Esta es una hermosa historia sobre el bautismo de emergencia y el amor al prójimo. Los trabajadores de la salud llevan sus conocimientos y disposición para sanar el cuerpo de los pacientes. Pero, ¿qué hay de la ayuda espiritual? Esta enfermera trabaja para los más pequeños, ¡y también se ocupa de sus almas!
Carolina Argüello Falcón es enfermera especialista en pediatría y trabaja en el área de terapia intensiva neonatal del Hospital Regional Número 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Allí atiende a bebés de menos de 30 días que se encuentran en un grave estado de salud. Las enfermeras como ella trabajan intensamente para atender todas las necesidades de estos pequeños, pero no siempre consiguen mejorar su salud.
El bautismo de emergencia
Cuando el estado de salud de un bebé es es muy delicado y las posibilidades de una mejoría son muy escasas, las enfermeras se acercan a consolar a los padres.
En esas ocasiones, les preguntan si son católicos y si querrían un sacerdote. Ocurre que muchas veces no es posible acceder a un párroco, y es allí cuando comienza su misión.
Entonces Carolina se ofrece a realizar oraciones por el pequeño en grave estado de salud y les pide permiso para realizar un bautismo de emergencia.
“En el momento en que el bebé tiene una falla múltiple y sé que definitivamente no va a sobrevivir, y ante la petición (o permiso explícito) de sus padres, lo bautizo invocando al Espíritu Santo, poniéndoles el agua bendita que siempre cargo en mi bolsa. Les doy un nombre y rezo el Padrenuestro, el Ave María y el Credo. Después voy con un sacerdote para decirle que, por peligro de muerte, bauticé a un bebé”, comentó la enfermera en un artículo del sitio Desde la fe.
Y lo mismo hacen otras de sus compañeras católicas.
Poniendo el trabajo en la manos de Dios
Preguntada acerca de cómo hace frente a esa situación tan difícil, de convivir con pequeños que pueden morir, Carolina responde:
“Desde que me levanto siempre hago una oración. Cuando voy entrando al hospital siempre, desde que empecé a trabajar como enfermera, hago una oración pidiendo que sea un día bendecido y que sea yo un instrumento de Dios para mis pacientes.
Eso me da fuerza y bastante seguridad. Todo lo que realizo es en el nombre de Dios y, hasta en lo más simple, como canalizar una vena, yo digo, Dios ayúdame, que sea solo un pinchazo”.
¡Qué bella historia de amor! Y recuerda, en ausencia de un sacerdote todos los católicos podemos hacer un bautismo de emergencia.
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio Desde la fe.
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