jueves, 14 de mayo de 2020

LOS DESAPARECIDOS DEL PAPA FRANCISCO

Una de las primeras biografías de Jorge Bergoglio que se escribió fue la de Omar Bello (El verdadero Francisco), quien había tenido con él una estrecha relación en sus épocas de arzobispo porteño. Curiosamente, el libro se agotó rápidamente, nunca fue reeditado y el autor murió poco tiempo después en un accidente automovilístico. Pueden bajarlo de aquí

En la p. 36 se narra la siguiente anécdota:

¡Hay que echarlo ya!— reclamó Bergoglio levantando la voz. Las paredes temblaron. —¡Ni un día más puede estar acá ese tipo! ¿Entendieron?

Se refería a un empleado de la Curia que, según se dice comúnmente, se le había metido entre ceja y ceja.

Me lo echa enseguida. ¿Entendido?

Pero va a querer hablar con usted… —replicó uno de los ecónomos.

Dije que lo eche ya. ¿En qué idioma hablo?

Está bien, monseñor… Lo echamos enseguida […]

Ya echado, el empleado en cuestión pidió una audiencia con el cardenal y se le concedió rápido, sin hacer preguntas.
Pero yo no sabía nada, hijo. Me sorprendés… —aseguró el actual papa cuando el “echado” le narró sus cuitas.

El hombre salió de las oficinas cardenalicias sin trabajo pero con un auto cero kilómetro de regalo, creyendo que Francisco era un santo empujado por circunstancias ajenas a su control, dominado por una caterva de asistentes maliciosos. La historia de este despido es repetida hasta por los encargados de seguridad de la Curia porteña.

Esta actitud de doblez del papa Francisco, aprendida en las madrazas jesuitas, lo ha acompañado a lo largo de toda su carrera y ha dejado a su paso un tendal de “desaparecidos”, como el empleado curial de la anécdota. 

Repasemos sólo algunos otros:


1. El P. Franz Jalic, s.j.: Al quedar en libertad en noviembre de 1976, luego de cinco meses de detención durante el gobierno militar, Jalics se marchó a Alemania. En 1979 su pasaporte había vencido y Bergoglio —provincial de la Compañía— pidió a la Cancillería que fuera renovado sin que volviera al país. El Director de Culto Católico de la Cancillería, Anselmo Orcoyen, recomendó rechazar el pedido “en atención a los antecedentes del peticionante”, que le fueron suministrados “por el propio padre Bergoglio, firmante de la nota, con especial recomendación de que no se hiciera lugar a lo que solicita”.

2. Adelantemos cuarenta años. En el día de San José Obrero (espantosa festividad socialista impuesta por Pío XII con la que desplazó de su día tradicional a los santos apóstoles Felipe y Santiago) de 2020, el papa Francisco echó a cinco empleados de la Secretaría de Estado. Estaban sospechados de las maniobras financieras por la compra de un millonario inmueble en Londres. Como ha sido suficientemente explicado por quienes saben, esas maniobras no habrían sido posibles sin la autorización de los superiores (Becciu y Peña Parra). Se estima que fue una salida pactada. El silencio, en la Santa Sede, suele ser un poco más caro que un auto cero kilómetro. 


3. Mons. Guillermo Karcher: ¿Alguien se acuerda ya del legendario ceremoniero pontificio que en 2014 era la vedette de los medios argentinos? No solo se fotografiaba con Marcelo Tinelli y Wanda Nara, sino que hacía de trujamán oficioso y consentido del papa. No había día que no aparecieran publicadas alguna de sus declaraciones. Misteriosamente, de un día para otro, desapareció, y ha quedado relegado a sus oficios de monsignorino vaticano, uno más entre tantos otros. ¿Qué pasó con él? 


4. El P. Fabián Pedacchio: Fue el primer secretario del Santo Padre hasta el año pasado. Personaje oscuro que trabajaba en la Congregación de Obispos por recomendación del entonces cardenal Bergoglio y sobre el que dimos alguna información hace un tiempo. “Renunció” en noviembre de 2019 a su cargo y mucho creyeron que se trataba del paso previo y necesario para una próxima promoción. Sabíamos que no era así. Simplemente, desapareció. ¿Los motivos? Se saben en algunos despachos del Sacro Palacio. Tendrían que ver con una reveladora fotografía que llegó al escritorio del papa, en la que su secretario aparecía con quien no debía aparecer.

5. Gustavo Vera: Rufián porteño que durante un tiempo tuvo entrada franca a la antecámara pontificia y fue el agente del papa Francisco encargado de “hacer ruido” y crear conflictos durante el gobierno de Macri. Sus negocios turbios llevaron a Vera a entreverarse con Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, como ya hablamos aquí en oportunidad de publicar una elocuente fotografía. Esta amistad permitió al perillán hablar, cual eminente catedrático, en la Pontificia Academia de Ciencias Sociales comandada por el ruin de Sánchez Sorondo. Y, de un momento para otro, Vera se esfumó. ¿Habrá perdido el favor pontificio?

6. Eugenio Hasler: El caso es muy reciente y se habló mucho de él. Se trata de otro fiel empleado de la Santa Sede, despedido de mala manera por el papa Francisco. Aquí los detalles.


Wanderer




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