domingo, 21 de mayo de 2023

CASTIGOS DIVINOS SOBRE EL MUNDO SEGÚN LA BEATA ELENA AIELLO (2ª PARTE)

La continua referencia a Rusia confirma la profecía de Fátima de que “Rusia extenderá sus errores por todo el mundo, causando guerras y persecuciones a la Iglesia”

Por Roberto de Mattei


Una revelación privada, para ser tomada en consideración por un católico, debe reunir las siguientes características: no debe haber en ella nada que se oponga a la fe y a la moral católicas, sino también al sentido común cristiano; además, el destinatario de la revelación debe ser un sujeto verdaderamente virtuoso y sometido a la autoridad de la Iglesia, porque sólo ella es competente para pronunciarse sobre el carácter sobrenatural de las visiones y revelaciones. Por último, las revelaciones deben ser evaluadas no por el bien secundario que puedan causar, sino por un bien real y absoluto, examinando diligentemente su causa final (A. Oddone, Visioni e apparizioni. Criteri di discernimento (Visiones y apariciones. Criterios para el discernimiento), Edizioni La Civiltà Cattolica, Roma 1948).

Con este espíritu propongo la lectura de las revelaciones recibidas por la Beata Elena Ajello a lo largo de más de veinte años, recogidas en el texto mecanografiado del que recibí una copia de Mons. Francesco Spadafora en 1977. Cito gran parte del mensaje recibido el 27 de marzo de 1959, Viernes Santo, porque me parece que resume los elementos fundamentales de estas revelaciones: la impiedad y la corrupción del mundo; el anuncio de un terrible castigo que caerá sobre la humanidad; la necesidad de la oración y de la penitencia para evitar o mitigar el castigo divino y acelerar la hora del triunfo del Corazón Inmaculado de María.

Por eso la Virgen dice a Sor Elena: “Las almas se pierden sin número, dirigidas por Satanás, quieren el dominio total y material del mundo entero. La Justicia de Dios pasará sobre la tierra y la mayor parte de la humanidad será juzgada por un Dios indignado. Si la gente reza y hace penitencia, mi Corazón triunfará y las puertas del infierno no prevalecerán; de lo contrario, una terrible tormenta se desatará sobre el mundo, pues el azote terrorífico está a las puertas; las horas de oscuridad se espesarán cada vez más. El mundo se verá afligido por grandes calamidades... Caerá fuego del cielo como copos de nieve; vendrá una guerra dominada por el terror y la muerte; la sangre correrá a torrentes; ¡cuánta matanza! Los gobernantes de las naciones han llegado al límite de su aberración, se creen en posesión de la paz, pero la guerra está cerca, el fuego arderá de Oriente a Occidente; con sus armas mortíferas destruirán pueblos y naciones; buena parte de la generación será destruida; se quemarán casas, árboles; destruirán las cosas más queridas; las Iglesias serán derribadas” (...).

“¿Cuándo tendrá lugar todo esto?” 

- “Soy yo (la Virgen) la que me inclino sobre el mundo y retengo el brazo de mi Hijo ultrajado; de lo contrario, el mundo estaría ya en parte destruido. Los pecadores rechazan mi misericordia, y sin embargo he dado infinitas pruebas de mi amor. Los sacerdotes ya no predican el Evangelio, son necios, han perdido el Espíritu divino. La única manera de aplacar la justicia del Padre es mediante la oración y la penitencia, volviendo a la Iglesia... Que el mundo entero se consagre al Corazón Inmaculado de María, Mediadora entre los hombres y Dios (...) El materialismo avanza sobre todas las naciones y continúa su marcha marcada por la ruina y la muerte (...) La familia cristiana ya no existe; ya no hacen misterio, quieren expulsar a Cristo de las familias, de las escuelas, de los talleres, de la sociedad, de las conciencias de los hombres (...).

La Virgen, al pie de la Cruz, reza por la salvación del mundo. Jesús responde: “No madre, porque los pecadores son obstinados, nadie vuelve a Dios; en el mundo habrá ruina y muerte. Roma será castigada, Italia será turbada y humillada. La Iglesia será perseguida. Cristo en la tierra tendrá que sufrir tanto; ¡a cuánta ruina llegará! El rebaño se dispersará. ¡Cuántas almas sacerdotales han salido del redil! Rezad sin cesar, porque la hora se acerca, para que la humanidad conozca sus errores. Rusia se alzará sobre todas las naciones, especialmente sobre Italia, y plantará la bandera [roja] en la cúpula de San Pedro: [¡y la basílica] estará rodeada de leones tan feroces! Mi palabra es clara. El mundo se perderá antes de lo que pensáis”.

Las palabras de la Virgen parecen captar la realidad actual, pero podrían haber parecido incomprensibles en el clima de euforia progresista de los años sesenta. También parece profética la referencia a Rusia, que se repite con insistencia en las revelaciones recibidas por la Beata Elena Aiello.

13 de septiembre de 1959: Rusia extenderá sus errores sobre todas las naciones, especialmente sobre Italia. Italia no se salvará. El azote de la guerra se acerca, e Italia será la primera en ser sumergida por las fuerzas del mal. Cuántos pecados públicos y privados manchan la ciudad santa!”.

8 de mayo de 1960: “Rusia está dispuesta a desencadenar todas las fuerzas del mal y descargará toda su furia. Será una tormenta infernal. La guerra será inminente. Rusia se abatirá sobre varias naciones. El fuego comenzará de este a oeste. También en el norte de África y luego en Oriente Medio habrá muchas revoluciones. La sangre fluirá en riachuelos. El tiempo no está lejos. Los sacerdotes serán perseguidos; las iglesias serán profanadas, especialmente en la ciudad santa. Rezad para que el Papa no caiga en manos de los rusos”.

16 de julio de 1960: “Si no rezáis, Italia será peor que Rusia. Vendrá la persecución para la Iglesia. Cuántos sacerdotes morirán como mártires. Rusia intentará invadir la Ciudad Santa, sede del Vicario de Cristo, profanada por estos monstruos infernales”.

22 de agosto de 1960: “La hora terrible avanza sobre el mundo. Varias naciones serán golpeadas, especialmente Italia, con revoluciones sangrientas. Rusia ha preparado armas secretas contra América, contra Francia y contra Alemania. La guerra es inminente. El Rin de Suiza se llenará de cadáveres y de sangre. El Papa tendrá que sufrir mucho. El león rugiente avanzará sobre la silla de Pedro, para difundir sus errores. La hiel de Rusia envenenará a todas las naciones, especialmente a Italia. Rezad mucho y haced rezar especialmente en octubre y noviembre, y no penséis que éstas son palabras vanas: son graves revelaciones. ¿Cuándo sucederá todo esto? El tiempo no está lejos y todo se hará realidad'”.

Así termina el texto mecanografiado que contiene las revelaciones de Jesús y de Nuestra Señora a la Beata Elena Aiello. Por supuesto, estos mensajes deben leerse recordando que los tiempos de la Divina Providencia son distintos de los de los hombres y que las oraciones pueden retrasar o mitigar los castigos. Dios no tiene prisa (Sab. 12, 1-10): espera a que se cumplan los tiempos y realiza infaliblemente sus planes (Is. 46, 11).

La continua referencia a Rusia confirma la profecía de Fátima de que “Rusia extenderá sus errores por todo el mundo, causando guerras y persecuciones a la Iglesia”. Si alguien objeta que la Rusia comunista ya no existe hoy, respondemos que ni Rusia ni Occidente se han convertido a la verdadera fe y que los pecados públicos del mundo, de Oriente a Occidente, han aumentado exponencialmente. ¿Cómo podemos imaginar que el castigo anunciado por Dios ha desaparecido? Y si el castigo aún pende sobre el mundo, a causa de sus pecados, ¿por qué Dios, que es inmutable en sus designios, habría de cambiar lo que anunció por medio de Nuestra Señora en Fátima, a saber, que Rusia sería el instrumento de su castigo? Los hechos están ante nuestros ojos. Rusia invadió Ucrania el 22 de febrero de 2022 y amenaza con utilizar armas nucleares y misiles hipersónicos, capaces de volar a cinco veces la velocidad del sonido. El riesgo de carnicería se cierne sobre la humanidad mucho más seriamente que hace sesenta años.

Dos terribles guerras han devastado el siglo XX. ¿Estamos en vísperas de una nueva conflagración mundial? ¿Y cómo y cuándo se convertirá Rusia a la verdadera fe, cumpliendo la profecía de Fátima que anuncia, al final de la catástrofe, el triunfo de su Corazón Inmaculado? Sólo Dios conoce el futuro, pero los mensajes de la Beata Elena Aiello pueden ser para nosotros fuente de reflexión y de oración.


Corrispondenza Romana


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