lunes, 1 de mayo de 2023

HISTORIA DE LA CELEBRACIÓN DEL CRISTO DE VILLA DE LA QUEBRADA

Todos los años, miles de fieles peregrinan a Villa de la Quebrada (San Luis, Argentina) para agradecer y solicitar favores al Cristo milagroso


El origen de la devoción al Cristo de la Quebrada tiene origen en un hecho ocurrido entre 1847 y 1868. Cuando Tomas Alcaraz, propietario de tierras en la actual zona de Villa de la Quebrada, estaba buscando madera para la construcción de la casa de uno de sus hijos. Encontró un algarrobo mediano y al clavarle un hachazo, este desprendió una astilla, quedando al descubierto una cavidad y dentro de ella un crucifijo.

Con amoroso cuidado lo levantó, montó a caballo y presuroso retornó a su casa distante una media legua. La noticia del hallazgo se difundió entre los vecinos de El Guanaco. En la zona no había memoria de que alguien lo perdiera o escondiera en la incipiente concavidad de un árbol en crecimiento, además el cristo no se rompió por el crecimiento del tronco que lo cubría. Este es el primer milagro del Cristo de la Quebrada. Tomas Alcaraz le armó un altar con velas en su casa. Al día siguiente el Cristo no estaba, aunque nadie de la familia lo había movido del lugar, y posteriormente lo encontraron otra vez en el árbol, lo que fue interpretado como que ese era su lugar y allí debían construir un templo. Don Tomás Alcaraz decidió levantar el templo que custodiara la milagrosa imagen y esa iglesia se convirtió en un lugar de peregrinación.

El primer templo, construido por quien hallara el crucifijo, don Tomas Alcaraz, data de los años 50 del siglo XIX. Cuarenta años después, fue edificado otro templo. Este último fue remodelado, conservando el recinto anterior, siendo las modificaciones más importantes la fachada y el presbiterio o altar. El algarrobo donde se hallara el crucifijo ya no existe más.

Luego de erigida la capilla de la familia Alcaraz, los terrenos fueron donados y el gobernador de San Luis de ese entonces, Ortiz de Estrada visitó el lugar y se fundó la localidad en 1872.

La imagen

Es un Cristo en cruz, no agonizante, sino muerto. Está clavado en una cruz de madera cuyo stipes (madero vertical) mide unos 27 centímetros y el patibulum (madero horizontal) unos 20 centímetros. La cruz es de color verdoso y las tres puntas superiores terminan en forma redondeada, pintadas de dorado. Es también de madera su base irregular y sobre el Cristo se observa la palabra “INRI”. Tiene también 3 aspas doradas que salen de los ángulos de la cruz -la cuarta se debe haber perdido-, que simbolizan el resplandor de la cruz.



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