las naciones civilizadas? ¿Cuándo antes hubo una propaganda tan feroz, inmoral y satánica como la que adelantan las sociedades secretas, el comunismo, el socialismo, el nihilismo y demás organizaciones mortíferas que pretenden destruir el cristianismo?
Es la antigua tentación de la serpiente y la más eficaz para sus designios contra el hombre. “Seréis como Dioses”. “No moriréis”. “Todos los imperios de la tierra os daré… si me adoráis”.
Inspirado por el tentador, el mundo hará todas las cosas por los necesitados si los necesitados aceptan el ateísmo y el odio a Dios y la Religión. Si el niño necesita educación, el mundo lo educará pero solo a ese precio. Si los pobres han de ser alimentados, los huérfanos albergados, los desnudos vestidos, los enfermos atendidos y los encarcelados consolados, debe ser siempre con exclusión de la Religión y la aceptación del ateísmo y el antagonismo hacia Dios. Si el hombre público es colocado en un puesto de pago o poder, debe hacer una profesión de una forma u otra de hostilidad a la Fe en Cristo, una hostilidad nunca aceptable hasta que sea completa. Si los jóvenes han de progresar, debe ser por el ateísmo en las universidades donde se ponen de moda el odio abierto y el desprecio por la Religión.
Con extraña unidad y fatalidad en todos los países, la moda, la prensa y la opinión pública se han vuelto contra la religión. El mundo es hostil, despectivo o, en el mejor de los casos, despreciativamente silencioso con respecto a las cosas de Dios. La impureza es privada de su fealdad y, en gran medida, de su criminalidad legal. Se practica sin sonrojarse. La soberbia de la vida es rampante, y cada día parecería indicar que nos acercamos a los tiempos de los que hablaba San Pablo.
El papel de Nuestra Señora en el aplastamiento de Satanás
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO
Mírame a tus pies,
Virgen bondadosa,
para conseguir de ti la gracia
de acertar en mi elección de estado.
No busco otra cosa que cumplir perfectamente
la voluntad de tu hijo a lo largo de mi vida.
Deseo ardientemente escoger aquel estado
en que me sienta más feliz a la hora de la muerte.
Madre del Buen Consejo,
hazme oír tu voz de tal manera
que aleje toda duda de mi mente.
Pues a ti, la Madre del Salvador,
te corresponde también ser la Madre de mi salvación.
Si Tú no me das un rayo de sol divino,
¿qué luz me podrá alumbrar?
Si Tú, Madre de la Divina Sabiduría no me instruyes,
¿quién va a ser mi maestra?
Oye, pues, ¡oh María!, mis humildes plegarias.
Ayúdame a vencer mis dudas y vacilaciones
y mantenerme en el camino recto
que conduce a la vida eterna,
pues Tú, la Madre del Amor hermoso,
de la Sabiduría y de la Santa Esperanza,
en quien se hallan los frutos del honor y la santidad.
María, te agradecemos por la forma como nos aconsejas,
con una gran suavidad y con una gran bondad.
Tú rompes nuestros planes, María
porque quieres lo mejor de cada uno de tus hijos.
Danos un corazón manso y humilde
de tal manera que estemos abiertos a tus consejos,
a los consejos de mis hermanos,
a saber escuchar y a saber superar,
a saber aconsejar sin herir al prójimo,
Aunque sean consejos que nos lleven a la cruz.
Implorando de tu materna Piedad el Buen Consejo
para cumplir la voluntad de Dios y merecer la gracia,
si esta es conveniente para mi salvación eterna.
Amén.
Rezar Padrenuestro, Ave María y Gloria.
En la actualidad, las corrientes de errores y malicia del pasado se unen con corrientes más nuevas, más mortíferas y extendidas, para formar un gran diluvio de falsedad y error con el que el diablo y sus agentes pretenden borrar el cristianismo de la mente de los hombres.
Es la astucia de la serpiente infernal la que ha planeado todo esto y lo ha hecho universal. Es su poder y su insomne astucia lo que lo nutre y lo dirige. Es María la que está destinada a aplastar a Satanás, a aplastarle la cabeza, a no dejar desenredada ninguna de sus maquinaciones. Ella pondrá sitio a sus pompas hasta que todos sean vencidos por su poder.
Su papel es dar al mundo la sabiduría, el consejo y la fuerza necesaria para su último y más terrible combate.
Por su purísima, virginal y maternal dignidad, la inmensidad de su mérito y su participación en la obra de Nuestra Redención, debe aplastar la cabeza de aquel mortífero enemigo de Dios.
No podemos poner demasiado énfasis en esta cualidad de Nuestra Señora. Ahora, más que nunca, requerimos el consejo y la protección de ella, que es “hermosa como la luna, resplandeciente como el sol, formidable como un ejército en orden de batalla”.
Toda la humanidad debe recurrir a Ella como Sede de la Sabiduría Celestial. Al extender la devoción a la Virgen Madre del Buen Consejo, se aseguran una guía infalible, una ciudad de refugio y una torre de fortaleza contra el enemigo.
¡Cuán bendita es esta devoción! Aquellos que están alerta, que se toman la molestia de estar cerca de la Madre del Buen Consejo, la encuentran en toda su belleza y fuerza. Ella ama a los que la aman y da vida eterna a los que dan a conocer su devoción. Quiera Dios que su nombre y su gloria no dejen de avanzar hasta que cada parte de la Iglesia en la tierra se llene de devoción a la Madre del Buen Consejo.
Es la astucia de la serpiente infernal la que ha planeado todo esto y lo ha hecho universal. Es su poder y su insomne astucia lo que lo nutre y lo dirige. Es María la que está destinada a aplastar a Satanás, a aplastarle la cabeza, a no dejar desenredada ninguna de sus maquinaciones. Ella pondrá sitio a sus pompas hasta que todos sean vencidos por su poder.
Su papel es dar al mundo la sabiduría, el consejo y la fuerza necesaria para su último y más terrible combate.
Por su purísima, virginal y maternal dignidad, la inmensidad de su mérito y su participación en la obra de Nuestra Redención, debe aplastar la cabeza de aquel mortífero enemigo de Dios.
La necesidad de su buen consejo
No podemos poner demasiado énfasis en esta cualidad de Nuestra Señora. Ahora, más que nunca, requerimos el consejo y la protección de ella, que es “hermosa como la luna, resplandeciente como el sol, formidable como un ejército en orden de batalla”.
Toda la humanidad debe recurrir a Ella como Sede de la Sabiduría Celestial. Al extender la devoción a la Virgen Madre del Buen Consejo, se aseguran una guía infalible, una ciudad de refugio y una torre de fortaleza contra el enemigo.
¡Cuán bendita es esta devoción! Aquellos que están alerta, que se toman la molestia de estar cerca de la Madre del Buen Consejo, la encuentran en toda su belleza y fuerza. Ella ama a los que la aman y da vida eterna a los que dan a conocer su devoción. Quiera Dios que su nombre y su gloria no dejen de avanzar hasta que cada parte de la Iglesia en la tierra se llene de devoción a la Madre del Buen Consejo.
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